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Toni
Negri
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El 25 abril
es en Italia el día del fiesta nacional, el aniversario
de la Liberación. El 25 de abril, Toni Negri saldó
definitivamente sus cuentas con la justicia y las
prisiones italianas. Está libre. Condenado a 17 años y 4
meses de reclusión por asociación subversiva,
responsabilidad moral en los desórdenes sociales y políticos
de los años 70, actos vandálicos y otras manifestaciones
y pensamientos no autorizados, ya había cumplido entre
1979 y 1983 más de cuatro años y medio en una de las
prisiones de alta seguridad donde esperaba que sus
procesos se efectuasen: en Italia, en virtud de las leyes
antiterrorismo, el encarcelamiento preventivo no tiene límites
cuando se trata de cargos de acusación política.
Definitivamente
bloqueado desde 1986 - como todos los acusados de su
proceso -llamado "Proceso del 7 de abril" - le
quedaban doce años de prisión cuando regresó a Italia,
en 1997, después de catorce años de exilio en Francia.
Tras dos descuentos de condena generales y un cierto número
de reducciones de condena por "buena conducta" ,
su encarcelamiento se redujo a seis años: uno en la prisión
de Rebibbia (1997-1998), otro de encarcelamiento en régimen
de trabajo externo (1998-1999, el preso estaba autorizado
a salir de prisión cada día para trabajar), uno más de
régimen abierto con obligación de no dejar Roma y de
volver a dormir en la prisión cada noche (1999-2000) y,
finalmente, tres años de libertad vigilada con arrestos
domiciliarios nocturnos.
Negri,
durante esos años, trabajó junto a Michael Hardt en el
ensayo Imperio, un libro que lo devolvió al centro de la
escena política e intelectual mundial y con el que cosechó
tantas críticas como seguidores. Su finalmente recuperada
libertad le permitirá, entre otras cosas, poder aceptar
las múltiples invitaciones que le han hecho para debatir
su teoría y presentar, fuera de Italia, la nueva versión
de libro, actualizada tras política de invasión armada
que ha llevado adelante los Estados Unidos en los últimos
tiempos. En esta entrevista realizada por Javier Esteban,
en octubre del 2002 y publicado por el sitie Rebelión
(www.rebelión.org) habla acerca de la actualización de
Imperio, nacida al calor del atentado del 11 de setiembre,
pero también de Seattle y Porto Alegre.
La
guerra y el control imperial
Antonio
Negri es catedrático de Teoría del Estado por la
Universidad de Padova. Ideólogo de diversos grupos
radicales durante los años setenta, entre los que destaca
Autonomía Obrera, Negri ha pasado por casi todo: subversión,
persecución, procesamiento, elección como diputado por
las listas del partido Radical, exilio en Francia (que
nunca concedió la extradición), condena por terrorismo e
insurrección contra los poderes del Estado, cárcel,
arresto domiciliario... Ello no ha impedido que Antonio
Negri siga investigando, interpretando, elaborando teorías
y publicando. Algunas de sus obras más son: Descartes político,
El poder constituyente, Spinoza subversivo y Marx más allá
de Marx. Su último trabajo ha sido un gran acontecimiento
editorial en Estados Unidos y gran parte de Europa:
Imperio, escrito junto a Michael Hardt, vuelve a colocar a
Negri como pensador de su tiempo, no sin haberse desatado
en torno al libro una intensa polémica en los ambientes
intelectuales de izquierda. Negri afirma que ejerce un
trabajo intelectual alejado de la política.
- Su
libro Imperio está escrito entre la guerra del Golfo y la
guerra de los Balcanes. Ahora preparan ustedes una segunda
parte del libro ¿Qué acontecimientos internacionales están
teniendo en cuenta para ello?
- El 11 de
septiembre, la reaparición violentísima de la cuestión
de Oriente Medio y el nacimiento del movimiento contra la
globalización, desde Seattle a Génova pasando por Porto
Alegre... Estos hechos reflejan que estamos en una situación
de gran movimiento. En nuestra opinión (hablo también
por Michael Hardt, coautor del libro) no se han modificado
las características que se dieron con la caída del
bloque soviético. La situación, para nosotros, "se
ha perfeccionado", si se puede decir así. Por un
lado, los modos de control imperiales se han integrado con
la guerra. Hemos pasado de una sociedad disciplinaria a un
régimen de control, en la línea de lo que Foucault
explicó en épocas diversas, pero la guerra interviene y
perfecciona estos sistemas de control. Los perfecciona, en
primer lugar, tomando las formas de control normales que
el capital desarrolla. Cada vez más, en el terreno de
producción, las viejas relaciones mundiales vienen
deshaciéndose. Y esto significa que el imperio procede.
Profesor,
¿cómo definiríamos "imperio"?
Cuando
definimos el imperio no nos referimos nunca a un acto,
sino a un proceso. La guerra interviene y por eso la
llamamos guerra constituyente. Con Clausewitz se decía
que la guerra era la continuación de la política por
otros medios. Después del 11 de septiembre se puede decir
que la guerra es la fundación de la política y, por
tanto, estamos en una situación que completa el proceso
que entrevemos en imperio. Otro elemento sería la aparición
de las masas como un horizonte de ruptura, de agitación
posible; de procesos de lucha anticapitalistas que
aparecen como antiglobalización pero que constituyen los
verdaderos movimientos globales. Y estos movimientos han
tomado una importancia extraordinaria, basta observar lo
que sucedió en Roma, donde las fuerzas no globales se han
unido a las sindicales y tres millones de personas se han
manifestado en la calle. Estos son cosas muy importantes
que están pasando y que demuestran por un lado que el
desarrollo hacia el imperio va avanzando y que con el 11
de septiembre ha desaparecido la ilusión de insularidad
americana, de estar al margen de lo que pasa en el mundo.
