Bauman
piensa y escribe bien y esto significa, entre otras cosas, no solo
ser un intelectual sensible a los sufrimientos de su época, sino
un escritor cuidadoso de las palabras y un sociólogo oportuno:
cada libro de Bauman es una cita para pensar la realidad que todos
los días nos presentan las noticias periodísticas de manera tan
irracional y difusa.
El último libro de
Bauman disponible en Buenos Aires es Modernidad Líquida,
editado por el Fondo de Cultura Económica, escrito en junio de
1999 y editado al español en el año 2003, con todo lo que ese
lapso de tiempo implica para el tema desarrollado. Ahora se
anuncia la traducción al español de su último trabajo, titulado
Comunidad.
Hasta tanto llegue
a nuestras manos, reproducimos aquí la presentación que Bauman
dio de este libro a los periodistas españoles.
Sintetizamos, también,
los principales trazos de la teoría expuesta en Modernidad Líquida,
para intuir cómo profundiza algunos de estos aspectos en su nuevo
libro, Comunidad.
Lazos para una
sociedad global:
Estos son los
principales conceptos que desarrolló Bauman ante la prensa española
al presentar su libro Comunidad:
Tele-visión y
tele-acción:
"Tenemos todos los instrumentos para la tele-visión, pero
apenas ninguno para la tele-acción: vemos más allá de lo que
nuestras manos pueden alcanzar. Diariamente, contemplamos cómo se
hace el mal, cómo se sufre el dolor, pero el desafío que ello
representa para nuestros sentimientos morales queda en gran medida
sin respuesta. No hay duda de que algunas de nuestras acciones y
reacciones están inspiradas moralmente, pero sus efectos no
llegan a compensar a la enormidad de cuestiones que los
inspiraron. Somos demasiados conscientes de ello, pero no sabemos
cómo superar la brecha".
Del "yo no
lo sabía" al "cualquier cosa que haga no sirve de
nada":
"Habiendo sido
colocados en posición de espectadores (de testigos que ven cómo
se hace el mal, pero que aún así no hacen nada para evitarlo, ni
siquiera para prevenirlo) se nos ha privado de la excusa más común
para la conciencia culpable: el "yo no lo sabía". La única
excusa que queda es la que se apoya en la impotencia: "haga
lo que haga no servirá de nada". Es una débil excusa, pero
convincente incluso para nosotros mismos. Sospechamos -y con
buenas razones-que más bien se trata de lo contrario: de que lo
que hagamos o dejemos de hacer importa. Después de todo, en
nuestro intercomunicado planeta dependemos unos de los otros, y lo
que se hace en una parte del globo tiene un alcance muy superior a
la visión e imaginación de sus actores. Somos, en un grado difícil
de medir, responsable de la situación de los demás. Lo que
ocurre es que no sabemos qué significa asumir esa responsabilidad
y qué es lo que ello requiere. Y carecemos de los instrumentos
que podrían lograr que nuestras preocupaciones e intuiciones
morales reviertan en unas condiciones más decentes para la
humanidad, haciendo al mundo más inhóspito para la indignidad
humana y la humillación y más acogedor para la atención mutua y
la solidaridad."
Qué hacer y quién
debe hacerlo: El espacio planetario en el que se forman las
condiciones de nuestras vidas compartidas parece completamente desregularizado:
aunque supiéramos exactamente qué hacer para ajustar ese espacio
a nuestros valores éticos, no sabríamos quién sería capaz de
realizar esa tarea. En momentos de reflexión, sentimos que el
espectáculo de ausencia de regulaciones sólo pueden servir como
invitación a más desorden y que no hay ninguna fuerza a la vista
capaz de romper ese círculo vicioso. Estamos en una era de
experimentaciones, de ensayos y error. La mayoría de las
consecuencias de la globalización acelerada no han sido previstas
y todavía debemos aprender, probablemente a un alto precio, las
habilidades sociales necesarias para hacerles frente y
dominarlas".
La comunidad
global:
"Es demasiado
pronto para prever la forma final de la cohabitación humana
planetaria. Hay una cosa que sí puede postularse: la perspectiva
de una comunidad global es un horizonte último en el que debemos
medir la pertinencia de cada paso que demos hacia su consecución.
Una comunidad, para merecer tal nombre, debe apoyarse en la idea
de que sus miembros asumen una responsabilidad compartida por cada
cual. No puede haber una comunidad sin un sentido y una práctica
de la responsabilidad. Y si la capacidad de carga de los puentes
se mide por la fuerza de sus pilares más débiles, la solidaridad
de una comunidad se mide por el bienestar y la dignidad de sus
miembros más débiles".
