"El
cuerpo lleno no representa nada del todo. Por el contrario, son las razas
y las culturas las que designan regiones sobre este cuerpo, es decir,
zonas de intensidades, campos potenciales. En el interior de estos campos
se producen fenómenos de individualización, de sexualización. De un
campo a otro se pasa franqueando umbrales: no se deja de emigrar, se
cambia de individuo como de sexo, y partir se convierte en algo tan simple
como nacer y morir"
Gilles
Deleuze - Félix Guattari 1
La
consolidación de las sociedades postindustriales contemporáneas y su
tendencia a la globalización produjeron en algunos teóricos de la
postmodernidad una incertidumbre sobre el lugar reservado al hombre en el
entramado de relaciones sociales expandido. Los primeros desa-rrollos teóricos
pusieron de manifiesto un conflicto entre una noción de individuo
sustentada en el pensamiento moderno y la nueva realidad, ajena a la que
había dado lugar a esa concepción.
Así,
en El Extasis de la Comunicación 2, Baudrillard advierte sobre la
desaparición del cuerpo y sus representaciones en el seno del espacio de
"pura circulación" característico de los medios de comunicación,
espacio "pornográfico" y "obsceno" que conduce a una
disolución de lo privado en la "promiscuidad" de la esfera pública.
Fredric Jameson 3, por su parte, alude a la desaparición del sujeto
individual en el interior del "hiperespacio" producto del
capital transnacional, espacio que supera las posibilidades del individuo
para situarse en él. Paul Virilio 4 -por poner otro ejemplo- advierte
sobre la transformación biotecnológica del cuerpo en una máquina de
estimulación contínua, donde los límites entre la subjetividad y la
determinación técnica tienden a ser cada vez más fluídos e imprecisos.
Todos
estos autores coinciden en una cierta concepción "discreta" de
individuo que las nuevas realidades de la comunicación, el hiperespacio o
las tecnociencias perturbarían. En sus opiniones, el existente humano se
encuentra indefenso ante el avance insoslayable de los productos del
capitalismo tardío, que amenazan su entorno vital y sus intentos de
construcción personal.
Sin
embargo, lo que esta incertidumbre pone de manifiesto es la inoperancia de
los parámetros con que fue caracterizado el hombre durante la era moderna
dentro del renovado ámbito de relaciones sociales de la postmodernidad.
La experiencia fragmentada de las metrópolis, el desmantelamiento de los
discursos utópicos, la irrupción de la diversidad cultural en el seno
del axioma de la superioridad occidental, la crisis de la ciencia y en
general de la preeminencia racional de occidente, produjeron un
descentramiento de las concepciones más rotundamente establecidas,
echando por tierra, entre otras, la idea de un sujeto centrado, residente
en un cuerpo discreto y autocontenido.
La
insistencia sobre el cuerpo y la identidad en el arte contemporáneo señala
la inestabilidad de sus límites en el universo globalizado, inestabilidad
que se traduce en un movimiento hacia afuera y hacia adentro de los
umbrales tradicionalmente establecidos: hacia afuera, por la incorporación
de los cuerpos individuales a la lógica de las redes; hacia adentro, por
la manipulación y penetración de los cuerpos por las biotecnologías y
las prácticas de diseño corporal.
Nuevos
procesos de personalización surgen articulando esta doble prolongación a
la realidad de la desaparición del cuerpo como entidad individual.
"La disolución de los universales marca al cuerpo de una manera
decisiva. Cuando se acepta la diferenciación histórica y cultural, ya no
es posible pensar el cuerpo como el terreno pasivo o estable de la
actividad social correlativa. El cuerpo es, también, un lugar histórico
y social que no puede considerase fijo y que tampoco constituye un
presupuesto dado" 5.
El
cuerpo ha dejado de ser el depósito de las definiciones personales para
ser un espacio estratégico donde se redefinen identidades, pero no ya
como algo establecido para siempre sino más bien como producto de un
continuo desplazamiento de aquellos valores que sí parecían estarlo.