No son una isla y están expuestos, como todos, a los
efectos de la globalización. Por primera vez, aparece
además una oposición al imperio a su mismo nivel.
Una de las tesis centrales de su libro es la decadencia
histórica del Estado-Nación como continente de poder.
Sin embargo, si observamos los últimos acontecimientos,
tenemos la impresión de que el ejecutor de lo que ustedes
llaman "imperio" viene a ser el ejército
nacional de los Estados Unidos, concretamente lo que
llaman complejo militar industrial.
Nosotros pensamos que el imperio americano no existe como
tal. No negamos que los estados nacionales existan y que
sean eficaces, decimos simplemente que estamos ante un
progresivo traspaso de la soberanía del Estado-Nación a
algún lugar diverso. Pensamos que también los Estados
Unidos están en este proceso. Los Estados Unidos han
intentado, a través de su clase política -por lo demás
bastante corrupta-, imponer una unilateralidad americana
sin conseguirlo, que acaso sí puede plantearse a nivel
militar. Pero además del poder militar, la soberanía es
potencia monetaria, potencia cultural y toda una serie de
elementos que ponen en entredicho la posibilidad de los
Estados Unidos de actuar por su cuenta. No podemos olvidar
que la integración de las corporaciones multinacionales
es fortísima, incluido el complejo militar industrial,
que es también transnacional.
Chomsky
habló en Porto Alegre de la existencia de un poder ilegítimo
que ha secuestrado la soberanía a los pueblos...
Estimo
mucho el testimonio de Chomsky: Su ejemplo moral, su toma
de posición, su defensa de los pueblos oprimidos y de las
personas perseguidas. Creo, en cualquier caso, que su
discurso está seriamente limitado por un concepto de
poder que es demasiado moralista. El problema de la
legitimidad o la ilegitimidad del poder es un problema que
se puede proponer sólo a partir de ciertos niveles de
fuerza, de ciertos niveles de choque. Efectivamente, hay
poderes ilegítimos desde un punto de vista moral, pero la
respuesta moral, aunque tiene un gran valor, queda ahí,
no va a más. El problema es entender cómo el imperio (es
decir, esta serie de procesos a través de los cuales el
poder capitalista sobre el mundo se refuerza) puede ser
contestado; cómo se puede luchar con eficacia frente a lo
que hay.
Usted
habla de lucha, pero ¿desde qué posiciones es posible
contestar al poder emergente?
Esta
posibilidad nace solamente de un análisis interno a este
proceso, y nace de la convicción de que el fenómeno de
mando capitalista tiene una naturaleza parasitaria. La
fuerza del trabajo, en la medida en que se hace inmaterial
o intelectual gracias a la informática y a la tecnología
que sirve a la cooperación efectiva de los trabajadores,
desenmascara la naturaleza parasitaria del capitalismo.
Por eso aparece la corrupción interna del poder
capitalista. El poder capitalista ha tenido a lo largo de
la historia funciones ligadas a la organización de la
producción capitalista. Ha cumplido una función en el
gran paso de la agricultura a la industria a través de
instrumentos de mando. Pero el paso de la industria a la
producción inmaterial, intelectual, es necesariamente un
paso a través de la democracia o las formas de libertad.
El hombre no produce si no es libre, y la caída de la Unión
Soviética, siendo una potencia enorme desde el punto de
vista científico y militar, se ha producido porque no había
libertad.
Sorprende
ver que ustedes hablan de amor en su libro como parte
constitutiva del carácter del nuevo militante, siguiendo
el ejemplo de San Francisco de Asís. Frente a ello, está
la lucha de clases que Marx consideraba motor de la
Historia.
No he visto
lo que usted dice... Cuando Marx habla del odio de clases
no se refiere a algo que caracterice a la militancia.
Habla de ello como algo propio de las estructuras. Odio,
en el sentido de odio a la explotación. Que es algo que
debemos tener también ahora. Cuando hablo de amor aludo a
dos cosas: por una parte, antes que nada, a la pobreza.
Pensemos que el desarrollo capitalista, junto a la
transformación del hombre, conlleva injusticias enormes:
el capitalismo es un mecanismo que se basa en la exclusión.
"Yo acepto que tú entres en mi mecánica, pero debo
excluir a los otros". Esa exclusión crea pobreza.
Pero la pobreza no se encuentra sólo en el sur o el
Tercer Mundo, la pobreza está dentro de nuestras
sociedades, y de manera acuciante. Podemos encontrar en
Los Ángeles una pobreza tan horrorosa como en África, al
igual que en África podemos encontrar desarrollo y ricos,
con gentes de las corporaciones que participan en ello de
manera tan fuerte como sucede en nuestros países. Cuando
se habla de amor, como digo, se habla de pobreza en primer
lugar. Al respecto, en el marxismo el concepto de pobreza
estaba limitado a una realidad económica y basta. Nunca
se ha hablado de los pobres como sujetos en el proceso
revolucionario: al contrario, los pobres daban miedo,
representaban el ejército reservista, la posibilidad de
que llegaran para sustituir a los que trabajan. Para
nosotros el problema fundamental es hacer comprender que
la pobreza es algo que el capitalismo produce, que es
funcional a su desarrollo. En segundo lugar, al introducir
el concepto de amor nos encontramos ante el hecho de
querer reconstruir la pasión, que es la base de la
militancia. Si Maquiavelo habla de religiones como grandes
organizaciones, Francisco de Asís decía siempre que las
grandes religiones se han renovado a través del retorno a
los orígenes. Esto es algo que está en el viejo
republicanismo, por ejemplo en la Constitución americana,
con su sueño del retorno a los orígenes como democracia.
