Los estudios
realizados sobre el desarrollo intelectual de los hijos
adoptivos, en comparación con los hijos criados en sus familias
naturales, han dado lugar a ciertas discrepancias y
controversias en el ámbito de la investigación.
Vamos a mencionar
algunos de los resultados de algunas de las investigaciones
existentes.
Una de ellas,
efectuada por Burks, permitió observar que, las correlaciones
existentes entre padres e hijos biológicos superaban
a las que se presentaban entre padres e hijos adoptivos.
Freemann y su equipo de colaboradores llegaron a elaborar una
mayor evaluación del ambiente adoptivo y de sus influencias
sobre el hijo adoptado.De estas experiencias se extrajeron,
entre otros elementos, la conclusión de que el nivel de
inteligencia de los hijos adoptivos, como las funciones
intelectuales en general, experimentaban un considerable
progreso una vez producido el emplazamiento en la familia
adoptiva. El notable progreso de estos niños, se incrementaba,
especialmente, en aquellos que habían sido integrados en
familias de un mayor nivel general, económico, social e
intelectual.
Los resultados
obtenidos por Burks y Freemann, no permitieron a ambos
investigadores ponerse de acuerdo en algunos puntos,
especialmente, porque los resultados obtenidos no fueron
similares en cuanto a las influencias del ambiente
adoptivo sobre el adoptado.
En otros
estudios, por ejemplo, en el realizado por Lehay, en el año
1932, se llegó a la conclusión de que hay que hacer
interpretaciones más cuidadosas en lo que respecta a las
semejanzas existentes entre hijos adoptivos y sus padres. Pese a
los intentos de los padres para que el niño logre una óptima
integración al hogar, éstos podrían manifestar ciertas
semejanzas, aunque los padres no estimularan la adaptación y la
incorporación a las pautas del entorno familiar por parte
del hijo.
En otras
investigaciones, en las que se dió un mayor valor a las
influencias del medio ambiente,se observó que algunos hijos
adoptivos, cuyo emplazamiento se había llevado a cabo en
familias compuestas por padres de bajo nivel intelectual, había
desarrollado un alto nivel en sus funciones mentales, que era
incluso superior al término medio de la población
general. Otras observaciones permitieron demostrar que los hijos
adoptados pueden llegar a desarrollar un nivel superior al
esperado. Sin embargo, en otras investigaciones se ha afirmado
que los factores ambientales no constituyen los únicos factores
que influyen en el dasarrollo intelectual de los niños, por
consiguiente es necesario recurrir a otros datos y tener
en consideración diferentes aspectos para llegar a contar con
una información más completa y profunda como para arribar a
conclusiones más precisas sobre el tema.
Aunque no
contamos, por el momento, con datos que permitan establecer
conclusiones definitivas. Existe la tendencia a creer que cuando
el niño es adoptado en su temprana infancia, y el medio
familiar es capaz de brindarle un espectro de posibilidades
que lo estimulen a un pleno desarrollo general de su
personalidad, se observa en ellos un alto nivel de desarrollo
que puede ser calificado de satisfactorio y este nivel de
desarrollo puede igualar al de aquellos niños que han sido
criados en sus familias de origen.
Los niños que se
han desarrollado en instituciones muestran una marcada
desventaja con respecto a los que han sido adoptados, los
niveles intelectuales y emocionales son nítidamente inferiores
con respecto a los adoptados. Es en el aspecto social, lingüístico
e intelectual donde se observan las diferencias con los
adoptivos. Estas diferencias se deben, con seguridad a la
calidad de los cuidados y atenciones recibidas, como también al
escaso o nulo contacto afectivo, que no proveen las
instituciones pero sí los adoptantes. Los niños
institucionalizados muestran un marcado deterioro en sus
capacidades para establecer relaciones interpersonales, la
carencia de estímulos, la falta de cuidados y la ausencia de
los afectos muestra a las claras el por qué de estas
diferencias.
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