La
obra de las artistas feministas de los '90 es un claro ejemplo de este
tipo de práctica. Antes que definir una categoría para la mujer, sus
producciones desplazan la mirada centrada y objetivadora -ligada a los
modelos de representación masculinos- hacia ámbitos de indetermina-ción
y ambigüedad. En el desplazamiento significante desde concepciones
establecidas a zonas de indeterminación semántica, sus estrategias
socavan dichas concepciones haciéndolas estallar desde sus mismos
fundamentos.
El
deslizamiento significante es una de las metáforas de las migraciones
conceptuales que caracterizan la redefinición social y cultural contemporánea.
Según Iain Chambers, "es la disper-sión correlativa a la migración
la que irrumpe y pone en cuestión los temas englobantes de la
mo-dernidad: la nación y su literatura, los lenguajes y su sentido de la
identidad, la metrópolis, el sentido de lo central, el sentido de la
homogeneidad psíquica y cultural. En el reconocimiento del otro y de la
alteridad radical advertimos que ya no estamos en el centro del mundo. El
sentido del centro y de nuestro ser está desplazado. También nosotros,
en tanto sujetos históricos, culturales y psíquicos estamos
desarraigados y nos vemos obligados a responder a nuestra existencia en términos
de movimiento y metamorfosis" 6.
Una
Cartografía Reticular
La experiencia del desplazamiento atraviesa al hombre contemporáneo. Y en
su devenir errante se advierte ligado a seres y espacios cambiantes; sus
coordenadas dibujan nuevos mapas que se definen en función del sitio
ocupado en una red de relaciones, para las que las experiencias acotadas
del cogito e incluso del núcleo familiar dejan de tener sentido. El
modelo de la red -ampliamente difundido en la teoría actual 7 - rige
incluso las instancias materiales que gobiernan a las sociedades
postindustriales y a sus habitantes, insertos en un paisaje dominado por
multina-cionales, networks e internet.
Como
sostiene Heinz Pagels: "Una red no tiene «arriba» ni «abajo». Más
bien es una pluralidad de conexiones que incrementan las posibles
interacciones entre sus componentes. No hay autoridad central ejecutiva
que supervise el sistema" 8. La experiencia de la red es intensamente
alteradora -es decir, perturbadora pero también reveladora de una
alteridad- y descentrante, y la falta de un centro organizador de la
experiencia ha producido ese sentimiento de "vacío" y
"desarraigo" tan ligado a la producción estética contemporánea.
La
serie de los mapas de Guillermo Kuitca es quizás la metáfora más sutil
de esta nueva constitución del entramado humano. La cuidadosa reproducción
de carreteras, redes ferroviarias, ríos y otras vías de comunicación
entre ciudades muchas veces ignotas, otras inexistentes, pone en relieve
la reducción de la experiencia del viaje y la comunicación a la errancia
y el desplazamiento anónimo entre nodos de una cartografía imprecisa. El
reemplazo de la tela por colchones como soporte para los mapas introduce
-entre otras- la problemática de la identidad, en tanto opone un punto de
reposo al deslizamiento físico de los viajes. Más adelante, los mapas
dejan de unir ciudades para interconectar nombres de personas; las vías
que los comunican son ahora representaciones cartográficas de afectos y
lazos interpersonales, relaciones vinculares traducidas al lenguaje
reticular.
En
sus composiciones digitales, Mónica Castagnotto también acude a la
figura del entretejido humano: las líneas que unen los pequeños retratos
de niños escolares de uno de sus Forros (1997) son los hilos de una
teleraña que remiten metonímicamente a los clásicos "forros araña".
La red tiene aquí una relación directa con la memoria; en ella han
quedado atrapadas, como moscas en la amenazante tela, los recuerdos
infantiles, multiplicados hasta diluirse en la referencia escolar. La
mirada es irónica pero a la vez perturbadora, al evidenciar
construcciones personales perdidas, fisuras en la red de vínculos
afectivos que definen toda historia individual.
