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  ARTÍCULOS: ARCHIVO

 

 

Toni Negri, libre
El fiscal del Imperio

 
 
 

Toni Negri 

 

El 25 abril es en Italia el día del fiesta nacional, el aniversario de la Liberación. El 25 de abril, Toni Negri saldó definitivamente sus cuentas con la justicia y las prisiones italianas. Está libre. Condenado a 17 años y 4 meses de reclusión por asociación subversiva, responsabilidad moral en los desórdenes sociales y políticos de los años 70, actos vandálicos y otras manifestaciones y pensamientos no autorizados, ya había cumplido entre 1979 y 1983 más de cuatro años y medio en una de las prisiones de alta seguridad donde esperaba que sus procesos se efectuasen: en Italia, en virtud de las leyes antiterrorismo, el encarcelamiento preventivo no tiene límites cuando se trata de cargos de acusación política.

Definitivamente bloqueado desde 1986 - como todos los acusados de su proceso -llamado "Proceso del 7 de abril" - le quedaban doce años de prisión cuando regresó a Italia, en 1997, después de catorce años de exilio en Francia. Tras dos descuentos de condena generales y un cierto número de reducciones de condena por "buena conducta" , su encarcelamiento se redujo a seis años: uno en la prisión de Rebibbia (1997-1998), otro de encarcelamiento en régimen de trabajo externo (1998-1999, el preso estaba autorizado a salir de prisión cada día para trabajar), uno más de régimen abierto con obligación de no dejar Roma y de volver a dormir en la prisión cada noche (1999-2000) y, finalmente, tres años de libertad vigilada con arrestos domiciliarios nocturnos.

Negri, durante esos años, trabajó junto a Michael Hardt en el ensayo Imperio, un libro que lo devolvió al centro de la escena política e intelectual mundial y con el que cosechó tantas críticas como seguidores. Su finalmente recuperada libertad le permitirá, entre otras cosas, poder aceptar las múltiples invitaciones que le han hecho para debatir su teoría y presentar, fuera de Italia, la nueva versión de libro, actualizada tras política de invasión armada que ha llevado adelante los Estados Unidos en los últimos tiempos. En esta entrevista realizada por Javier Esteban, en octubre del 2002 y publicado por el sitie Rebelión (www.rebelión.org) habla acerca de la actualización de Imperio, nacida al calor del atentado del 11 de setiembre, pero también de Seattle y Porto Alegre.

 

La guerra y el control imperial

Antonio Negri es catedrático de Teoría del Estado por la Universidad de Padova. Ideólogo de diversos grupos radicales durante los años setenta, entre los que destaca Autonomía Obrera, Negri ha pasado por casi todo: subversión, persecución, procesamiento, elección como diputado por las listas del partido Radical, exilio en Francia (que nunca concedió la extradición), condena por terrorismo e insurrección contra los poderes del Estado, cárcel, arresto domiciliario... Ello no ha impedido que Antonio Negri siga investigando, interpretando, elaborando teorías y publicando. Algunas de sus obras más son: Descartes político, El poder constituyente, Spinoza subversivo y Marx más allá de Marx. Su último trabajo ha sido un gran acontecimiento editorial en Estados Unidos y gran parte de Europa: Imperio, escrito junto a Michael Hardt, vuelve a colocar a Negri como pensador de su tiempo, no sin haberse desatado en torno al libro una intensa polémica en los ambientes intelectuales de izquierda. Negri afirma que ejerce un trabajo intelectual alejado de la política.

- Su libro Imperio está escrito entre la guerra del Golfo y la guerra de los Balcanes. Ahora preparan ustedes una segunda parte del libro ¿Qué acontecimientos internacionales están teniendo en cuenta para ello?

