"Casi siempre se hallan en nuestras manos los  recursos que pedimos al cielo." 
William Shakespeare

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  ARTÍCULOS: ARCHIVO

 


La despsiquiatrización de la locura 

por Mario Coppolillo*

Primera parte

 

Desde la perspectiva actual en el sector de la salud mental la prioridad consiste  en la despsiquiatrización de la "enfermedad mental" y como pasa con  todos los grandes temas sociales es algo que está estrechamente ligado a la  apertura de la política y a una profunda toma de conciencia colectiva.

Es  absolutamente necesario poner en debate público las hondas contradicciones  que encierran a los individuos en una dramática  en la que las víctimas carecen de poder para reivindicar sus derechos a la salud y  a la vida.  Se percibe claramente, mediante un breve análisis que la enfermedad mental  también es la enfermedad de clases opresoras que sostienen y recrean esas mismas contradicciones generadoras de una situación que compromete seriamente a todo el sector de la salud pública.

Hemos visto como se han ido planteando diversas formas de ruptura con el modelo tradicional de abordar la salud mental teniendo en cuenta  las condiciones de padecimiento pese a que se han derribado los muros de los asilos y las arbitrariedades del profesionalismo.

Todo el conjunto de las campañas y trabajos de los grupos más progresistas de la sociedad aún no han sido suficientes para revertir un modelo de asistencia preso del interjuego de fuerzas e intereses, políticos y económicos. Las nuevas alianzas interdisciplinarias apuntan a movilizar y a concientizar a la opinión pública  y a los poderes gubernamentales con el objetivo de revertir las condiciones  en que se encuentra el sector de la salud.

Al menor análisis percibimos que las respuestas pasan más por la política que por el debate de las técnicas. Lo que queda muy claro es  que no podemos pensar en las metodologías si no tenemos asegurado un marco político  que nos dé sostén  como para emprender una acción verdaderamente transformadora.

Todos sabemos que  la psiquiatría tradicional ha estado  funcionando manejada desde el poder  y manipulando la enfermedad mental de manera violenta, injusta y autoritaria, por haber dependido de la superestructura política ha  identificado enfermedad mental con marginación y exclusión. El enfermo mental constituye un peligro para la sociedad abriendo así una brecha entre individuos de una misma  comunidad, "el muro"

La propuesta de una psiquiatría alternativa con base democrática implica revertir una  larga serie de conceptos y creencias que nos mantienen ocupados en falsos problemas. Si no  se modifica la concepción psiquiátrica de la enfermedad mental seguiremos ocupándonos de falsos problemas, como si seguimos preguntándonos eternamente  cuales son las mejores técnicas para tratar la enfermedad mental, esto es un falso problema. No obstante, hemos comprobado que, cuanto más abierta es una institución asistencial y cuanto más dueño de su cuerpo y de sí mismo es el sujeto, mayores son sus posibilidades de reinserción en su comunidad, pero es preciso que antes pierda su categoría de exclusión a la que ha sido relegado por un poder opresor y marginante. Necesitamos  una superación drástica de éstos modelos que reducen al sujeto a  puro objeto  de intereses   políticos y falsas concepciones de salud y enfermedad.

La transformación de este modelo en salud mental debe apuntar a imprimir  en nuestra sociedad una actitud participativa en la que los individuos se sientan  agentes activos en la construcción de un estado de bienestar en el que los problemas de uno son problemas de todos.

Tengamos siempre presente  que la propuesta democrática para el sector de la salud mental implica participación y acción comunitaria, lo que significa  que en los barrios se organicen  y constituyan consejos vecinales, verdaderos  foros de discusión en los que se puedan debatir  todos los problemas y conflictos del barrio, sociales, políticos, económicos y culturales. Espacios de decisión que permitan tramitar y resolver las dificultades de la comunidad en todas las formas de su existencia.