La protesta
global:
"Por ahora, lo
que he emergido con las protestas globales en un sentimiento de
comunidad planetaria. Ha sido un ejercicio mundial de empatía. Un
descubrimiento de la semejanza de los seres humanos, de sus
esperanzas y temores. Generalmente, concebimos al mundo poblado de
grupos étnicos, culturales y religiosos incompatibles y hostiles.
Las imágenes de la miseria humana provocada por la guerra
revelaron la verdad oculta tras esa creencia común. Se descubrió
como debajo de cualquier fragmentación subyace una humanidad
compartida. Que son nuestras diferencias y no nuestras
similitudes, las que están construidas artificialmente. La
crueldad es crueldad se ejerza donde se ejerza y contra
quienquiera que se emplee. Pero estamos todavía muy lejos de ser
una comunidad planetaria, aunque este sentimiento de humanidad
compartida es indispensable para alcanzarla algún día".
La lucha contra
la desigualdad es la clave:
"No es
concebible un avance decisivo hacia una sociedad civil global al
menos que la desigualdad e injusticia planetaria, que subyace en
el fondo de nuestras desconfianzas, prejuicios y enemistades
mutuas, se afronten sin rodeos y se hagan serios y concertados
esfuerzos por mitigarlas y recomponerlas a largo plazo".
Una posible síntesis
de Modernidad Líquida
Didáctico como
siempre, Bauman comienza desde la primera línea de Modernidad
Líquida descubriendo las claves de la sociedad actual:
- Los
líquidos, a diferencia de los sólidos, no conservan fácilmente
su forma.
- No
se fijan al espacio.
- Se
desplazan con facilidad ("fluyen, se filtran, gotean,
inundan, manan, chorrean, exudan") y, por lo tanto,
no es posible detenerlos fácilmente.
- "Hay
líquidos- advierte Bauman- que en pulgadas cúbicas son más
pesados que muchos sólidos, pero de todos modos tendemos a
visualizarlos como más livianos. Asociamos levedad o
liviandad con movilidad e inconstancia: la práctica nos
muestra que cuando menos cargados nos desplacemos, tanto más
rápido será nuestro avance."
- Estas
son algunas de las razones que, para Bauman, justifican la
fluidez o la liquidez como metáforas adecuadas para definir
la modernidad actual.
- "La
disolución de los sólidos condujo a una progresiva
emancipación de la economía de sus tradicionales ataduras
políticas, éticas y culturales." Por eso, la principal
técnica de poder "es ahora la huida, el escurrimiento,
la elisión, la capacidad de evitar, el rechazo concreto de
cualquier confinamiento territorial y de sus engorrosos
corolarios de construcción y mantenimiento de un orden, de la
responsabilidad por sus consecuencias y de la necesidad de
afrontar sus costos".
- Para
que ese poder fluya, el mundo tiene entonces que estar libre
de trabas, barreras, fronteras y controles. Ese ha sido el
origen e impulso de la globalización.
Luego del diagnóstico,
Bauman corta su tesis en cinco porciones abundantes: emancipación,
individualidad, espacio/tiempo, trabajo y comunidad. Cada uno de
estos territorios representan frentes de combate, en cuya tierra
inundada por las aguas imperiales de la modernidad, hay que dar
batalla.
Una posible síntesis
de cada uno de estos capítulos podría ser:
Enmancipación:
así como el capitalismo se ha emancipado de sus ligaduras
(territoriales, políticas y éticas) así se ha resignificado el
concepto mismo de liberación. "Sentirse libre de
restricciones, libre de actuar según el propio deseo, implica
alcanzar un equilibrio entre los deseos, la imaginación y la
capacidad de actuar. Por lo tanto, el equilibrio puede alcanzarse
y conservarse inalterable de dos maneras diferentes: angostando,
recortando el deseo y/o la imaginación o ampliando la capacidad
de acción".
Bauman se pregunta,
varias páginas después:
"¿Y si
como en el pasado, el remedio fuera marchar codo a codo y al mismo
paso? Si las fuerzas individuales, débiles e impotentes cuando
estás solas, se condensaran en la forma de una posición y acción
colectivas ¿podríamos lograr juntos lo que ningún hombre o
mujer soñaría con lograr por sí solos? Quizá... El problema,
sin embargo, es que esa convergencia y esa condensación de
preocupaciones individuales en forma de intereses comunes y luego,
en forma de acción conjunta son una tarea titánica, ya que los
problemas más comunes de los individuos, por destino, no son
aditivos. No se dejan sumar en una causa común. Se pueden juntar,
pero no cuajarán. Uno podría decir que son así desde el
principio, de modo tal que carezcan de la interfaz necesaria para
engancharse con los problemas de las otras personas".
La única ventaja
de la lucha en común, asegura Bauman, es saber que los demás "también
luchan a solas con sus dificultades. Pero lo primero que uno
aprende en contacto con los otros es que la única ayuda que nos
pueden brindar es el consejo de cómo sobrevivir en nuestra propia
e irredimible soledad y que la vida de todos está llena de
peligros que deben ser enfrentados y combatidos en soledad".