- El 11 de septiembre, la reaparición violentísima de la cuestión de Oriente Medio y el nacimiento del movimiento contra la globalización, desde Seattle a Génova pasando por Porto Alegre... Estos hechos reflejan que estamos en una situación de gran movimiento. En nuestra opinión (hablo también por Michael Hardt, coautor del libro) no se han modificado las características que se dieron con la caída del bloque soviético. La situación, para nosotros, "se ha perfeccionado", si se puede decir así. Por un lado, los modos de control imperiales se han integrado con la guerra. Hemos pasado de una sociedad disciplinaria a un régimen de control, en la línea de lo que Foucault explicó en épocas diversas, pero la guerra interviene y perfecciona estos sistemas de control. Los perfecciona, en primer lugar, tomando las formas de control normales que el capital desarrolla. Cada vez más, en el terreno de producción, las viejas relaciones mundiales vienen deshaciéndose. Y esto significa que el imperio procede.

Profesor, ¿cómo definiríamos "imperio"?

Cuando definimos el imperio no nos referimos nunca a un acto, sino a un proceso. La guerra interviene y por eso la llamamos guerra constituyente. Con Clausewitz se decía que la guerra era la continuación de la política por otros medios. Después del 11 de septiembre se puede decir que la guerra es la fundación de la política y, por tanto, estamos en una situación que completa el proceso que entrevemos en imperio. Otro elemento sería la aparición de las masas como un horizonte de ruptura, de agitación posible; de procesos de lucha anticapitalistas que aparecen como antiglobalización pero que constituyen los verdaderos movimientos globales. Y estos movimientos han tomado una importancia extraordinaria, basta observar lo que sucedió en Roma, donde las fuerzas no globales se han unido a las sindicales y tres millones de personas se han manifestado en la calle. Estos son cosas muy importantes que están pasando y que demuestran por un lado que el desarrollo hacia el imperio va avanzando y que con el 11 de septiembre ha desaparecido la ilusión de insularidad americana, de estar al margen de lo que pasa en el mundo. No son una isla y están expuestos, como todos, a los efectos de la globalización. Por primera vez, aparece además una oposición al imperio a su mismo nivel.
Una de las tesis centrales de su libro es la decadencia histórica del Estado-Nación como continente de poder. Sin embargo, si observamos los últimos acontecimientos, tenemos la impresión de que el ejecutor de lo que ustedes llaman "imperio" viene a ser el ejército nacional de los Estados Unidos, concretamente lo que llaman complejo militar industrial.
Nosotros pensamos que el imperio americano no existe como tal. No negamos que los estados nacionales existan y que sean eficaces, decimos simplemente que estamos ante un progresivo traspaso de la soberanía del Estado-Nación a algún lugar diverso. Pensamos que también los Estados Unidos están en este proceso. Los Estados Unidos han intentado, a través de su clase política -por lo demás bastante corrupta-, imponer una unilateralidad americana sin conseguirlo, que acaso sí puede plantearse a nivel militar. Pero además del poder militar, la soberanía es potencia monetaria, potencia cultural y toda una serie de elementos que ponen en entredicho la posibilidad de los Estados Unidos de actuar por su cuenta. No podemos olvidar que la integración de las corporaciones multinacionales es fortísima, incluido el complejo militar industrial, que es también transnacional.

Chomsky habló en Porto Alegre de la existencia de un poder ilegítimo que ha secuestrado la soberanía a los pueblos...

Estimo mucho el testimonio de Chomsky: Su ejemplo moral, su toma de posición, su defensa de los pueblos oprimidos y de las personas perseguidas. Creo, en cualquier caso, que su discurso está seriamente limitado por un concepto de poder que es demasiado moralista. El problema de la legitimidad o la ilegitimidad del poder es un problema que se puede proponer sólo a partir de ciertos niveles de fuerza, de ciertos niveles de choque. Efectivamente, hay poderes ilegítimos desde un punto de vista moral, pero la respuesta moral, aunque tiene un gran valor, queda ahí, no va a más. El problema es entender cómo el imperio (es decir, esta serie de procesos a través de los cuales el poder capitalista sobre el mundo se refuerza) puede ser contestado; cómo se puede luchar con eficacia frente a lo que hay.