No obstante, hemos comprobado que, cuanto más abierta es una institución asistencial y cuanto más dueño de su cuerpo y de sí mismo es el sujeto, mayores son sus posibilidades de reinserción en su comunidad, pero es preciso que antes pierda su categoría de exclusión a la que ha sido relegado por un poder opresor y marginante. Necesitamos  una superación drástica de éstos modelos que reducen al sujeto a  puro objeto  de intereses   políticos y falsas concepciones de salud y enfermedad.

La transformación de este modelo en salud mental debe apuntar a imprimir  en nuestra sociedad una actitud participativa en la que los individuos se sientan  agentes activos en la construcción de un estado de bienestar en el que los problemas de uno son problemas de todos.

 

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* Psicólogo argentino

 

La despsiquiatrización de la locura 

por Mario Coppolillo

Segunda parte

 
Tenemos   que admitir la inclusión de otro tipo de organizaciones sociales y culturales y demostrar que es posible  penetrar en las realidades sociales, algo que sistemáticamente los políticos han evitado, precisamente  el compromiso con la comunidad y sus agentes. Se trata de que en nuestro sector los políticos, los líderes sindicales y demás dirigentes pierdan el miedo  a contactarse con los temas de la enfermedad mental y más precisamente con la locura. Los psiquiatrizados nunca fueron convovados por las instituciones sociales y mucho menos por los dirigentes partidarios y políticos en general, pues los "enfermos mentales" forman parte de una creciente masa de marginados. En este aspecto hemos de volver a cuestionar el lugar del marginado. Hemos comprobado que, desde el momento en que el marginado deja de estar excluído y   siente que es integrado como un miembro activo en una acción conjunta y democrática recupera  su valor y su autoestima, se muestra colaborador y más comprometido con su propia existencia, se torna más movilizable, más involucrado con la realidad y los otros, es preciso arrancarlo del aislamiento para que surjan acciones participativas que aporten sentido a su existencia.
    
Es tarea de los equipos  que las familias de los psiquiatrizados se acerquen a los lugares de debate, que intervengan en las reuniones, que hablen de las problemáticas del pariente afectado que digan lo que les pasa a ellos mismos en relación a la enfermedad mental y cuales medidas creen ellos que hay que tomar, que cosas hay que modificar.
    
Estas fases del trabajo social con los miembros de la comunidad constituyen para la gente verdaderos momentos terapéuticos en los que reducen considerablemente  los miedos generados por el abandono, la soledad y la marginación, en especial cuando se trata de familiares de pacientes psiquiatrizados.
    
Una vez cumplidas las primeras etapas   de participación y debate de los grandes temas se pensará en la siguiente etapa  que comprende una búsqueda de soluciones contando ya con  la participación de distintas agrupaciones políticas y sindicales, sus delegados, además de otras organizaciones barriales, clubes, escuelas, etc. Debemos trasmitir la convicción de que el conjunto de los problemas en el sector de la salud mental no es sólo un "problema de especialistas" y que es una búsqueda de conjunto de una alternativa en el contexto de las propias acciones de la gente,  en su misma comunidad barrial, tratando con sus propios problemas específicos, sólo de esta forma se reconstruye  una verddera red social. En este contexto los agentes de salud juegan un rol muy específico    y es fundamental cuestionar de modo permanente el saber y las técnicas, ya que, durante largo tiempo han contribuído a la opresión y al aislamiento. Esta alternativa democrática, en cambio, está orientada  a promover todo tipo de acciones que despierten en  en el psiquiatrizado  la conciencia de la importancia  de su papel activo en el proceso  de reconstrucción de sus lazos sociales.En gran medida de lo que se trata es de volver a formar parte  de una realidad formada por vínculos atravesados por una realidad que nos es común a todos.Vemos  que lo primero de lo que se ve privado el enfermo mental  al ingresar a la institución psiquiátrica  son sus lazos afectivos, sus parientes, sus amigos, etc.
 
En que medida podemos intervenir como trabajadores de la salud mental en situaciones en que hay sufrimiento.Y aquí deber´çiamos plantearnos definitivamente terminar con todos aquellos esquemas explicativos atribuyendo el sufrimiento a cuestiones  intrapsíquicas, organicistas  o relacionales dentro del contexto familiar, lo que no implica de ninguna manera descartar estas variables en nuestras intervenciones, se nos hace necesario  cada vez más orientarnos hacia la integración de todos estos elementos   de análisis, familiares, sociales, políticos y culturales.
    
