"Casi siempre se hallan en nuestras manos los  recursos que pedimos al cielo." 
William Shakespeare

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  ARTÍCULOS: ARCHIVO

 


Los mal llamados "malos hábitos" 

por Mario Coppolillo*

Primera parte

 

Una mirada general y pormenorizada a la situación del vínculo con el niño incluye por supuesto colocar en el mismo plano el comportamiento de ambos padres.
La búsqueda de placer se visualiza muy temprano, la boca constituye la zona erógena donde se despliega intensamente ésta búsqueda, una vez que se descubre el erotismo  que conlleva la succión  se concentra la actividad del niño en la ejercitación casi permanente de esta zona acompañando con movimientos rítmicos de los  labios, aún sin objeto utilitario alguno.La succión representa la actividad más importante y vital para él, posee un carácter autoerótico y es la primera manifestación sexual. La succión del pecho materno, o de sus subrogados, apenas nacido le ha hecho conocer este placer. Más tarde, la necesidad de reencontrar la satisfacción sexual succionando se separa de la necesidad de satisfacer el apetito, inevitable al aparecer los dientes, ya no hay que succionar el alimento sino mascarlo. Freud señala las diferencias individuales y las concecuencias evolutivas que marcan a cada individuo en esta fase del desarrollo.La sensibilidad erógena de la zona labial está, en algunos de ellos congénitamente muy desarrollada, en concecuencia queda esta fijada como una fuente importante de placeres sexuales e incluso explican el posible orígen de variadas adicciones de carácter oral.La primera manifestación de la sexualidad se apoya en una función fisiológica fundamental para la vida, la alimentación, carece de objeto sexual en ese memento, es autoerótica y su fin es alcanzado a través de las actividades rítmicas  de una zona erógena particular, la boca.
     
Por los motivos ya expresados, el término sexual no se reduce exclusivamente a lo genital, sino que abarca a todo el conjunto de la dotación instintiva que desde el primer momento se encuentran presentes en su comportamiento. La libido es algo comparable a la correinte de un río que no cesa de fluir, si se lo impidiéramos buscaría un desvío pero no detendría su marcha.
     
Vemos que la aparición de los dientes marcan el fin del placer en la succión, ahora el placer se obtiene al morder más que al succionar.
     
En un segundo momento y siguiendo la dirección a que apunta el desarrollo de la libido, la región anal y perianal se torna propicia para impulsar una nueva actividad.El contenido intestinal juega como un contenido excitante, es considerado por él como una parte del cuerpo y aumenta su importancia.Reviste la categoría de un valioso regalo que, al darlo o negarlo pone a prueba su obstinación y su obediencia, "hace o no hace", obedece o se niega.Esta fase pone en juego su poder, su autoridad.
 
Hay que admitir que la sexualidad infantil posee como finalidad lograr satisfacciones por medio de la excitación apropiada  de una u otra zona erógena, es preciso que el niño haya experimentado previamente la satisfacción para luego proveérsela nuevamente
 
La sensibilización del glande y del clítoris abre el paso a un tercer momento del desarrollo libidinal. Vemos como las pulsiones parciales del niño tienen un carácter independiente entre sí en la búsqueda del placer para integrarse más tarde bajo la primacía de de esta nueva zona erógena formando parte de una organización  capáz de alcanzar el papel principal en la constitución de un objeto sexual. A la creciente primacía de la organización genital de la vida sexual  corresponde el pasaje del autoerotismo de la fase oral y anal a la etapa objetal, es decir,  a la elección sexual del objeto.

El psicoanálisis nos describe diferentes fases de la masturbación en el desarollo de la vida sexual La primera pertenece a una etapa pregenital, en momentos del desarrollo de la actividad oral. La segunda aparece en los años posteriores, la tercera es característica del onanismo de la pubertad, curiosamente la más atendida, cuando en realidad la masturbación está ya visible en los dos períodos pregenitales, oral y anal.

Después de un breve período de onanismo en el lactante y un poco anterior al cuarto año de vida  vemos emerger la primacía de la zona genital y mantenerse hasta una nueva regresión marcada por una fase de latencia, y finalmente resurgir como una componente más de la vida sexual del adulto.

La masturbación infantil, también entra dentro de los considerados "malos hábitos" que en el cerco educativo los adultos intentan reprimir,junto con aquellas dramatizaciones expresadas por medio de los juegos sexuales que sirven a la finalidad de tramitar los miedos, las dudas y el conjunto de creencias acerca de la cuestión sexual, la anatomía y sus diferencias.

 

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Los mal llamados "malos hábitos" 

por Mario Coppolillo*

Segunda parte

 

A partir de los dos años aproximadamente, la presencia del padre crece en importancia, la estrecha dependencia con la madre se ve sucedida por una etapa en que la figura del padre adquiere un rol particular.