Usted habla de lucha, pero ¿desde qué posiciones es posible contestar al poder emergente?

Esta posibilidad nace solamente de un análisis interno a este proceso, y nace de la convicción de que el fenómeno de mando capitalista tiene una naturaleza parasitaria. La fuerza del trabajo, en la medida en que se hace inmaterial o intelectual gracias a la informática y a la tecnología que sirve a la cooperación efectiva de los trabajadores, desenmascara la naturaleza parasitaria del capitalismo. Por eso aparece la corrupción interna del poder capitalista. El poder capitalista ha tenido a lo largo de la historia funciones ligadas a la organización de la producción capitalista. Ha cumplido una función en el gran paso de la agricultura a la industria a través de instrumentos de mando. Pero el paso de la industria a la producción inmaterial, intelectual, es necesariamente un paso a través de la democracia o las formas de libertad. El hombre no produce si no es libre, y la caída de la Unión Soviética, siendo una potencia enorme desde el punto de vista científico y militar, se ha producido porque no había libertad.

Sorprende ver que ustedes hablan de amor en su libro como parte constitutiva del carácter del nuevo militante, siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís. Frente a ello, está la lucha de clases que Marx consideraba motor de la Historia.

No he visto lo que usted dice... Cuando Marx habla del odio de clases no se refiere a algo que caracterice a la militancia. Habla de ello como algo propio de las estructuras. Odio, en el sentido de odio a la explotación. Que es algo que debemos tener también ahora. Cuando hablo de amor aludo a dos cosas: por una parte, antes que nada, a la pobreza. Pensemos que el desarrollo capitalista, junto a la transformación del hombre, conlleva injusticias enormes: el capitalismo es un mecanismo que se basa en la exclusión. "Yo acepto que tú entres en mi mecánica, pero debo excluir a los otros". Esa exclusión crea pobreza. Pero la pobreza no se encuentra sólo en el sur o el Tercer Mundo, la pobreza está dentro de nuestras sociedades, y de manera acuciante. Podemos encontrar en Los Ángeles una pobreza tan horrorosa como en África, al igual que en África podemos encontrar desarrollo y ricos, con gentes de las corporaciones que participan en ello de manera tan fuerte como sucede en nuestros países. Cuando se habla de amor, como digo, se habla de pobreza en primer lugar. Al respecto, en el marxismo el concepto de pobreza estaba limitado a una realidad económica y basta. Nunca se ha hablado de los pobres como sujetos en el proceso revolucionario: al contrario, los pobres daban miedo, representaban el ejército reservista, la posibilidad de que llegaran para sustituir a los que trabajan. Para nosotros el problema fundamental es hacer comprender que la pobreza es algo que el capitalismo produce, que es funcional a su desarrollo. En segundo lugar, al introducir el concepto de amor nos encontramos ante el hecho de querer reconstruir la pasión, que es la base de la militancia. Si Maquiavelo habla de religiones como grandes organizaciones, Francisco de Asís decía siempre que las grandes religiones se han renovado a través del retorno a los orígenes. Esto es algo que está en el viejo republicanismo, por ejemplo en la Constitución americana, con su sueño del retorno a los orígenes como democracia. Creo que hay una necesidad de abrir un debate sobre la militancia, respecto a aquellos que son los orígenes del comunismo. Orígenes del comunismo que en Europa han estado marcados por la capacidad de resistencia, por la construcción del sindicato, de las cooperativas, por alzar el nivel de vida a través de asociaciones de trabajadores. Todo ello reconociendo lo importante del bien común en cuanto trabajadores.

¿Qué papel desempeñan el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional en este proceso imperial?

En la medida en que avanza la globalización, el FMI empieza a utilizarse monetariamente para imponer unas normas globales, no como un brazo armado sino como instrumento de consenso que decide las políticas de desarrollo económico capitalista coherente.