Creo que hay una necesidad de abrir un debate sobre la
militancia, respecto a aquellos que son los orígenes del
comunismo. Orígenes del comunismo que en Europa han
estado marcados por la capacidad de resistencia, por la
construcción del sindicato, de las cooperativas, por
alzar el nivel de vida a través de asociaciones de
trabajadores. Todo ello reconociendo lo importante del
bien común en cuanto trabajadores.
¿Qué
papel desempeñan el Banco Mundial o el Fondo Monetario
Internacional en este proceso imperial?
En la
medida en que avanza la globalización, el FMI empieza a
utilizarse monetariamente para imponer unas normas
globales, no como un brazo armado sino como instrumento de
consenso que decide las políticas de desarrollo económico
capitalista coherente.
Pero
para los movimientos antiglobalización es un centro de
decisiones vital del capitalismo...
Sí.
Nosotros, en el libro, utilizamos una imagen de Polibio:
el imperio como una constitución mixta donde se combinan
monarquía y aristocracia. La función monárquica estaría
representada por el FMI y el BM. Las multinacionales serían
las aristocracias de este orden mundial.
¿Hasta
qué punto lo que llaman desarrollo capitalista no es el
desarrollo de una fuerza titánica técnica, de hecho
fuera de control de la humanidad, sobre la que construimos
ilusiones politícas?
Hay que
mirar hacia atrás, ir al concepto de capital y de
industria. El capital siempre ha tenido una figura doble:
capital y operarios, capitalistas y sociedad. La industria
es, desde este punto de vista, uno de los pasajes. A día
de hoy somos postindustriales, lo que significa que no hay
tantos lugares donde se organiza el trabajo de las masas,
sino redes donde se organiza un trabajo intelectual
fuertemente productivo. Hemos pasado de una sociedad
industrial a una sociedad inmaterial, de redes. Y este
pasaje a las redes tiene dos aspectos: un capital que
quiere meter las manos en esta red, apoderarse de ella
controlando sus accesos e intentando controlar su
circulación. El otro aspecto es la propia red.
El Foro
Social mundial ha denunciado el intento deprivatizar las
patentes de descubrimientos en biogenética o de
apoderarse del espacio ultraterrestre....
Efectivamente,
hay un intento de apropiarse de todo ello. Frente a ello,
debemos resistir de manera muy fuerte y permitir que quede
abierta la red, construyendo un tipo de sociedad
intelectual nueva.
¿Cuál
sería el impacto de lo que Hunginton llama "guerra
de civilizaciones" en la conformación actual del
poder que ustedes analizan?
Ese
concepto de Hungtinton tiene su origen en una política
americana fuertemente hegemónica, en los años 70. Pienso
que el libro de Hunginton es un poco el Mein Kampf de la
derecha reaccionaria americana. Ya en los años setenta
había publicado un libro sobre la crisis de la democracia
que allanó el terreno al fenómeno Thatcher y Reagan. Es
un hombre de la extrema derecha americana. Hoy se intenta,
se ensaya esta opción a nivel mundial. Pero
afortunadamente la situación ha cambiado y ni siquiera
Berlusconi puede hacer aquello que hizo la Thatcher y ha
fallado en su tarea de romper los sindicatos. Aquí, en el
continente, no se puede hacer eso. En 1995, Jupé lo
intentó en Francia y no pudo contra los trabajadores del
metro y los ferrocarriles. Ésta es la grandeza del
proceso abierto. De este concepto de una sociedad
integrada donde los trabajadores sean ciudadanos con
derechos que tratan de compartir, abriendo la sociedad a
los inmigrantes.
Sin
embargo, la inmigración parece haber hecho bascular muy a
la derecha a las sociedades europeas, incluido el fenómeno
del Frente Nacional en Francia, que llegó a ser el primer
partido en voto obrero.
Sabe, ésas
son cosas que se dicen y que yo no acabo de ver. Puede que
ahí estén los viejos cansados de trabajar, que tienen
que defenderse de la vida... Son variaciones electorales.
También en la Italia del norte muchos obreros han votado
a Berlusconi, lo que significa bien poco. Otro asunto son
las nuevas generaciones, que trabajan con gran movilidad,
cambiando constantemente de puesto de trabajo. Se trata de
grupos de trabajadores intelectualizados libres que no
tienen nada que ver con esa otra gente vieja. Éstos
conforman la militancia antiglobalizacíón y sindical
nueva.
Más o
menos usted estaría definiendo en esos militantes lo que
el sociólogo Immanuel Wallerstein denomina nuevo sujeto
histórico crítico.
Sí, creo
efectivamente que sí. Una nueva figura del trabajador,
intelectual, móvil, flexible. Ése podría ser el nuevo
sujeto histórico crítico, sin olvidar que en el
movimiento se da una multiplicidad de potencia singular.
