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  ARTÍCULOS: ARCHIVO

 

Anatomías de poder y tecnologías de simulación: de la vigilancia al control
Digitalización de lo social: Discusión sobre las tecnologías de identificación ciudadanas
por Svenska Arensburg C.
 de la Universidad Autónoma de Barcelona

Trabajo presentado en el marco del 
1er Congreso ONLINE del Observatorio para la CiberSociedad

Presentación

En estos últimos años se ha masificado un habla mediática promocionando la institución de una cultura virtual. Así la era informática ha comenzado a constituirse en un material ineludible para la producción de las ciencias sociales.  Ya es parte de un saber/poder sobre los mass media, la cibercultura y la realidad virtual entre otros sentidos dados a la informatividad de la vida cotidiana.

El presente texto tiene como antecedentes una investigación para interrogar los actuales debates y estrategias institucionales sobre seguridad ciudadana en Santiago de Chile, atendiendo a los procesos de digitalización del control social y sus concomitantes a nivel de la subjetividad, cuestiones claves para la psicología social a la hora de analizar los efectos de un orden nombrado como sociedad informatizable.

 

El escenario disperso de practicas nombradas como seguridad ciudadana en esta ciudad se describieron con estos ejemplos:

1.      La incorporación de sistemas de vídeo cámaras en calles, malles, buses colectivos e instituciones publicas y privadas de la ciudad de Santiago registrando y supervisando desde centrales interconectadas por vía electrónica de seguridad ya sean de empresas privadas, municipales o policiales la circulación de las personas.

2.      La masificación del uso de dispositivos de supervisión de calles, bares y barrios, disponiendo de personal municipal especializado que recorre la ciudad en automóviles especiales conectados en red a una central municipal o centrales de comunicación policial informando el estado de la situación urbana durante la noche y el día.

3.      La subdivisión de los barrios en condominios usando materiales como rejas y murallas que cierran las calles y los accesos rodeando todo el perímetro de los vecindarios, ahora divididos entre sí, generalmente acompañados de guardias que confirman o no el ingreso a ellos.

El despliegue de una episteme de la seguridad – riesgo ligada a la vigilancia de las relaciones sociales en la urbe se plantea por los estudios nacionales como una construcción social específica: La amenaza de la inseguridad y la masificación de la violencia urbana en Santiago de Chile. Esta construcción político y social  se sostiene públicamente desde los datos de encuestas que hablan de la experiencia de miedo  e inseguridad de la población.

Como parte del contexto, en Chile la exigencia de unos procesos de modernización de las instituciones es parte fundamental de las transformaciones en la gobernabilidad pública de los últimos 12 años en transición democrática. Desde allí, el consenso intelectual actual sostiene que en términos macroeconómicos el progreso existe pero éste no coincide con el estado actual de la subjetividad. La emergencia específica de una gestión en seguridad ciudadana denunciaría una demanda por construir una socialidad urbana perdida o nunca antes habitada. La gestión de la seguridad ciudadana se enfrenta a debates cruzados entre la expansión de la criminalización, el incremento de la desconfianza ciudadana y la necesidad de una política de ciudadanización de la población (creación de ciudadanos y consolidación de una identidad chilena fragmentada).

En esta escena/ficción, la gestión en seguridad ciudadana aparece  como la importación de estrategias y dominios del primer mundo dentro de una convivencia que no termina de elaborar y descifrar colectivamente sus diferencias de clase, de sexo, de región ni sus singularizaciones a nivel de estas transformaciones del control social.

En la operación tecnológica sobre la urbanidad que recorre al gran Santiago, la palabra y la voz de sujetos en malestar ha cobrado fuerza en estos últimos 5 años. En el último informe de PNUD para Chile (2002) esto se visualiza como la tramitación necesaria de modos de subjetividad que interrogan, construyen una identidad. Los chilenos experimentarían la cotidianeidad desde dos posiciones identitarias “el conservadurismo privado” o “el extrañamiento e incomodidad a lo público”. Así se puede leer la subjetividad como modo de interrogar los límites de la constitución identitaria, la que aparece como vacía en pos de una sobredeterminación de la gobernabilidad oficial.

Para algunas expresiones de la sociedad civil y la reflexión académica [1] , estas prácticas se resuelven participando de la denuncia activa contra el desconocido, con quien no se intercambia sino que se denuncia como “El sospechoso” y por lo tanto quien merece el castigo de la detención policial y la criminalización. En estas discusiones los cruces aseguradores del paso, el cierre, la acreditación de la circulación de sus habitantes, surgen como una posibilidad de resolver estas experiencias cotidianas, a través de la objetivación de las emociones en una mirada atenta y cuidadosa sobre el otro, una alteridad ajena a los circuitos propios y encontrada /desencontrada en los recorridos e intercambios urbanos.

En este contexto la investigación propuso problematizar las claves semiótico -materiales condensadas en las prácticas de seguridad ciudadana, claves entendidas como una emergencia específica de tecnologías de identificación ciudadanas. Espcíficamente, la cuestión de la investigación fue reproblematizar [2] las transformaciones efectuadas sobre lo social con la incorporación de dispositivos electrónicos en el espacio publico.