Pero para los movimientos antiglobalización es un centro de decisiones vital del capitalismo...

Sí. Nosotros, en el libro, utilizamos una imagen de Polibio: el imperio como una constitución mixta donde se combinan monarquía y aristocracia. La función monárquica estaría representada por el FMI y el BM. Las multinacionales serían las aristocracias de este orden mundial.

¿Hasta qué punto lo que llaman desarrollo capitalista no es el desarrollo de una fuerza titánica técnica, de hecho fuera de control de la humanidad, sobre la que construimos ilusiones politícas?

Hay que mirar hacia atrás, ir al concepto de capital y de industria. El capital siempre ha tenido una figura doble: capital y operarios, capitalistas y sociedad. La industria es, desde este punto de vista, uno de los pasajes. A día de hoy somos postindustriales, lo que significa que no hay tantos lugares donde se organiza el trabajo de las masas, sino redes donde se organiza un trabajo intelectual fuertemente productivo. Hemos pasado de una sociedad industrial a una sociedad inmaterial, de redes. Y este pasaje a las redes tiene dos aspectos: un capital que quiere meter las manos en esta red, apoderarse de ella controlando sus accesos e intentando controlar su circulación. El otro aspecto es la propia red.

El Foro Social mundial ha denunciado el intento deprivatizar las patentes de descubrimientos en biogenética o de apoderarse del espacio ultraterrestre....

Efectivamente, hay un intento de apropiarse de todo ello. Frente a ello, debemos resistir de manera muy fuerte y permitir que quede abierta la red, construyendo un tipo de sociedad intelectual nueva.

¿Cuál sería el impacto de lo que Hunginton llama "guerra de civilizaciones" en la conformación actual del poder que ustedes analizan?

Ese concepto de Hungtinton tiene su origen en una política americana fuertemente hegemónica, en los años 70. Pienso que el libro de Hunginton es un poco el Mein Kampf de la derecha reaccionaria americana. Ya en los años setenta había publicado un libro sobre la crisis de la democracia que allanó el terreno al fenómeno Thatcher y Reagan. Es un hombre de la extrema derecha americana. Hoy se intenta, se ensaya esta opción a nivel mundial. Pero afortunadamente la situación ha cambiado y ni siquiera Berlusconi puede hacer aquello que hizo la Thatcher y ha fallado en su tarea de romper los sindicatos. Aquí, en el continente, no se puede hacer eso. En 1995, Jupé lo intentó en Francia y no pudo contra los trabajadores del metro y los ferrocarriles. Ésta es la grandeza del proceso abierto. De este concepto de una sociedad integrada donde los trabajadores sean ciudadanos con derechos que tratan de compartir, abriendo la sociedad a los inmigrantes.

Sin embargo, la inmigración parece haber hecho bascular muy a la derecha a las sociedades europeas, incluido el fenómeno del Frente Nacional en Francia, que llegó a ser el primer partido en voto obrero.

Sabe, ésas son cosas que se dicen y que yo no acabo de ver. Puede que ahí estén los viejos cansados de trabajar, que tienen que defenderse de la vida... Son variaciones electorales. También en la Italia del norte muchos obreros han votado a Berlusconi, lo que significa bien poco. Otro asunto son las nuevas generaciones, que trabajan con gran movilidad, cambiando constantemente de puesto de trabajo. Se trata de grupos de trabajadores intelectualizados libres que no tienen nada que ver con esa otra gente vieja. Éstos conforman la militancia antiglobalizacíón y sindical nueva.

Más o menos usted estaría definiendo en esos militantes lo que el sociólogo Immanuel Wallerstein denomina nuevo sujeto histórico crítico.

Sí, creo efectivamente que sí. Una nueva figura del trabajador, intelectual, móvil, flexible. Ése podría ser el nuevo sujeto histórico crítico, sin olvidar que en el movimiento se da una multiplicidad de potencia singular. Pero entiendo que es importante saber que las protestas son un proceso abierto, y no hay que recargarlas de ideología.

