"Casi siempre se hallan en nuestras manos los  recursos que pedimos al cielo." 
William Shakespeare

                                 Sitio de investigación y capacitación
                                     http://transdisciplina.tripod.com

                                     dirección general: Lic. Cecilia Suárez

 

  ARTÍCULOS: ARCHIVO

 


ÚLTIMAS NOTICIAS DE LA ESTACIÓN TRIBUNALES

por Silvana Boggiano*

    

El hombre tocó varias veces el timbre. Sólo tenía la llave de entrada al edificio donde vivía Julio. Después de pegar el oido a la puerta, dejó por debajo de ella,  un sobre grueso. Caminó a su casa. En el ínterin, su amigo entró a su departamento, bolsa del supermercado en mano. Lo alegró ver que ya había llegado ese sobre tan esperado.

Julio esperaba pocas cosas en realidad; las cartas de Esteban lo seguían conectando con lo que estaría dispuesto a seguir esperando.

Abrió la cinta scotch que protegía el secreto. Se sentó a leer en el sillón, cerca de la ventana.

“Julio, querido, no podrás creer. Estuve trabajando un fenómeno en la boca de subte de Talcahuano y Viamonte, en la placita misma. Me llegó la información, y decidí investigarla con esmero en mi tiempo libre. La publicación en el diario dependía de mi astucia para redactar quién sabe qué. Yo me deslicé por la estación, como hago siempre que tengo una verdadera historia entre manos. Por intuición aposté todo a pleno... y no perdí.

Me enteré por una vecina del edificio, que es abogada. La estación Tribunales se había vuelto un lugar lleno de sorpresas. Los sonidos de los músicos del subterráneo subían hasta la plaza e inundaban a la gente, a los autos, al aire, a los zapatos; a veces, los transeúntes se sonreían sin ton ni son. La música –una trompeta, una guitarra, a veces un violín- se levantaba por sobre las bocinas de Talcahuano y Córdoba hasta en las horas pico, y se filtraba por las ventanas de los edificios de esa cuadra y de la otra y de la otra. En plena primavera, fueron apareciendo, junto a las ráfagas de brisa cálida,  de lluvia o truenos, luces y sombras que no tenían el menor comienzo ni fin.

A veces, un chorro de luz se metía, indiscretamente, en el escote de alguna anciana o en los pantalones de algún “hombre-cuello-corbata-en-plena-acción”.

Algunos se sonrojaban y otros sentían unas náuseas abruptas que desacelera-

ban su paso. Se solían escuchar amabilidades inconclusas y risas disparatadas. El dicho que sobrevolaba entre los hombres y mujeres, viejos y niños que transitaban por allí, era “quien sólo se ríe...”. Y en realidad, los gestos y las miradas que circulaban desde la salida del subte hasta el atestado barrio de paso, eran ciertos. Todo lo que me informó esa abogada era cierto.

Pero sólo cuando me interioricé del caso de esa mujer que perdió su sombra en la estación, supe lo que no se publicó ni se publicará.

A fuerza de organizarte la información debo decirte que fui convocado por uno de los jefes de redacción, para que haga un speech sobre los robos que se suscitan en los subtes de Capital Federal, acompañado de la moraleja y bajada de línea correspondiente. Una mujer había sido atacada subiendo las escaleras del subte hacia la plaza, fue revolcada y forzada desde los molinetes hasta las mismas vías del tren, y allí dejada, sin su cartera y un chal que llevaba sobre los hombros. La fuerza misteriosa de siempre, me llevó a la estación Tribunales. Pregunté, recavé datos con los empleados y los policías, que nunca saben nada de lo que uno quiere saber. Cuando volví a casa, una sensación de bondad y lealtad a mí mismo me recorrió de una manera devastadora. Debía volver a la estación en cuanto pudiese. A la noche, bajó Celia, la abogada en cuestión, con la que a veces compartimos la cena. Mientras comíamos su tarta de jamón y queso, le comenté lo que me había encargado el diario y lo que estaba sintiendo desde que pisé la estación y luego, mientras caminaba por la plaza. A partir de su respuesta, nos conectamos con dos personas que decían saber lo que sucedió verdaderamente. Esta mujer, a la que no tuve acceso, había contado con timidez lo que le había ocurrido y dijo que lo diría sólo una vez.

Estaba saliendo de la estación Tribunales. Empezó a notar que cada paso le costaba esfuerzo. Se tomó del pasamanos y empezó a subir por la escalera que la llevaría a la plaza. La brisa se incrementó y le sacó la cartera de lugar. Ella gritó inmediatamente: ¡Me roban! Inclinó su cabeza hacia atrás y vio algo indescriptible. El sol caía de lleno en la escalinata. No podía equivocarse. Corriendo en dirección contraria, vio a su sombra. Bajó las escaleras deshilachadamente, la persiguió por debajo de los molinetes y cayó, en su loca carrera, en las vías del tren. Allí la tuvo frente a frente; en efecto, era su sombra y no otra. Se encaminó hacia ella con una sonrisa cómplice, pero la sombra remontó vuelo, y le arrasó a su paso la cartera y el chal. La policía y algunos empleados, la rescataron, mientras ella lloraba y se lamentaba por la pérdida. Nadie vio a la sombra, querido Julio, pero algunos sí vieron a un hombre, que golpeó a la mujer, la maltrató y la dejó tirada en la vía del tren; algo que ella niega rotundamente.

Por supuesto,  mi artículo no llegó a tiempo. Publicaron tres o cuatro líneas en donde informaron “el suceso”. Sin embargo, la estación Tribunales sigue teniendo las mismas rutinas embellecedoras, y las risas y una amabilidad tan en desuso siguen sonando, como la música que tapa los bocinazos. Algunos de los músicos se mostraron reticentes, pero Tito, un anciano que toca el violín, me confesó que el “fenómeno” seguirá ocurriendo. “Hay un par de abogados, que llegaron hace unos meses, no se sabe de dónde. Recorren la plaza todos los mediodías, porque tienen el estudio a dos cuadras de aquí. Se llaman Silvia y Armando, y lo que cuenta la gente que ve lo que tiene que ver, es que, a pleno sol,  no hacen sombra, que ellos no tienen sombra.”

El violinista me pareció también un ser sin sombra, pero esto es sólo una conjetura. El asunto recién empieza. Mañana almorzaré allí, en la Plaza Tribunales. Llamame si me hacés pata.

                                                           Esteban.” 

 

  * Escritora argentina

 

Inicio | Nuestro equipo | Mapa del sitioActividades: Investigación | Talleres | Cursos | Talleres literarios | Café Filosófico | Actividades en curso: agenda | Servicios: Oganización de eventos
Consultoría y asesoramiento | Enlaces | Galería de Arte | Archivo | E-books |
Libro de visitas | E-Mail
 

 

transdisciplina creativa®
http://transdisciplina.tripod.com
©2002-2003 Cecilia Suárez
ceciliasuarez-online@fibertel.com.ar

Todos los derechos reservados
Un emprendimiento de Suárez y Asociados
Qué es transdisciplina creativa? Es un sitio dedicado a la investigación, capacitación y difusión de textos e ideas relacionados con la temática filosófica, comunicacional y de distintas disciplinas que conforman al pensamiento del hombre a través de la historia.
Transdisciplina creativa levanta información, libros, material e imágenes de la web, si usted esgrime derechos de autor sobre algún material utilizado, infórmelo solicitando su baja o cita de su nombre.
Los artículos firmados no reflejan necesariamente la visión de la editora y son exclusiva responsabilidad de sus firmantes