Durante el tercer año aparece una actitud que con frecuencia es muy rechazada por los adultos, es la etapa del "no", una marcada tendencia al negativismo, que, al mismo tiempo revela una clara iniciativa de autoafirmación. Los padres suelen rechazar esta actitud, sin saber lo que se está expresando, surge en el niño una firme oposición a todo. En general, los adultos se inquietan ignorándo que se trata de una incipiente voluntad de poder. Se muestra difícil, irascible ante la prohibición, rechaza los mandatos, se muestra rebelde y hasta agresivo, rompe, tira objetos y pueden aparecer episodios de cólera. Esta firme oposición y la actitud negativista suelen mantenerse durante varios meses.Si comprendemos que se trata de un estadío evolutivo inherente al desarrollo nos puede ir mejor con el proceso educativo, se trata de la manifestación más clara del deseo de independencia, de actuar por sí mismo y de ejercer posiciones propias, de hacer las cosas a su propio gusto.Desmoralizados por la desobediencia, el descontrol y a veces la agresividad  se apela a todo tipo de recursos, castigos, prohibiciones, excesiva indulgencia,etc. En algunos, por debilidad, se permite todo y se satisfacen sus caprichos, pero se contribuye a la promoción de ciertos hábitos que resultarán muy difíciles de modificar y se convierte así en el tirano de la familia.

Hay que insistir en que el comportamiento descripto no constituye un cuadro preocupante ni mucho menos patológico. Le es necesario mostrar su oposición para probarse así mismo, este conjunto de conductas anuncian la eclosión del "yo".Prueba la resistencia de los padres y construye su propia consistencia. Esta etapa entraña ciertos riesgos, si la la autoridad se muestra débil e incapáz de comprender y conducir la situación se desarrolla en él una tendencia agresiva de la que sacará partido de inmediato, ya que  prueba la seguridad de los adultos,más tarde tendrá que enfrentarse con las normas sociales, que evidentemente no tienen la misma debilidad de los padres, surgirán conflictos con el orden y la autoridad. Si se procede con demasiada severidad y exigencia, se constriñe al niño, se interfiere el desarrollo normal del "yo" y se socava el sentimiento  de autoconfianza.

En concecuencia,es importante medir cual es la resistencia necesaria y justa que habrá de oponerse a este comportamiento.Hemos de aceptar que él actúe por sí mismo, pero sin llegar a permitirle absolutamente todo, hay que decir que no cuando es necesario, en el momento adecuado. La negativa debe ser firme pero serena y suministrando  explicaciones sobre aquello que se prohibe. En este momento del desarrollo emocional el principal centro de referencia para el niño es él mismo.

 

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Los mal llamados "malos hábitos" 

por Mario Coppolillo*

 Tercera parte

 

Todo lo que ocurre en él, en este momento evolutivo, y en el conjunto de su entorno, es motivo de intensas reacciones afectivas y a esta edad no da respuestas frías o pensadas intelectualmente, ante un hecho se lo puede ver desinteresado o se puede agitar frente a algo pero no hay reflexión, tampoco un criterio realista.Toda su modalidad de acción es afectiva. Todo este universo mágico se prolonga hasta,aproximadamente los seis años, caracterizado por una intensa afectividad.

Nada tiene existencia  si no es en relación a su "yo". Todo sucede y transcurre de manera misteriosa, lo real y lo imaginario se entremezclan y se confunden. Habla con personajes imaginarios que él mismo crea y todo se organiza en torno a la figura de sus padres, especialmente en este momento el padre tiene una imagen todopoderosa y personajes imaginarios poseen existencia real. Los juguetes tienen vida y sienten como él. Los objetos pueden ser hoy una cosa y mañana otra, pueden estar ahora aquí y mañana allá, aquí y en otro lugar al mismo tiempo.Esta etapa de magia y animismo está cargada de supersticiones, de creencias y de irracionalidad.

Con estos elementos hagamos algunas reflexiones sobre la mentira. Vemos que predomina un universo mágico, la incapacidad de razonar lógicamente y la imposibilidad de discriminar entre lo real y lo imaginario. En concecuencia,en esta etapa no debería hablarse propiamente de "mentiras", las narraciones que suelen hacer describen hechos que son reales, para los niños de esta edad, esos hechos existen, son el producto de su fantasmática.

Es importante saber distinguir entre una mentira y lo que no lo es, para el adulto es sencillo diferenciarlo, es afirmar o negar algo que sabemos que no es verdad, pero el niño no es capaz aún de poder discriminar entre verdad, mentira, fantasía y realidad. Esta imposibilidad hace que él acepte y crea todo lo que surge en su imaginario, lo que desea, lo que le gusta,lo que ve y oye, todo le parece real e idéntico, es habitual que cuente hechos  que jamás presenció como también que afirme haber hecho actos que no cometió. Lo que no implica que ha mentido. Creemos que esto tiene una funcionalidad que es la de compartir con los adultos que lo rodean un mundo imaginario poblado de fantasías y de magia, lo que está muy lejos de haber querido engañar. 

Lenta y progresivamente se va despertando el juicio de realidad. Expresa sus deseos y temores, la realidad de su mundo interno, en concecuencia no se debe desmentir ni censurar la veracidad de sus palabras, es frecuente que diga que hay  un hombre malo que se come a los niños porque ha escuchado algo o habrá visto a un adulto castigar a un niño, se imprimió en su sensibilidad y se agrandó en su fantasía  generando miedos; su fantasmagoría ha magnificado el suceso, y maneja el mundo por medio de operaciones mágicas que, más tarde serán reemplazadas por operaciones lógicas.

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