La sombra de las Brigadas Rojas reaparece como un fantasma tras el asesinato del profesor liberal Biagi, justo en el momento en que en Italia se discute con virulencia sobre las reformas sociales, en cuya comisión trabajaba el fallecido. ¿Qué interpretación da usted a estos hechos?

Creo que el asesinato del profesor Biagi es un hecho aislado. Podrían ocurrir otros, pero son hechos aislados que no tienen nada que ver con la realidad italiana, con fenómenos sociales auténticos. Nada que ver con la lucha armada de los años setenta que tenía raíces sociales fortísimas y organizaciones poderosas detrás. Hoy por hoy, son golpes de cola de algún grupito aislado sin ningún tipo de referencia con la lucha real del país. Dicho esto, hay que añadir que ha habido una derrota de la izquierda en Italia por largo tiempo esperada. El problema de Italia no es Berlusconi, es la izquierda que no ha sido capaz de frenar mínimamente lo que ha sucedido, una izquierda vergonzante y reformista que cede continuamente, incapaz de defender lo que representa.

El caso Berlusconi, empresario hecho político, ¿representa una anomalía en la política europea o su modelo tiene futuro?

Berlusconi representa un modelo muy complejo. Nace en medio de una situación de dominio televisivo, junto a un desarrollo enorme de la industria del norte de Italia. Es un fenómeno pegado al territorio, donde en muy poco tiempo se produce la transformación de un proyecto industrial en un proyecto político.

Forza Italia, partido que gobierna en coalición en Italia, surgió en pocos meses y ganó en coalición las elecciones del 94 por sorpresa, pero hoy es un fenómeno político consolidado.

En esas circunstancias se desarrolló. Y demostró tener una gran inteligencia. Detrás había unos capitales, posiblemente de origen mafioso. Berlusconi representa, como digo, una forma de dominio del territorio que contempla la transformación de una red industrial en una red política y que conlleva algo monstruoso, un programa de violencia puramente industrial. Que esto pueda ponerse de moda en Europa no me parece nada posible. Sí, a lo mejor, su forma de usar los medios y el dominio del territorio, pero el fascismo berlusconiano, típicamente italiano, tiene una violencia verbal y un populismo que son de aquí. Por lo demás, basta ver los últimos movimientos en las calles (Ndr: se refiere a las masivas manifestaciones de la izquierda italiana contra la reforma laboral) para comprender la debilidad del fenómeno.

¿Cuál es su relación con la dirección del movimiento No Global italiano, en particular con Casarini, su coordinador?

Yo no hago política. Trabajo intelectualmente. Soy un profesor, pero en Italia ni siquiera tengo esa consideración. Soy un preso político. Todas las noches tengo que dormir en casa. Estoy bajo arresto domiciliario nocturno. No puedo abandonar la ciudad de Roma sin permiso.

El movimiento antiglobalización marcó en Porto Alegre distancias con lo ocurrido en Génova, con la imagen violenta y las provocaciones ¿Es la estrategia correcta?

No creo que pueda hablarse de violencia de los No Global en Génova. Más bien lo que ocurrió es que hubo resistencia por parte de éstos a un ataque de gran virulencia de la policía. Una verdadera guerra de baja intensidad. Las voces críticas son voces que temen que se estigmatice al movimiento, pero en realidad lo que pasó es que el movimiento demostró su capacidad de gestión no aceptando el escenario que quería la policía con su provocación. Querían llevarlos a una situación de "intifada europea".

Pero hubo mucha violencia entre las filas antiglobalización. ¿La achaca a la infiltración policial?

¡Qué va! Se trata de pequeñas bandas de anarquistas estúpidos. Personas con ganas de bronca que siempre aparecen en estas manifestaciones, en las que participaron seiscientas mil personas. En París no recuerdo una sola manifestación de más de cincuenta mil personas sin incidentes.