Las
redes que conectan a los seres "vaciados" de Dino Bruzzone
remiten al lugar del hombre dentro del entramado al que lo somete la
transformación tecnológica y mediática de su entorno. Un cableado
excesivo une a esos seres a los medios de comunicación contemporáneos
(TV, computadora, radio, máquina de fax, etc) o a las imágenes
publicitarias que cierran el cir-cuito de sus instalaciones. Pero esas
conexiones delatan las contradicciones y paradojas del sistema que en la
multiplicación de opciones inhibe la libertad de elección, o en la
profusión de medios produce a un individuo cada vez más incomunicado,
como lo señalan los títulos de las obras "Estoy tratando de pensar
en algo" (1994) o "Estoy tratando de conectarme a algo"
(1995).
Todas
estas representaciones de cuerpos en circuitos interconectados encuentran
su caracterización más dramática a nivel social en la generalización
de la enfermedad del Sida. El Sida ha puesto en evidencia el sistema de la
sexualidad como el vínculo que une a todos los integrantes de la red sin
distinción, atravesando las fronteras de las preferencias sexuales, las
razas, las condiciones económicas, etc.
Dice
Susan Sontag en El Sida y sus Metáforas: "Al igual que los efectos
de la contamina-ción industrial y el nuevo sistema de mercados
financieros globales, la crisis del Sida pone en evidencia un mundo en el
que nada importante puede ser regional, local, limitado; en el que todo lo
que puede circular, circula, y en donde todo problema es, o está
destinado a ser, mundial" 9.
Territorios
y Fronteras Invadidos
Además
de explicitar la superación de los umbrales del cuerpo individual dentro
del circuito de la sexualidad, el Sida señala el debilitamiento de las
fronteras que resguardaban su interior de los aconteceres externos. El
cuerpo cede física y conceptualmente. Se reaviva la metáfora militar del
cuerpo invadido que según Sontag caracteriza una de las representaciones
sociales más difundidas de la enfermedad.
Como
sostiene Allison Fraiberg "Las nociones cyborg de límites
transgredidos y caída de las diferenciaciones encuentran su referente
inmunológico en los discursos sobre el Sida. La realidad del HIV ha
abierto e incorporado a los cuerpos a un sistema integrado por, entre
otras cosas, la sexualidad. La conciencia de la presencia del Sida ha
derribado las demarcaciones tradicionales del cuerpo, disolviendo las
barreras entre el adentro y el afuera" 10.
La
caracterización del complejo corporal como barrera protectora frente a
las injerencias de las circunstancias externas, sufre un nuevo embate ante
el desarrollo inusitado de las biotecnologías. La facilidad con que es
posible diseñar y transformar al cuerpo, no sólo modificando sus hábitos
o su presentación externa, sino también manipulando sus ritmos fisiológicos
o sus determinaciones físicas, ha producido un nuevo impacto sobre las
representaciones del cuerpo discreto. Su insuficiencia para hacer frente a
la manipulación genética o cibernética señala el desmoronamiento de la
imagen milenaria del cuerpo como "templo" o
"fortaleza" y el ascenso de representaciones que lo presentan
indefenso, frágil, permeable, penetrable.
La
obra de Silvia Gai transita esta vía en la caracterización del cuerpo
enfermo. En una instalación presentada en a:e,i u o en 1994, exhibió una
serie de almohadones, unos bordados con las letras "HIV", otro
impreso con una solicitud de análisis del retrovirus. Gai opone en estas
obras el discurso impersonal de la medicina moderna a la práctica
tradicional del cuidado, en momentos en los que la confianza y certidumbre
de la práctica médica -el baluarte científico de la modernidad- enseña
sus límites ante la imposibilidad de resguardar al cuerpo sano.