Hay que insistir en nuevas búsquedas de intervención que faciliten y promuevan la participación activa  en conjunto sobre las problemáticas que son comunes, familiares, vecinos, técnicos de la salud, todos deben contribuir a crear una verdadera red de salud, lo que no sería posible  sin la efectiva inserción de la gente.Esta acción conjunta  nos haría posible la creación de un marco en el que se podría reproducir una microcumunidad que haga emerger una serie de situaciones que nos exponga con total nitidez el porqué de los fracasos  al intentar la solución de los problemas sociales que hoy tenemos en el sector de la asistencia sanitaria.
    
Hace muchos años que los psicólogos venimos pensando en la posibilidad de una ruptura definitiva con los viejos métodos ya desgastados por los fracasos y  la apertura a una psiquiatría  que centra  hoy la noción de alternativa.Tampoco  debemos caer en la valoración de que se trata exclusivamente de un problema político, con la finalidad de liberarse de esto por ser algo  difícil y complicado de abordar o bien pensar en un reemplazo de técnicas y generalizaciones abstractas  que no ofrecen respuesta a la comunidad  en situaciones concretas de sufrimiento y desamparo.
    
La experiencia muestra  que necesitamos un código para operar sobre la realidad social, un código político  para una situación muy puntual, la salud mental.Un marco político   que nos oriente en una  acción de conjunto capáz   de operar una verdadera transformación social en el sector  de la salud.
 
Somos concientes de la existencia de muchos que trabajan de forma aislada, dispersa, y desprovistos de todo tipo de apoyo y de medios  que aceptarían con interés emprender la búsqueda de una nueva alternativa de lucha conjunta para redefinir los medios y los objetivos de  una nueva política en salud .
 
Una postura alternativa  en el sector se tendrá que enfrentar  con situaciones que se encuentran dominadas por el sistema oficial  donde imperan las trabas burocráticas, un modelo psicologizante que no ofrece respuesta a los problemas, algo que no resulta nada fácil al conjunto de los profesionales.
     
Si optamos por una alternativa democrática para el sector hemos de olvidar la defensa de las técnicas y de los modelos académicos como el levantamiento de reglas o consignas,  más bien se trata de catalizar nuevas acciones,nuevos proyectos que involucren a aquellos que padecen los problemas con la clara y profunda comprensión de que su destino debe estar en sus propias manos con el sostén y la ayuda  del interés colectivo.

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La despsiquiatrización de la locura 

por Mario Coppolillo

Tercera parte

Este tipo de práctica a la que la comunidad no está habituada debería abrirse a los demás sectores problemáticos   del barrio, se ha de incluir a los niños, para que tengan sus espacios  y arraiguen la conciencia democrática, a las mujeres  a los hombres y a todos aquellos que cuenten con la convicción de que es posible emprender una acción transformadora si se suma  la activa participación de todos. Las acciones conjuntas coherentemente orientadas despiertan el interés de la comunidad por participar, se pasa de ser un ente manipulado por poderes gubernamentales, frecuentemente irracionales, a ser un sujeto activo en la acción  y en la decisión de orientar su propio proyecto y dar solución a los problemas que son comunes a todos.

 

