En la generación del veintisiete hay un grupo de mujeres de gran valía artística e intelectual injustamente olvidadas o postergadas. Cuatro poetas, Concha Méndez, Carmen Conde, Josefina de la Torre y Ernestina de Champourcín, de las cuales las dos últimas dieron el salto a la Antología de la poesía española contemporánea de Gerardo Diego; una artista plástica, Maruja Mallo, que militó en el surrealismo; Rosa Chacel, novelista, reconocida a la vuelta de su largo exilio; María Zambrano, una creadora original de poesía-filosofía, hoy frecuentada por un grupo mínimo de lectores; y María Teresa León, narradora, traductora y ensayista, que pasó toda su vida a la sombra de su querido Rafael Alberti. A ella Transdisciplina quiere dedicarle unas palabras en este año de su centenario.

Nada mejor que hablar de algunas de sus obras (sería demasiado prolijo enumerarlas todas). Las inolvidables, en humilde opinión de quien suscribe estas líneas, son Doña Jimena Díaz Vivar (1960), Memoria de la melancolía (1970) y,  la última que publicó, Miguel de Cervantes. El soldado que nos enseñó a hablar (1978). La primera es uno de los pocos trabajos dedicados a la esposa de El Cid. Manejó material de primera categoría (María Teresa era sobrina de don Ramón Menéndez Pidal) y dio una visión de la mujer de la época completa y documentada. La Memoria es una autobiografía de factura excelente que abarca los recuerdos de ese apasionante período que fue el siglo XX (es posible encontrar hoy una reedición de editorial Castalia del año 1999). Finalmente, la curiosa biografía novelada de Cervantes, rigurosa y amena.