Pero entiendo que es importante saber que las protestas
son un proceso abierto, y no hay que recargarlas de
ideología.
La
sombra de las Brigadas Rojas reaparece como un fantasma
tras el asesinato del profesor liberal Biagi, justo en el
momento en que en Italia se discute con virulencia sobre
las reformas sociales, en cuya comisión trabajaba el
fallecido. ¿Qué interpretación da usted a estos hechos?
Creo que el
asesinato del profesor Biagi es un hecho aislado. Podrían
ocurrir otros, pero son hechos aislados que no tienen nada
que ver con la realidad italiana, con fenómenos sociales
auténticos. Nada que ver con la lucha armada de los años
setenta que tenía raíces sociales fortísimas y
organizaciones poderosas detrás. Hoy por hoy, son golpes
de cola de algún grupito aislado sin ningún tipo de
referencia con la lucha real del país. Dicho esto, hay
que añadir que ha habido una derrota de la izquierda en
Italia por largo tiempo esperada. El problema de Italia no
es Berlusconi, es la izquierda que no ha sido capaz de
frenar mínimamente lo que ha sucedido, una izquierda
vergonzante y reformista que cede continuamente, incapaz
de defender lo que representa.
El caso
Berlusconi, empresario hecho político, ¿representa una
anomalía en la política europea o su modelo tiene
futuro?
Berlusconi
representa un modelo muy complejo. Nace en medio de una
situación de dominio televisivo, junto a un desarrollo
enorme de la industria del norte de Italia. Es un fenómeno
pegado al territorio, donde en muy poco tiempo se produce
la transformación de un proyecto industrial en un
proyecto político.
Forza
Italia, partido que gobierna en coalición en Italia,
surgió en pocos meses y ganó en coalición las
elecciones del 94 por sorpresa, pero hoy es un fenómeno
político consolidado.
En esas
circunstancias se desarrolló. Y demostró tener una gran
inteligencia. Detrás había unos capitales, posiblemente
de origen mafioso. Berlusconi representa, como digo, una
forma de dominio del territorio que contempla la
transformación de una red industrial en una red política
y que conlleva algo monstruoso, un programa de violencia
puramente industrial. Que esto pueda ponerse de moda en
Europa no me parece nada posible. Sí, a lo mejor, su
forma de usar los medios y el dominio del territorio, pero
el fascismo berlusconiano, típicamente italiano, tiene
una violencia verbal y un populismo que son de aquí. Por
lo demás, basta ver los últimos movimientos en las
calles (Ndr: se refiere a las masivas manifestaciones de
la izquierda italiana contra la reforma laboral) para
comprender la debilidad del fenómeno.
¿Cuál
es su relación con la dirección del movimiento No Global
italiano, en particular con Casarini, su coordinador?
Yo no hago
política. Trabajo intelectualmente. Soy un profesor, pero
en Italia ni siquiera tengo esa consideración. Soy un
preso político. Todas las noches tengo que dormir en
casa. Estoy bajo arresto domiciliario nocturno. No puedo
abandonar la ciudad de Roma sin permiso.
El
movimiento antiglobalización marcó en Porto Alegre
distancias con lo ocurrido en Génova, con la imagen
violenta y las provocaciones ¿Es la estrategia correcta?
No creo que
pueda hablarse de violencia de los No Global en Génova. Más
bien lo que ocurrió es que hubo resistencia por parte de
éstos a un ataque de gran virulencia de la policía. Una
verdadera guerra de baja intensidad. Las voces críticas
son voces que temen que se estigmatice al movimiento, pero
en realidad lo que pasó es que el movimiento demostró su
capacidad de gestión no aceptando el escenario que quería
la policía con su provocación. Querían llevarlos a una
situación de "intifada europea".
Pero
hubo mucha violencia entre las filas antiglobalización.
¿La achaca a la infiltración policial?
¡Qué va!
Se trata de pequeñas bandas de anarquistas estúpidos.
Personas con ganas de bronca que siempre aparecen en estas
manifestaciones, en las que participaron seiscientas mil
personas. En París no recuerdo una sola manifestación de
más de cincuenta mil personas sin incidentes.
Gentileza
de http://www.lavaca.org
Así
comenzó la caída del Imperio
Por
Toni Negri
Durante
los preparativos de Génova, el Corriere Della Sera y
otros diarios retomaron el "rap" infame e
ingenuo de Pasolini sobre Valle Giulia (1): "policías
hijos del pueblo, estudiantes hijos de papá". Pero
la situación se ha invertido, incluso si nuestros
periodistas más favorecidos, enteramente al unísono con
el poder, no se han dado cuenta de ello. Génova ha sido
la expresión de la precariedad. Los jóvenes
manifestantes de Seattle, Goteborg, Quebec-City y Génova
son todos "hijos del pueblo", y no tienen ni
tendrán salario durable, en tanto que los policías de Génova
se benefician de la perennidad del salario y reciben
importantes primas por situaciones escabrosas, con
retirada a los cuarenta y cinco años y la seguridad de
otro empleo, desde el momento mismo en que sus cabellos
comienzan a blanquear. Es extraño que los celadores del régimen
no comprendan estas pequeñas novedades: Génova ha sido
la expresión de los "obreros sociales", móviles,
flexibles, pobres, inteligentes, aleatorios, radicales...