Las luchas comunitarias  por lograr un mayor bienestar en salud mental no deben actuarse solo contra las instancias limitantes a que somete  el poder, los patrones, los políticos o la burocracia sindical, es preciso también dirigirse  contra aquellos segmentos opositores al cambio, ganarles espacios, demostrarles que los problemas se resuelven con racionalidad. Hay segmentos de poder, por supuesto menos visibles  que las instancias gubernamentales  y que ejercen una presión determinante. Donde se disimula la represión es donde hay que orientar muchas veces la acción transformadora; en las relaciones hombre-mujer, padres-hijos, maestro-alumno, sanos-enfermos, cuerdos-locos, etc. No debería de haber prioridad en estas instancias y si privilegiamos alguna jerarquía de niveles estaríamos entrando de nuevo en la misma trampa que nos lleva a perder de vista el objeto primordial  de nuestra  acción. Todas las formas de operar orientadas a lograr un mayor  incremento del bienestar en salud mental, deben, por pequeñas que sean, apoyarse unas con otras. Se trata de desplegar la acción dentro de las familias, en las mismas escuelas, en los medios de comunicación, sin lugar a duda, y aún, con mayor énfasis en los mismos individuos a través de  un esclarecimiento generado por las campañas de sensibilización. Hemos visto a través de nuestra historia que las instancias críticas del individuo, sea cual fuera su clase social, forman parte del contexto sociopolítico  de esa organización social y pone en movimiento una multiplicidad de complejas relaciones entre los miembros de la comunidad. Sería ingenuo pensar que podremos transformas las instituciones psiquiátricas si no nos replanteamos la propuesta   en función de los demás problemas sociales  y políticos que  ayudan a la aparición de las patologías individuales, mal llamadas individuales. Todo lo que se haga en el campo de la "acción pequeña" puede presionar de manera decisiva a la hora de impulsar la acción conjunta a escala del barrio.

 

No es difícil movilizar a la gente cuando se presentan los grandes temas comunes y se exponen al debate.

 

Reflexionar sobre las diversas formas de acción comunitaria contribuye, sin duda, a poner en movimiento una serie  de sentimientos y vivencias de distinta índole, especialmente si nos vinculamos a otros sectores de la comunidad barrial que comparte esta visión alternativa, no un modelo, una práctica alternativa. Se hace necesario crear una relación de fuerzas contra los frecuentes prejuicios que destruyen  toda posibilidad  de iniciativas conjuntas de la gente. Hay muchísimos sectores de la sociedad  que se ocupan de los grandes y pequeños problemas de la gente, aquellos que se ocupan de las consecuencias de la violencia familiar,, los grupos solidarios con los drogadictos, los que atienden a los que no tienen trabajo o alimentación, los que luchan por los derechos humanos, y una larga lista de tantos otros. Pero todas estas acciones comunitarias  deben ir gestando una relación de fuerzas desde el logro más pequeño hasta el más trascendente. Por identificación con los objetivos comunes se irán sumando los esfuerzos de otros grupos de otros sectores de la sociedad y desde el interior mismo de éstos  se neutraliza el ya clásico aislamiento promovido  desde  las instancias gubernamentales con el objetivo de evitar todo tipo de transformaciones que cuestionen lo ya hecho.

 

 

    DESCENTRALIZAR    

 

Recordemos que, tanto en salud, como en los demás sectores de la vida social, se trata de no sostener afirmaciones o conceptos y principios inspirados en posiciones apriorísticas o de corte ideológico, opuestamente hoy necesitamos generar una organización que enlace a todos los intentos de transformación y se vincule a  las fuerzas políticas y sociales  que muestren el deseo común de recuperar los derechos a la salud. Insistamos en que el problema individual es el emergente de una problemática general de la comunidad, no vemos más que el reflejo de la existencia de determinadas condiciones socioeconómicas, de injusticia, de violencia, de opresión, vivienda, empleo, desnutrición, corrupción gubernamental, despilfarro del dinero público, son en totalidad problemas políticos, socioculturales y no problemas psicopatológicos que ha  de atender la psiquiatría, la responsabilidad está del lado de las políticas antipopulares, antidemocráticas destinadas a sostener determinadas condiciones de existencia a los sectores poderosos. Las patologías actuales reflejan  la vigencia de un sistema socioeconómico en que los individuos experimentan  la incertidumbre de que van a perder sus trabajos, o los ahorristas sus dineros de los bancos, o las viviendas, sienten que se debilitan las bases de su seguridad  lo que crea un cuadro de incertidumbre  y de angustia generalizada, es obvio no podemos quedarnos en la mera interpretación  como suelen hacer los políticos, los dirigentes en general, tenemos que privilegiar una intervención que se apoye sobre el contexto social por todo lo que esto implica en el momento de actuar  para contener.

