La
hiperrelización (De hiper, del gr. ύπέρ,
más allá, y realización, acción y efecto de realizar:
efectuar, hacer real una cosa)
El
acontecimiento se ha realizado una sola vez y basta.
El
resto es otra cosa:
-
la
hiperrealización del gran capital financiero
-
la
hiperrealización de los medios de destrucción
-
AMBAS
ORBITALIZADAS POR ENCIMA DE NUESTRAS CABEZAS EN UNOS
VECTORES QUE SE NOS ESCAPAN, PERO QUE AL MISMO TIEMPO
ESCAPAN A LA PROPIA REALIDAD ►
HIPERREALIZADA LA GUERRA, HIPEREALIZADA LA MONEDA, AMBAS
CIRCULAN EN UN ESPACIO INACCESIBLE, PERO QUE AL MISMO
TIEMPO DEJA AL MUNDO TAL CUAL ES.
LA
ERA ORBITAL
-
Cuando la deuda se hace demasiado molesta es expulsada a un
espacio virtual en el que aparece como una catástrofe congelada en
su órbita. La deuda se convierte en un satélite de la tierra,
como los los miles de millones de dólares de capitales flotantes
se ha vuelto un enjambre satélite que gira incansablemente
alrededor de nosotros. (...) la esperanza de reconciliar la
econonomía ficticia con la economía real es utópica: los miles
de millones de dólares son intransferibles a la economía real
-afortunadamente, por otra parte, pues si por milagro fuera
posible reinyectarlos en las economías de producción, se
produciría de inmediato una auténtica catástrofe-.
-
Mantengamos también la guerra virtual en órbita, pues ahí es
donde nos protege; en su abstracción extrema, en su excentricidad
monstruosa, lo nuclear es nuestra mejor protección.
- Y
acostumbrémonos a vivir a la sombra de estas excrecencias: la
bomba virtual, la especulación financiera, la deuda mundial, la
superpoblación (para la cual todavía no se ha encontrado una
solución orbital, pero no perdamos la esperanza).
-
Tal cual son, se exorcizan en su exceso, en su misma
hiperrealidad, y dejan el mundo en cierto modo intacto, liberado
de su doble.
-
La información es orbital: es un saber que ya no volverá a
superarse a sí mismo.
-
Todo se sateliza, podría decirse que nuestro propio cerebro ya no
está en nosotros, sino que flota alredecor de nosotros en
infinitas ramificaciones hertzianas de las ondas y de los
circuitos.
El
hombre es quien se descubre en un estado de exorbitación y de
excentricidad. El hombre se ha satelizado. De trascendente ha
pasado a exorbitante.
Todo
lo que no accede a una potencia orbital es entregado al
abandono, ahora sin apelación posible, ya que no hay
recurso en una trascendencia cualquiera.
Estamos en la era de la ingravidez. Nuestro modelo es un
nicho espacial cuya energía cinética anula a la de la
Tierra. La energía centrífuga de las múltiples
tecnologías nos alivia de cualquier gravedad y nos
transfigura en una inútil libertad de movimientos. Libres
de toda densidad y de toda gravedad, nos vemos arrastrados
en un movimiento orbital que amenaza con ser perpetuo. |
(Texto
extraído del libro La transparencia del mal, de Jean
Baudrillard, págs. 32 y ss., Anagrama, Barcelona (España), 1991)
(Continuará...)
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