La discusión de esa investigación permitió levantar una reflexión sobre como esos ejemplos expresaban  mas allá de una política de seguridad per se, el detalle de un tránsito entre una gobernabilidad disciplinaria hacia una de control [3] .

 

 

Descripción del ámbito de trabajo

Para pensar en este tránsito por transformaciones efectuadas sobre lo social, se analizaron tres claves de problematización de la sociotécnica de identificación:

a) Metropolis [4] :

Disciplinariamente:

·         Lugar de producción del ciudadano como sujeto.

·         Es la fuente de sentido del Contrato social; Estado y Ciudadanos.

·         Organiza el cruce de lo público y privado, cruce entre lo institucional como normalización y el resto como lo masivo y caotico.

·         Es la realización y concreción de la civilización.

·         Definida por límites socio-políticos.

·         Definida por limites electrocotidianos.

Transformaciones actuales:

·         Laboratorio social de transito hacia otros ordenes.

·         Pacto social asistiendo a su decadencia.

·         El ciudadano es una exigencia de legitimidad de la gobernabilidad naciente.

·         Foro ciudadano se hace urgente frente a la fragmentariedad de la comunión.

b) Riesgociodad [5] :

La organización del riesgo –seguridad opera como episteme por que sujeta el deseo ciudadano a ciertas estrategias de gobernabilidad  transicional entre lo disciplinario y el control.

Si alguna vez hubo equilibrio y orden total, ahora lo imprevisible de la complejidad forma parte del entramado de la vida, el peligro y los efectos perversos de la modernidad también.  La estrategia es anteponerse al desastre. Mas que vigilar la anormalidad es dimensionar el acontecer imprevisible. El riesgo es la economía del acontecer perverso, regulando los posibles a través de la seguridad. Si bien la seguridad aun gestiona desde una lógica pedagogizante, mira sus límites como ineficacias disciplinarias.

c) Informatividad:

Es la materialidad, el mercado y el tráfico de la transición de una sociedad disciplinaria a una de control. Lo urbano tiembla y el ciudadano se fragmenta en la mediación participativa [6] .

Realiza la operación de discontinuidad entre la relación comunicativa (disciplinaria) y la conexión virtual (control), entre sus diferencias se destacan:

Analógico (lentitud y solidez)        

Digital [7] (Intantáneo y fluido) 

Tecnología opuesta a cultura       

Sociotécnica (Cyborg) [8]

Centralidad de la responsabilidad   

Dominación electrocotidiana

Estrategia pedagógica                 

Eficacia programática

Relaciones de poder                    

Programa continuo sin desgaste 

La tecnología social de identificación viene a materializar las condiciones de producción subjetiva basadas en el riesgo – seguridad. La tecnología marca las distancias y define las coordenadas y la situación de los ciudadanos. La circulación riesgosa pasa a ser otra cosa cuando se hace digital. Crea las condiciones de posibilidad de una circulación mediada, una sociedad tras el velo de la escritura, tras el velo de la mediación técnica, tras el velo del tráfico cultural virtual. La tecnología social basada en la información haría implosionar el orden dado entre lo público, lo urbano y la circulación [9] . Y lo abriría hacia multiplicidades segmentadas, reterritorializadas y excluyentes. La urbanidad se volvería fragmentos massmediaticos, zonas y sujetos multifacéticos. Lo público se hace irrelevante y empieza a ser valorado como zona de territorialización de lo cotidiano.

Las prácticas desarrolladas como seguridad ciudadana sostienen la institución de la sociotécnica de identificación. Le dan sentido de realidad a los dominios tecnosociales como formulas de acción eficaz contra la violencia urbana. Legalizan una red de relaciones sociales como contrato ya no social como esfuerzo histórico y como elaboración colectiva sino en el contacto contingente, simultaneo y cotidiano.

La informatividad de la vigilancia crea las condiciones para producir realidad [10] , unas realidades donde las coordenadas previas se disuelven o se vuelven inoperantes para la gobernabilidad centralizada, moderna, estatal.   

Una circulación digitalizada implica poder pensar en un contrato mas que social, virtual / visual. Es el paso de un orden social a medias racionalizado, a un orden digital, completamente programable, totalizable por la gobernabilidad, sin gasto y en permanente expansión, no requiere modelar cuerpos y producir almas sino codificar trayectorias. Mas que socialización, se trata de engancharse al orden virtual a través de la instrucción conductual, donde no se exige desarrollar una memoria sino identificarse a los filtros de conexión.

Es la traducción a una gobernabilidad extitucional [11] . La extitución sería un modo ejemplar de notificar los procesos a partir de los cuales se fortalecen las medidas disciplinarias, pero en su expansión y precisión van transformándose y transformando su contexto. La vividez de la cámara y la tarjeta de identificación logran reconvertir el control social en tecnología de identificación sobre los ciudadanos como si de plasticidad eléctrica se tratara.