Esta
nueva composición del proletariado, o como hoy día se
dice, de la multitud, de una multitud de pelo corto y PC
como arma (el PC como capacidad autónoma de trabajo, como
herramienta integrada en el cerebro, sin necesidad de un
patrón que se lo preste a cambio de trabajo).
Estas
gentes no entienden por qué es necesario un patrón; y,
sobretodo, no comprenden por qué el capitalismo, el
mercado capitalista, la globalización capitalista de los
cambios deberían ser considerados como
"naturales", necesarios y esenciales; no
comprenden por qué los pobres jóvenes Negros son puestos
a trabajar como esclavos y los proletarios occidentales se
ven privados de empleo. No comprenden por qué el G8
administra un mundo en el que la pobreza se ha convertido
condición humana, en donde la ostentación de la riqueza
y el poder que la garantiza representa la única moral.?
¡No! ¡Esta situación es indignante! La multitud de Génova
es pobre y rebelde. Antes de que se produzcan otros
desastres, sería bueno que nuestros periodistas
recordaran aquello que escribía Goffredo Parise en
primera página del Corriere Della Sera en la lejana época
en la que Piero Ottone dirigía el diario (2): "algo
verdaderamente bello sería que los burgueses (quienes se
sientan ofendidos, que escriban cartas al director)
comprendieran de una vez para siempre que los pobres
siempre tienen razón, en todos los sentidos y en todos
los dominios".
Los
sociólogos militantes nos dicen que la precarización es
femenina. El trabajo se feminiza con la precariedad,
expresa esta indistinción entre producción y reproducción,
entre trabajo y servicio que, desde tiempos inmemoriales,
caracteriza el trabajo de las mujeres: La indistinción
entre el tiempo de la vida y el tiempo de trabajo. La
multitud precaria de Génova era femenina; esta multitud
que la violencia del Estado y la arrogancia del G8 ha
encerrado en una orgía de represión. De este modo, fue
femenino evitar el enfrentamiento. Agnoletto y Casarini
han aferrado esta sensibilidad en la asamblea del estadio
de Génova, al rechazar continuar el enfrentamiento
durante la noche, tras el asesinato de Carlo Giulani. Si
no se hubiera hecho de este modo, todos estaríamos aún
hundidos en el caos y en la muerte. Me acuerdo de ciertas
noches de guerrilla urbana a comienzos de los años
setenta. La policía, vacilante y amedrentada, se convirtió
en una bestia feroz. Nosotros éramos verdaderamente
malvados, y resistíamos como guerreros. Pero ahora todo
es diferente. No hay ya vanguardia, sino multitudes en las
barricadas; no hay Black Block exaltados, sino
trabajadores precarios, móviles, fexibles, pobres,
inteligentes, aleatorios, radicales. Mujeres y
adolescentes. Muchos llevan piercing. Y, cuando en la
prisión de Bolzaneto, a una joven le arrancaron el aro de
su nariz, eso fue horrible, tan horrible, simbólicamente,
como el asesinato de Carlo Giulani. La consigna de la
mayoría de los manifestantes en Génova fue, así, la de
sustraerse a la violencia: traducción del deseo del
proletariado social y precario de sustraerse a la
explotación. Una consigna de éxodo: no a la violencia,
no al trabajo. Alejémonos, vayámonos de esta mefítica
atmósfera de violencia en la que se deleitan los
fascistas, los policías, el G8, los diplomáticos y
periodistas cínicos... Así han caído los Imperios. Es
necesario leer a Gregorovius, pero antes que él a
Montesquieu y Gibbon.
Había
muchos frailes, monjas, jóvenes católicos, protestantes
e incluso musulmanes. ¿Génova movimiento religioso? ¿Movimiento
organizado por la compasión? Así les ha parecido a los
patronos capitalistas, que saben ser ateos y francmasones
cuando temen el deseo y la utopía.? ¡Idiotas! Existe,
ciertamente, una religión que asciende a las alturas,
hacia las delicias místicas y las neblinas new-age? todos
estos compasivos señores no estaban en Génova, por
cierto. Pero hay también una religión que se alza desde
abajo, que no es compasión sino fraternidad, pasión
vivida con los otros, con los pobres, con los afligidos,
con los explotados, con los precarios y los deprimidos,
con las gentes solas y desatendidas, con los prisioneros,
y, tal y como dicen frecuentemente la Torá y los
Evangelios, con las viudas... Es una religión de los
cuerpos, una religión de la compasión bíblica vuelta
hacia la mujer que ha perdido el hombre con el que gozaba.
Este tipo de religión verdaderamente estaba presente en Génova.
Era muy hermoso ver a don Ciotti (3) y a don Gallo (4)
bailar el rito de los Indios de la pradera y del deseo. Es
en esos momentos cuando la compasión deviene construcción
de un deseo común, cuando la generosidad y el don se
oponen a la razón de cambio mercantil; es en esos
momentos que la religiosidad se revela: no en la penumbra
hipócrita de las iglesias, sino en la claridad de una
contestación global y misionera, gritada a nivel mundial.
Ella hace parte, necesariamente, de ese gran movimiento de
éxodo del capitalismo que las multitudes de Génova
dibujan.
