El
15 de mayo Madrid celebró el día de su patrono, San Isidro Labrador. El
santo era un fiel criado de don Iván de Vargas y estaba casado con la que
después fue Santa María de la Cabeza. Descubrió un manantial de aguas
milagrosas y a partir de ese momento se confunden realidad y leyenda y
nace una imagen religiosa que perdura hasta nuestros días con verdadera
fuerza y vigor. Todo esto sucedía en lo que era entonces un pequeño
pueblo que se reducía a lo que hoy conocemos como el Madrid de los
Austrias. Cuando Felipe II se casa con su tercera esposa, Isabel de
Valois, hija del rey de Francia, la corte estaba establecida en Toledo.
Isabel era una mujer de extraordinaria belleza que enamora verdaderamente
al rey por lo que logra imponer sus deseos con suma facilidad. Se cambiaba
de traje todos los días, costumbre inusitada entonces, montaba a caballo
con destreza y era amante de las cacerías. Estas últimas actividades
eran difíciles de llevar a cabo en la imperial y sombría Toledo y
convence a su esposo para que traslade la corte a Madrid cuya geografía
era ideal para sus aficiones. Aunque convertido en Villa y Corte continúa
siendo un pueblo pequeño y sucio hasta que la corona pasa a Carlos III,
el primer Borbón, llegado de Nápoles, que pasará a la historia como
“el gran alcalde de Madrid”. Bajo su reinado la ciudad crece en
extensión y adopta una nueva arquitectura, espectacular y luminosa (el
Madrid de los Borbones), cuyo máximo exponente es el Arco de Triunfo,
levantado donde entonces terminaba la calle de Alcalá. También se crean
las Reales Academias y aparecen los primeros periódicos. Sin embargo,
curiosamente, no tendrá universidad ni obispado hasta bien entrado el
siglo XIX. Actualmente la ciudad festeja a su patrono con conciertos
multitudinarios de todo tipo y con una feria taurina en la que se dan cita
los primeros espadas que dan muestra de su arte en el albero más famoso y
más grande del mundo: la plaza Monumental de las Ventas.
En lo
que a publicaciones se refiere merece la pena mencionar la colección Clásicos
Madrileños, de Editorial Castalia, que desde el año 2001 viene
publicando cuatro o cinco títulos al año muy representativos. El primero
de ellos fue La bella malmaridada porque su autor, Lope de Vega, fue uno
de los pocos escritores, junto con Larra y Moratín, nacidos en Madrid. Es
curioso, pero la gran mayoría de los literatos provienen de provincias.
Ningún representante de las generaciones del noventa y ocho o del
veintisiete eran oriundos de la capital. En la actualidad, gran parte de
las editoriales están en Barcelona, pero las presentaciones de libros o
de autores, para que tengan el debido reconocimiento, se hacen en esta
espléndida ciudad.
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