 

Una propuesta de psiquiatría alternativa con base democrática tendrá que desplegar y cumplir ciertas etapas operativas,

 

   

LA ACCION EXTRAHOSPITALARIA

 

En un primer momento de intervención los equipos interdisciplinarios tendrán que organizar sus fuerzas para darse a conocer a la comunidad barrial. Se ofrece a la gente la posibilidad de reflexionar sobre las problemáticas que presenta el conjunto social. Se ha de explicar el porqué de la demanda de participación y se dan a conocer los objetivos de una acción comunitaria para     que desde el primer momento se instale el debate y la participación, especialmente apuntando a los grandes temas comunes, los conflictos, las carencias, las necesidades  que no han sido resueltas   sin perder de vista las dificultades que atraviesan los servicios de salud, y todo lo que hace a la atención.

 

La gradual emergencia de la problemática va a orientar a los equipos interdisciplinarios en las direcciones  en las que habrá  de actuar y  como se diseñarán las próximas acciones. Simultáneamente  se va a percibir muy pronto las diferentes ventajas de este tipo de práctica.

 

Más adelante  se van a configurar las comisiones de trabajo que actuarán con la gente sobre los puntos más críticos, donde encontremos más conflictos más rápidamente actuaremos y con más participación. Volvamos a la consigna de que el problema de uno es también de todos.

 

Se llega a un punto  en el que los agentes participantes en los encuentros se toman un tiempo para realizar una confrontación de las estrategias desplegadas durante éstos. Estas estrategias diseñadas en conjunto representan el producto de lo escuchado en los debates y  el objetivo de ellas es resolver problemas que fueron planteados.

 

Cumplidos estos primeros momentos del trabajo comunitario se advierte con claridad que se recrea una micro sociedad en la que vemos repetir todo el conjunto de contradicciones reinantes en la sociedad toda de la que forma parte el barrio. . Nos enfrentamos a la misma alienación pero dentro de un contexto mucho más manejable y por supuesto, más operativo para el equipo del sector de salud. Los conflictos se vuelven más tangibles y al ser expuestos y discutidos más fácilmente abordables. Hemos visto, no con sorpresa para los que tenemos esta visión que muchos de los problemas pueden ser revertidos en las fases iniciales de la tarea pues se debilitan las resistencias al trabajo grupal y como sabemos el hecho de que la gente tome la palabra tiene como consecuencia de que  los miembros de la comunidad entienden que gran parte de los problemas que viven se resuelven  participando activamente. Es muy interesante observar como se van desactivando situaciones críticas que parecían insolubles, lo que hace fortalecer la red que se ha generado por la participación, aquí se pone en evidencia que se ha establecido un marco de trabajo de ayuda mutua, y como consecuencia la toma de conciencia  se amplia a otros sectores de la comunidad apareciendo nuevos miembros dispuestos a promover el hecho participativo y demuestra que funciona cuando el barrio se torna activo y conciente de lo que quiere. Si bien se trata de priorizar   una intervención  que recaiga sobre el contexto social no conviene descartar otro tipo  de estrategias provenientes de otras formas de intervenciones que muestran a las claras una eficacia probada. Contamos con un enorme arsenal de recursos  que mantienen hoy una perfecta vigencia y eficacia, la antropología cultural, el psicoanálisis, la teoría de la comunicación y todo lo hecho en materia de temas sociales.

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La despsiquiatrización de la locura 

por Mario Coppolillo


Cuarta parte

 