Una sociotécnica de identificación mas que exigir inclusión o participación, tiene el sentido de una gobernabilidad donde sujeta principalmente a través de las dinámicas del consumo. En el caso específico de las tecnologías de identificación la oferta es incorporarse al tráfico de herramientas de observación por la vía de códigos digitales excorporales – fuera de la palabra y dentro del tejido magnético de suscripción / ingreso-.  Es el despliegue masivo de fuentes de identificación, donde la identificación se gestiona como registro cotidiano, es la aventura de lo privado cuando se hace exterior y por lo mismo se hace mercado [12]

Las tecnologías de  identificación, al darle valor a lo inmediato de la identificación, a su semblante, se gestiona y se efectúa sobre lo social una secularización de la identidad. El control ya no es pedagógico sino contingente a los movimientos, constante según el sitio ocupado. No requiere de la pregunta biográfica del sujeto sino de estrategias de ciframiento de posiciones. Así los procesos de identificación como ejercicios de ENLACE AL OTRO se vanalizan y las identidades se inyectan como estrategias de comercialización de apariencias. La coherencia biográfica y el conflicto ontológico del ser / como ser y la posibilidad de reflexión como memoria quedan relegadas a la contingencia, reducidas a lo inmediato.

Una consecuencia es que el proceso simbólico mediado al virtualizar lo social deja a la participación ciudadana como un deseo, un ideal. Las relaciones sociales comienzan a leerse como un fetiche que debemos cuidar y cultivar. La operación social que permitía a la subjetividad organizarse a partir de asociaciones identitarias, ahora se basa en una clasificación regida por la oposición conexión/desconexión, es decir, por los principios del dentro o fuera, del acceso o la denegación del paso, esa posición de sujeto precario emerge como dicotomía ausente o presente.

Por otro lado, lo que denominamos la ambigüedad [13] entre encierro y seguridad o entre protección y vigilancia en la tramitación de la confianza y desconfianza al otro, explicita la transición entre episteme disciplinaria y de control. Quienes no cierran su propiedad exhiben su identificación, y el arriesgarse a deambular es sujetarse a la vigilancia y sus efectos. El encierro para la protección junto con las garantías digitales de lo imprevisible, organizan una topología delimitadando el movimiento ciudadano a: sin identificación no se circula y en el tráfico hay control continuo. Así la ciudadanización de la subjetividad juega una posición estratégica al sostener el ejercicio de un orden de diferencias: la autorización y restricción del acceso a un mercado de fronteras definidas de acuerdo a fuentes de identificación como mirada y gestistro mas no como enlace o memoria.

En esta ficción que pugna entre la verdad y la realidad de la sociotécnica de la identificación cifrada en la discusividad práctica de la seguridad ciudadana, la subjetividad se enfrenta a su malestar, como medida de una socialidad incorporada en los movimientos y excorporales en su control. Es la debilidad de la libertad por que se han debilitado las condiciones de posibilidad de resistencias, la subjetividad no forma parte del juego de las relaciones de poder, ¿quien resiste en un circuito movido dentro de los límites aseguradores del registro ciudadano y del código del consumidor?, ¿Dónde se sitúan las posibilidades de autonomía o proyección o deseo en un orden que se sostiene de una economía de las posibilidades, digitalizando extensivamente su registro?, Un sujeto vaciado de alma, de contrato y de realidad, simplemente pierde sentido para las tecnologías de identificación, puesto que ya no es necesario.

Allí donde lo cotidiano se organiza desde tecnologías de identificación, la problematización de la totalización del dominio tecnocientífico sobre la verdad de la subjetividad se abre como amenaza. Es la problemática de un sujeto innecesario pero donde la desubjetivización es éticamente insuficiente /indecible.

En esa ficción la fragmentariedad de posiciones de sujetos precarios y agenciables aparece como diagnóstico y como posibilidad para ofertar una salida frente a un orden de diferencias estrechadas y excluyentes.

Entonces, ¿cómo entramos a jugar en esta episteme del control, como jugamos a la verdad de la tecnología de la identificación? Como se nos sugiere "La violencia, a diferencia de lo que se supone, no es el resultado de la irracionalidad anárquica que se opone al discurso universal razonable, sino justamente el efecto de ese discurso totalizante (...). El conocimiento conceptual es una operación que genera violencia desde el momento en que lo ‘otro’ es pensado como susceptible de convertirse en lo ‘mismo’ [14] ".

 

NOTAS


[1] Minicipios, Universidades, ONG, Fundaciones.

[2] M. Foucault

[3] G. Deleuze

[4] F. Mires

[5] U. Beck,  N. Lhumann

[6] M. Castells

[7] N. Rose

[8] D. Haraway

[9] N. García Canclini

[10] B. Latour

[11] M. Domenech y F. Tirado

[12] M. Douglas

[13] M. Augé

[14] CLARO. LA INQUISICIÓN Y LA CÁBALA.  Pág 166.

(c) 1er Congreso ONLINE del Observatorio para la CiberSociedad
(c) Observatorio para la CiberSociedad
(c) Del autor

Gentileza de http://cibersociedad.rediris.es/congreso

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