Es por eso que para
Bauman, "la individualización ha llegado para quedarse;
todo razonamiento acerca de los medios de hacer frente a su
impacto sobre el modo en que llevamos adelante nuestras vidas debe
partir de la aceptación de este hecho. El abismo que se abre
entre el derecho a la autoafirmación y la capacidad de controlar
los mecanismos sociales que la hacen viable o inviable parece
alzarse como la mayor contradicción de la modernidad fluida, una
brecha que por ensayo/error, reflexión crítica y abierta
experimentación, deberemos aprender a enfrentar
colectivamente."
Individualidad:
"Nosotros es el pronombre personal más empleado por los líderes.
En cuanto a los asesores, lo emplean muy rara vez: el nosotros es
simplemente un conglomerado de yos y ese conglomerado, a
diferencia del grupo, no es mayor a la suma de sus partes".
Bauman comienza, a partir de esta premisa, un recorrido por el
conglomerado de yos de la modernidad líquida. Su análisis del
cuerpo, el consumo, la adicción, el concepto de salud, de belleza
y el acto mismo de la compra representan una postal de época,
rica en matices, aristas y profundidades.
Espacio/tiempo:
Desde su libro La globalización, consecuencias humanas,
este es el nudo de la teoría de Bauman: los estados/nación han
perdido poder a manos de esos capitales especulativos porque unos
están atados no solo a su territorio sino a las consecuencias políticas
y sociales del ejercicio de ese poder; mientras que otros con un
click de computadora mudan sus dineros hacia los sitios más
seguros y rentables del planeta, estén donde estén. Aquí se
sumerge aún más en estos conceptos. "La mayoría de los
hábitos aprendidos para enfrentar la vida han perdido toda
utilidad y sentido", describe Bauman, para darle entonces
a esa categoría de espacio/tiempo una dimensión cultural y filosófica:
"los hombres y las mujeres de hoy difieren de sus padres y
sus madres porque viven en un presente: quieren olvidar el pasado
y ya no parecen creen en el futuro. Pero la memoria del pasado y
la confianza en el futuro han sido, hasta ahora, los dos pilares
sobre los que se asentaba los puentes morales entre lo transitorio
y lo duradero, entre la mortalidad humana y la inmortalidad de los
logros humanos y entre la asunción de responsabilidad y la
preferencia por vivir el momento."
Trabajo:
Bauman observa el edificio municipal de su ciudad actual, Leeds.
En su principal salón fueron escritas con oro y púrpura las
sacrosantas palabras del capitalismo. Primero, ley y orden. Luego,
lo más importante: "hacia adelante".
"Hacia
adelante era el destino y el trabajo era el vehículo que debía
llevarnos hasta allí", comienza Bauman. Esa idea de
progreso y de confianza en la historia es lo que se ha derretido.
Lo que queda, entonces, no es acumular en función del trabajo
realizado, porque ya no representa el fundamento ético de la
sociedad ni el eje ético de la vida individual. Para Bauman, la
principal fuentes de ganancia de la modernidad son cada vez más
las ideas y menos los objetos materiales. "Las ideas se
producen una vez y luego siguen generando riquezas en función del
número de compradores/clientes/consumidores y no en función del
número de personas contratadas e involucradas en la reproducción
del prototipo." Luego cita al inglés Robert Reich y su
investigación titulado The Work of Nations (El trabajo
de las Naciones), donde se clasifican las principales
actividades económicas en las siguientes cuatro categorías:
- Los
manipuladores de símbolos, gente que inventa ideas y los
modos de hacerlas deseables y atractivas para el mercado.
- Los
encargados de la reproducción del trabajo (educadores y
diversos funcionarios del Estado)
- Las
personas que se ocupan de brindar servicios personales, que
requieren un encuentro cara a cara con los destinatarios del
servicio prestado.
- Por
último, los vendedores de productos.
El mundo fluido, señala
Bauman, es el mundo del desempleo estructural, donde nadie puede
sentirse ni seguro ni a salvo. "No existen habilidades ni
experiencias que, una vez adquiridas, garanticen la obtención de
un empleo y, en el caso de obtenerlo, éste no resulta
duradero." Esta política de precarización -del trabajo
y de la vida- es deliberada porque producen como resultado "la
descomposición y el languidecimiento de los vínculos humanos, de
las comunidades y de las relaciones."
Comunidad:
Para Bauman la comunidad es una reacción previsible a la
acelerado licuefacción de la vida moderna, "Una reacción
ante su consecuencia más irritante y dolorosa: el desequilibrio,
cada vez más profundo, entre la libertad individual y la
seguridad."
Suponemos,
entonces, que esta es la línea que desarrolla en su nuevo libro.
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