En
torno a Génova hemos visto agitarse los fantasmas del
pasado. Los Zombis. Partido de lucha deviene partido de
gobierno, el caso de los demócratas de izquierda
(Democratici di Sinistra), ha sido muy desagradable. No
hablo de la línea esquizofrénica mantenida frente al
Genoa Social Forum, ni de las amanezas dirigidas contra
militantes (sobre todo sindicalistas) que deseaban
participar en las manifestaciones. El problema está en
otra parte, y concierne al compromiso profundo (muy en su
tradición) de esta fuerza política con las instituciones
estáticas y sociales de la disciplina y del control. Los
DS (al igual que sus ancestros del PCI, desde el fin de la
Segunda Guerra Mundial) jamás han considerado la
respuesta popular como una fuerza de oposición autónoma
con respecto de las instituciones capitalistas, ni como la
expresión de una potencia que de manera autónoma
manifiesta su propia ética y su proyecto de civilización.
Al contrario: la respuesta debería y debe estar siempre
contenida dentro de los límites de un compromiso político
con el Estado. Esto podía comprenderse (que no
justificarse) cuando el PCI se colocaba en un contexto
internacional en el seno del cual, justamente, el
compromiso representaba la regla adecuada a la
"contención" recíproca de los bloques... en el
contexto histórico actual, cuando no hay ya armada roja,
ni victoria de Stalingrado para mantener una posición
estratégica, cuando la caída del muro de Berlín ha
sancionado la naturaleza cancerígena de los compromisos
burocráticos en la evolución del "socialismo
real", retomar, tal y como lo han hecho y lo seguirán
haciendo, este esquema del compromiso histórico, supone,
hoy día, simplemente estar corrompido. Génova ha
revelado la corrupción de las fuerzas políticas de
oposición cuando han empleado el chantaje del orden público,
la propaganda mistificadora sobre la violencia, e incluso
la defensa de la globalización capitalista, así como
otros tantos criterios, para desvalorizar el movimiento.
Pero
el movimiento de Génova, que viene de Seattle y de los
bosques de Chiapas, de los barrios de Los Angeles y de los
bantúes del apartheid, es la caballería roja de
Boudienny...
Se
han venido abajo ante la foto. El control social
posmoderno quiere ser sutil y continuo, simula
transparencia. Aquí, por el contrario, los cuerpos
tumefactos y las porras desatadas se colocan en una unión
causal directa y horrible que lleva la imagen del control
a la pesadilla del suplicio. Berlusconi es verdaderamente
un ignorante: antes ganaba dinero en el sector de la
construcción, cuando los diarios y las televisiones
norteamericanas trataban en vano de bloquear la difusión
de las imágenes de Vietnam y el derrotismo revolucionario
al que inducían...
Debería,
por tanto, recordar la extraordinaria estrategia mediática
puesta en funcionamiento, durante la "Tormenta del
Desierto", por Schwarzkopf, el Pentágono y la CNN.
La visión, la imagen, el sufrimiento y la muerte fueron
evacuados mediante una censura rígida y estática. En Génova,
las técnicas más sofisticadas del control mediático han
estallado en pedazos: cada joven tenía una cámara.
Inflación de fotos, inflación de cuerpos y de
singularidades, inflación de crueldad y de estupidez. De
un lado los Black Block y la policía, del otro, ni una
sola mirada sobre la enorme prestancia del cortejo. Pero
la multitud es singular, y cada ser singular tenía una cámara:
la multitud de fotos revela ser un arma más peligrosa que
una porra transformada en instrumento de tortura. En Génova,
Big Brother se libera de sus amos, de sus espejos, del
narcisismo y de la perversión. Mirar se convertía en
resistir, era producir una imagen contra el control, una
palabra contra el lenguaje del poder. Lo reconozco: tuve
una sonrisa amarga cuando vi en directo el progrom
policial de la escuela Diaz ? Pertini... Al día
siguiente, hablando con un camarada que ha cumplido veinte
años de prisión, tuvimos juntos una sonrisa amarga
cuando nos enteramos de lo ocurrido en Bolzaneto. Estas
carnicerías no son frecuentes, pero tampoco son raras en
las prisiones italianas: son, por decirlo así, normales
en caso de necesidad. En lo que a mí respecta, puedo dar
testimonio de al menos tres masacres en prisión, durante
mis largos años de retención en Rebibbia, en San Vittore
y en la "superprisión" de Trani... Cada
prisionero y cada militante, sea cura o laico, puede dar
testimonio, a favor de los prisioneros, de decenas, sino
de centenares de casos de torturas y de violencia ciega.
Sassari, el pasado año, es el último caso. La
documentación de la Asociación Antígona es, a este
respecto, impresionante. Todo el mundo ha podido ver cuánta
violencia pueden expresar grupos de jóvenes policías
excitados. En Trani, la sangre se extendía de manera
homogénea sobre los muros de los pasillos, y había más
gente con los dedos rotos por intentar protegerse las
cabezas de los porrazos que cabezas indemnes. Con este
camarada de prisión teníamos ganas de echarnos a reir:
aquí, en la escuela Diaz, en Bolzaneto, al menos pararon
médicos y te cuidaron; en nuestro caso, en aquella época,
permanecimos tres días y tres noches sin un médico. ¡Fueron
unas navidades espantosas, pero diferentes! ¡Eso fue
todo! Génova estaba llena de gente con cámaras de vídeo:
esperamos sus producciones. Las películas americanas nos
muestran a brutos policías en acción; esperemos que el
cine italiano, en un día no muy lejano, sea tan veraz
como el cine americano. Y, tras mi amarga sonrisa, hay
sobre todo un deseo: que nuestros gentiles intelectuales,
nuestra izquierda inteligente, nuestros soñadores
tercermundistas vengan un día a echar un vistazo a
nuestras prisiones. I care. La escuela Diaz y Bolzaneto no
son excepciones... si en adelante algún cienasta quisiera
ocuparse del infierno de manera seria, mi camarada y yo,
con una ironía frustrada, podríamos desde ahora
ofrecerle dos escenarios: un primer escenario sobre las
masacres ciegas y los traslados turbulentos de una prisión
a otra; un segundo sobre los locos (gentes que estaban
locas o que han enloquecido en prisión) encerrados en las
prisiones... Escenarios gratuitos. Cosas quizá aún más
horribles que Díaz y Bolzaneto... ¿Por qué hay
necesidad de cosas así de monstruosas para que un
movimiento pierda su virginidad?