Muchas veces fueron cuestionadas las relaciones entre los operadores psiquiátricos y los administradores políticos, concretamente entre psiquiatría y política,las fuertes y reiteradas demandas sociales fueron la caja de resonancia de éstos problemas y se generaron profundas críticas en contra de la función opresora de la psiquiatría y de su enorme peso ideológico.
Tenemos que insistir en que la descentralización nos lleva a transformar a los viejos hospicios carcelarios y demás instituciones psiquiátricas que sostuvieron éstas ideologías en otras estructuras que no sean la de guardián del orden con función de exclusión del individuo.El sistema de poder central utiliza sus instrumentos legislativos y financieros y es evidente que impide la realización de programas de apertura para desplegar  una práctica psiquiátrica verdaderamente democrática que respete en el sector de la salud los derechos de la gente, el resultado está a la vista, servicios ineficaces, costosos,injustos y una vergonzosa e inhumana degradación de la salud de los pacientes.Todo este conjunto de calamidades contribuyeron  a agudizar las crisis en vez de resolverlas. En concecuencia debemos seguir insistiendo y proponer la creación de servicios sociales que sean abiertos a toda la comunidad. Nuestra propuesta reivindica  a los servicios sociales extrainstitucionales y alienta la creación de una red de centros creciente en cantidad y calidad con la función de filtros de los hospitales especializados en salud mental que deben servir para otros niveles de intervención. Pensemos en diseñar un proceso de desinstitucionalización y deshospitalización para ir hacia una estructura democrática que opere contra la lógica de la exclusión que imponen los poderes políticos asociados a la psiquiatría que todos conocemos y muchos tuvieron que padecer.
     
Un movimiento descentralizador requiere la creación paralela de servicios en el territorio, se articula la instauración de centros barriales en medicina general. Vimos a lo largo de la historia que el hospital psiquiátrico  en territorio resulta ineficiente, aún más,si permanece en su estructura el alma del hospicio y los agentes que no han transitado la crítica contra esas instituciones represivas. La psiquiatría democrática se centra y opera en la acción por esta transformación, optamos por el territorio, y no por el psiquiátrico como centro,nos planteamos ir hacia la prevención, tratamos de evitar la psiquiatrización.
 
Hoy, una gran parte de la demanda en salud mental deja ver una naturaleza muy distinta a lo que codifican una buena parte de los profesionales con el rótulo de "perturbación psiquiátrica".No nos asombra ver que este tipo de demanda representa una clara necesidad de relaciones sociales  y humanas contrarias a las que se se han instaurado como concecuencia del avance de un sistema capitalista deshumanizado , salvaje,opresivo y excluyente.Parece que no se termina de entender que las experiencias sociales constituyen un patrimonio colectivo de todos los protagonistas sin distinción de jerarquías. Es importante destacar que dentro de un marco democrático de psiquiatría alternativa  la labor del psiquiatra está constantemente controlada y verificada por la acción del equipo. Desde cierta perspectiva los agentes de salud  se hallan supervisados por el mismo equipo y además operan con una función pedagógica al tener que dar cuenta de lo que hacen con los pacientes, lo que piensan , lo que aplican y lo que planifican.El diagnóstico, el pronóstico y el tratamiento deben  ser  dados a conocer al resto del equipo y a los familiares  y todas las alternativas elaboradas para conducir al paciente hacia una integración armónica con su medio.Esta dinámica interaccional nos orienta en nuevos descubrimientos y a planificaciones de estrategias nuevas de intervención, en la  medida en que podamos desarticular el monopolio del conocimiento todos tendrán acceso a él. Una búsqueda constante  de estrategias de intervención resulta de los debates e intercambios de experiencias en los lugares de trabajo teniendo siempre presente  la finalidad de gestar un  movimiento que apunte a la superación de las intervenciones psiquiátricas clásicas, un objetivo que habrá que lograr mediante una profunda sensibilización del personal técnico-sanitario, incluyendo la participación comunitaria como factor determinante en la reconstrucción del tejído social perdido.No olvidemos  que nuestras metas a cumplir provienen de la realidad sobre la que actuamos y es fundamental enfatizar la especificidad de las situaciones a transformar sin correr el riesgo de producir teorizaciones, la salud mental se construye sobre una política  que opere con las necesidades humanas y que surjan desde el mismo territorio en el que actuamos. 

Este camino  nos conduce a un acercamiento con otras estructuras, que tienen planteados otros fines pero que comparten la misma perspectiva, la extensión del movimiento basado en una acción sobre el territorio, atendiendo a las trasformaciones que en él se producen tanto en lo urbano como en lo extraurbano.

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