Recientemente, Gai ha realizado una serie de "esculturas"
tejidas al crochet y embebidas en almibar que representan diferentes órganos
humanos con pequeñas imperfecciones. La delicadeza de los materiales
empleados invisten a los órganos de connotaciones ligadas a la fragilidad
y la indefensión, mientras los agujeros en la trama del tejido los señalan
como permeables y fácilmente penetrables. Existe, sin embargo, otra
lectura posible -tampoco definitiva- por la cual, más que ór-ganos
modelados en hilo y azúcar, las "esculturas" parecen delicadas
carpetitas protectoras de órganos ausentes. En cualquiera de los casos,
las obras refuerzan la precariedad de estos "motores del cuerpo"
al aislarlos del organismo que les imprime su sentido vital y exponerlos
como piezas de museo, lo que unido a su factura "doméstica",
acentúa la referencia a los discursos del cuidado y la conservación.
La
conmoción de los límites del cuerpo en relación al discurso médico es
también una de las preocupaciones de la obra de Marta Ares. En 1995
presentó en la Galería Tema la video instalación ...Entonces, la piel
se derrama... en la que un fluído viscoso de color blanco proyectado en
el centro de una habitación ambientada en el mismo color, remitía a la
inestabilidad de la piel -el elemento corporal que nos separa del
exterior- frente al desarrollo de la biotecnología actual. La piel es
además la superficie sobre la que el individuo diseña su propia imagen,
con lo que su disolución señala la desaparición de uno de los lugares
privilegiados de construcción de la identidad.
En
el estudio fotográfico para Caricia/Oclusión (1996) son ahora jeringas,
cicatrices, grietas, los que atraviesan la superficie corporal señalando
sus fisuras, su permeabilidad, la imposibilidad de detener la penetración
contínua de un entorno agresivo e insistente.
En
cualquiera de los casos citados, encontramos a un cuerpo fragmentado,
desligado de sus marcas de individualización o de contextos específicos.
Sin embargo, la pérdida de su unidad no implica su indiferenciación con
el entorno; por el contrario, señala la necesidad de una redefinición de
sus límites a la luz de la experiencia de un sujeto expandido.
Las
realidades de la red y de la manipulación corporal, abren el juego a
nuevas definiciones estéticas del hombre sobre las bases de la aceptación
de su pertenencia efectiva a un universo tecnológico, global y
multicultural.
NOTAS:
1. Deleuze, Gilles & Guattari, Felix: El Anti Edipo: Capitalismo y
Esquizofrenia, Barcelona, Paidós, 1995 (1972), pág. 91.
2. Baudrillard, Jean: "El Extasis de la Comunicación" en
Foster, Hal (Ed): La Postmodernidad, Barcelona, Kairós, 1985.
3. Jameson, Fredric: Teoría de la Postmodernidad, Madrid, Trotta, 1996
(1991).
4. Virilio, Paul: El Arte del Motor, Buenos Aires, Manantial, 1996 (1993).
5. Chambers, Iain: Migración, Cultura, Identidad, Buenos Aires,
Amorrortu, 1995, pág. 43.
6. Ibidem, pág. 44.
7. Como lo hace notar Landow: "Puede apreciarse la importancia
general del pensamiento no lineal o antilineal por la frecuencia con que
Barthes y otros críticos utilizan los vocablos nexo, red, trama y
trayecto, y por la destacada posición que les dan. Más que cualquier
otro teórico contemporáneo, Derrida emplea los términos nexo, trama,
red, matriz y entretejido en relación con la hipertextualidad. Bakhtin,
asimismo, emplea nexos, conexión, inter-conexión y entretejido. Como
Barthes, Bakhtin y Derrida, Foucault concibe al texto en términos de red
y se vale precisamente de este modelo para describir su proyecto, el «análisis
arqueológico del conocimiento mismo»" (Landow, George: Hipertexto,
Barcelona, Paidós, 1995, pág. 39).
8. Pagels, Heinz: Los Sueños de la Razón, Barcelona, Gedisa, 1990.
9. Sontag, Susan: La Enfermedad y sus Metáforas / El Sida y sus Metáforas,
Buenos Aires, Taurus, 1996 (1978/1988), pág. 170.
10. Fraiberg, Allison: "Of Aids,
Cyborgs and Other Indiscretions: Resurfacing the Body in the
Postmodern" en Postmodern Culture, vol. 1 N° 3, mayo 1991.
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