¡Es
extraño cómo de deprisa marcha todo! Al día siguiente
de la masacre de Génova, un camarada me llama para
contarme lo que él personalmente ha vivido. Concluye su
discurso diciéndome de repente: es necesario regresar a
lo social... ¡en otoño debemos de estar preparados para
resistir, para responder, para luchar! ¡Extraño cómo
marcha todo de deprisa! Este mismo camarada, hace tan solo
un mes, me hubiera hecho un discurso casi pesimista,
cargado de un agudo sentimiento de dificultad o de
imposibilidad... Ahora me habla de los contratos de los
obreros metalúrgicos: cosas que yo creía de otra época,
dignos tiempos heroicos; pues no: añade que los
sindicalistas han comprendido ya que no se trata
simplemente de defenderse, sino sobre todo de construir un
frente común con las gentes de Génova, con los precarios
móviles, flexibles, pobres, inteligentes, aleatorios,
radicales... Reacciono expresando algunas dudas. Me
responde: si los metalúrgicos no se alían con los
precarios, en unos años serán todos precarios... El
silogismo encaja: la patronal empuja a la clase obrera a
la precariedad, la vía de la resistencia sugerida por los
sindicatos (la fuga corporativista, la construcción de
una aristocracia obrera) ya no se mantiene; es más, la
derrota está definitivamente por sancionarse en otoño,
en la globalización. ¿Qué hacer entonces, sino
anticipar un frente fuerte de todos los precarios (metalúrgicos
incluidos)? Le ruego a mi camarada que no simplifique. Sin
embargo, tengo la impresión de que esta solución es la más
lógica, y que, de todos modos, vista la velocidad tomada
por nuestra historia, esta paradójica anticipación del
destino de los obreros de la old economy no constituye
solamente una solución lógica, sino más bien una
posibilidad concreta... ¿No has visto ?añade mi camarada
metalúrgico? cuán numerosos eran los jóvenes
trabajadores de la old economy, los "nuevos
contratados", entre las gentes de Génova? Por
supuesto, no puedes haberlos visto: eran como los demás.
Estaban subsumidos por los precarios, la clase obrera volvía
a estar entre la multitud. La recomposición de las luchas
se hace, así, bajo el signo de la multitud, y cuando se
habla (tal y como Génova nos obliga a hacer) de un nuevo
"ciclo de luchas", éste se encuentra bajo la
hegemonía de la multitud.
Durante
las jornadas de Génova, unos camaradas decían en broma:
"si la izquierda quiere reconquistar Bolonia debe
aliarse con los Wu Ming (5), mientras que otros rebatían:
"¡es más fácil para un camello que para la
izquierda pasar por el ojo de la aguja!"
En
efecto, el ojo de la aguja lo constuyeron los Wu Ming...
Qué sabiduría en estas jornadas de Génova: viejos
camaradas comunistas reconocían no solamente que el
compromiso democrático ya no satisface, sino que buscarlo
constituye, con la globalización, una operación
masoquista; concluían que debemos abrirnos al movimiento
de los movimientos, que debemos de aprender de él y
comenzar a respirar un poco de aire fresco. ¿Pero por qué
el movimiento debería de aceptar esta alianza, incluso si
fuera honesta y se lo propusiera de veras? El movimiento
actúa ya sobre un terreno global, sus tiempos y sus
luchas están definidos en la globalización.
Este
movimiento es nómada, su estrategia es la del éxodo de
las prisiones nacionales, es una gran serpentina que
agrega, que hibrida y transforma los espacios y los
tiempos de la Tierra. Reconoce el Sur en el Norte, y el
tiempo de la revolución en el interior de las
metamorfosis del modo de producción. Este movimiento es
hegemónico: se encuentra, sin contradicciones, en el
centro de Europa y en los bosques de Chiapas; en los
Estados Unidos, en los desiertos y en las megalópolis
africanas; en las revueltas de los estudiantes indonesios
y en la creciente resistencia e indignación de los
intelectuales rusos... La izquierda italiana tan solo
tiene una posibilidad: ponerse al servicio de este
movimiento hegemónico (por otra parte, esta reconfiguración
de los poderes entre izquierda y movimiento de movimientos
estaba ya en marcha antes de Génova). En Génova podían
ya verse diputados y administradores locales, para quienes
la referencia política no está ya constituida por los
viejos partidos parlamentarios, sino más bien por el
movimiento. La legitimación de la acción administrativa
es dada por los deseos que los movimientos interpretan, se
pliega y se conforma con las exigencias del movimiento y
con la generosidad de los operadores de base... En la
mundialización, la "/traslatio/", la
transferencia de poderes se realiza en dos direcciones: de
un lado, el poder imperial; del otro, el movimiento de
reapropiación de la riqueza y de la libertad. ¿Qué
viene entonces a hacer aquí la izquierda y su lúgubre
tradición? El comunismo es una cosa demasiado seria para
dejársela a los pajarracos. ¡Viva los Wu Ming!
La
masacre de Génova no es casual, no es azarosa; no resulta
un "inconveniente": fue una decisión. Hipótesis:
las cosas se decidieron por Fini contra Berlusconi, por
los Carabinieri contra la Policía... Estupideces. En el
fondo de esta decisión, como tantas otras veces, no
existe una voluntad clara, sino intenciones que oscilan.
¿Cuál es el gobierno mundial que nosotros queremos? se
preguntan políticos y policías. La acción represiva
proviene de la respuesta que ellos dan a esta cuestión.
Dos soluciones se presentan (al menos en apariencia). De
un lado está el modelo que hasta hoy parecía imponerse,
que es el de un imperio aristocrático, es decir el de la
finanza internacional y las multinacionales productivas.
En este modelo, la aristocracia juega un papel de
intermediación entre un poder monárquico central
(actualmente representado grosso modo por la capacidad
militar, monetaria y comunicacional de la presidencia
norteamericana, por las tres Romas que la constituyen: los
militares de Washington, los financieros de New York, los
actores de Los Angeles) y una democracia que, a través de
la ONU, de las ONG, de los movimientos, se expresa a lo
largo y ancho del mundo. Existe, así, una fuerza que
modera el poder imperial: es fundamental hacerle sitio a
este movimiento. Pero hay otra hipótesis un poco más
reaccionaria. No son Fini ni Baget-Bozzo quienes la
producen, ni sus acólitos dentro de la policía y de la
iglesia, sino que ocurre que se encuentran bien ahí? por
tradición ideológica o teológica. Es la hipótesis del
Imperio bizantino. Aquí, el equilibrio y el carácter
subsidiario de los tres poderes, monárquico, aristocrático
y democrático desaparecen. El poder monárquico lo
acapara todo, su definición es la defensa espacial. Las
redes internacionales mediante las cuales se ha producido
el valor a partir del trabajo y de la tierra, se cierran
de manera mística. En los grandes relieves absidales que
circundan los mosaicos bizantinos, el soberano está
rodeado de doce apóstoles y de doce signos del
Apocalipsis. En otros términos: hay gentes en el poder
que piensan que la libertad de producir y de apropiarse de
la riqueza por parte de los patronos, no tiene límites, y
que esta libertad debe ser protegida de manera absoluta.
En el presente y en el futuro, la defensa espacial
significa esto: un investimento contra el futuro, contra
toda resistencia por venir.
Pero
regresemos al presente. En Génova, del lado del poder están
los bizantinos, los fascistas, los clericales que han
triunfado, y no los pequeños bedeles que vienen a
exhibirse a Palazzo Chigi y Motecitorio (6). La cosa es
bastante más peligrosa, puesto que es en el centro del
Imperio en donde estas alternativas se piensan. Pero Génova
responde de manera anticipada: es una cascada de bárbaros,
una erupción volcánica, la única innovación posible.
La
muerte de Carlo Giuliani: eso también es Génova. Un
chaval sencillo que responde a las provocaciones de la
policía, del poder bizantino, armándose con lo que
encuentra en la calle, palos y piedras. Está muerto. Fue
asesinado. Se le acusa de ser violento: ¿pero es violento
indignarse? Spinoza define la indignación como el odio
hacia alguien que ha hecho mal a otra persona. Y añade
que la indignación parece presentarse como una suerte de
equidad. Pero hoy día, más allá de Spinoza, hay una
redundancia, un excedente de amor que circula en la
sociedad de los jóvenes, en la nueva forma de producir,
en la nueva composición de clase, entre estas gentes
precarias pobres inteligentes que son la innovación del
mundo hay, así, un excedente de amor que va más allá de
la equidad de la indignación. En el sacrificio extremo de
Carlo Giuliani nosotros leemos una violencia transfigurada
por el amor. Hemos afirmado un poco más arriba que el
movimiento tejía su subjetividad en torno* al trabajo
femenino; mejor, sobre un trabajo que ha devenido mujer.
Hasta en la tragedia de Carlo Giuliani leemos este amor
desbordante y desmesurado: la pobreza que está próxima a
la muerte, reorganiza muriendo su amor por el mundo, por
la transformación, por el futuro.
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Notas
(1)
Valle Giulia fue el escenario de uno de los primeros
enfrentamientos entre estudiantes y las fuerzas del orden
en 1968.
2)
Piero Ottone dirigió el diario Corriere Della Sera en los
años 70.
(3)
Don Ciotti es un cura muy conprometido con las luchas
sociales. Milita del lado de los inmigrantes, de los
presos y de los toxicómanos.
(4)
Don Gallo es un cura con un gran compromiso con el
movimiento NO Global.
(5)
Wu Ming es un taller de producción de servicios
narrativos, animado por un colectivo de agitadores de la
escritura. En chino, Wu Ming significa "anónimo".
Entre los miembros fundadores de Wu Ming se encuentra
Roberto Bui.
(6)
Palazzo Chigi y Montecitorio son, respectivamente, los
edificios de la presidencia del Consejo de Ministros y de
la Asamblea nacional.
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