Gentileza de http://www.lavaca.org

 


 

Así comenzó la caída del Imperio
Por Toni Negri

 

 

Durante los preparativos de Génova, el Corriere Della Sera y otros diarios retomaron el "rap" infame e ingenuo de Pasolini sobre Valle Giulia (1): "policías hijos del pueblo, estudiantes hijos de papá". Pero la situación se ha invertido, incluso si nuestros periodistas más favorecidos, enteramente al unísono con el poder, no se han dado cuenta de ello. Génova ha sido la expresión de la precariedad. Los jóvenes manifestantes de Seattle, Goteborg, Quebec-City y Génova son todos "hijos del pueblo", y no tienen ni tendrán salario durable, en tanto que los policías de Génova se benefician de la perennidad del salario y reciben importantes primas por situaciones escabrosas, con retirada a los cuarenta y cinco años y la seguridad de otro empleo, desde el momento mismo en que sus cabellos comienzan a blanquear. Es extraño que los celadores del régimen no comprendan estas pequeñas novedades: Génova ha sido la expresión de los "obreros sociales", móviles, flexibles, pobres, inteligentes, aleatorios, radicales...

Esta nueva composición del proletariado, o como hoy día se dice, de la multitud, de una multitud de pelo corto y PC como arma (el PC como capacidad autónoma de trabajo, como herramienta integrada en el cerebro, sin necesidad de un patrón que se lo preste a cambio de trabajo).

Estas gentes no entienden por qué es necesario un patrón; y, sobretodo, no comprenden por qué el capitalismo, el mercado capitalista, la globalización capitalista de los cambios deberían ser considerados como "naturales", necesarios y esenciales; no comprenden por qué los pobres jóvenes Negros son puestos a trabajar como esclavos y los proletarios occidentales se ven privados de empleo. No comprenden por qué el G8 administra un mundo en el que la pobreza se ha convertido condición humana, en donde la ostentación de la riqueza y el poder que la garantiza representa la única moral.? ¡No! ¡Esta situación es indignante! La multitud de Génova es pobre y rebelde. Antes de que se produzcan otros desastres, sería bueno que nuestros periodistas recordaran aquello que escribía Goffredo Parise en primera página del Corriere Della Sera en la lejana época en la que Piero Ottone dirigía el diario (2): "algo verdaderamente bello sería que los burgueses (quienes se sientan ofendidos, que escriban cartas al director) comprendieran de una vez para siempre que los pobres siempre tienen razón, en todos los sentidos y en todos los dominios".

Los sociólogos militantes nos dicen que la precarización es femenina. El trabajo se feminiza con la precariedad, expresa esta indistinción entre producción y reproducción, entre trabajo y servicio que, desde tiempos inmemoriales, caracteriza el trabajo de las mujeres: La indistinción entre el tiempo de la vida y el tiempo de trabajo. La multitud precaria de Génova era femenina; esta multitud que la violencia del Estado y la arrogancia del G8 ha encerrado en una orgía de represión. De este modo, fue femenino evitar el enfrentamiento. Agnoletto y Casarini han aferrado esta sensibilidad en la asamblea del estadio de Génova, al rechazar continuar el enfrentamiento durante la noche, tras el asesinato de Carlo Giulani. Si no se hubiera hecho de este modo, todos estaríamos aún hundidos en el caos y en la muerte. Me acuerdo de ciertas noches de guerrilla urbana a comienzos de los años setenta. La policía, vacilante y amedrentada, se convirtió en una bestia feroz. Nosotros éramos verdaderamente malvados, y resistíamos como guerreros. Pero ahora todo es diferente. No hay ya vanguardia, sino multitudes en las barricadas; no hay Black Block exaltados, sino trabajadores precarios, móviles, fexibles, pobres, inteligentes, aleatorios, radicales. Mujeres y adolescentes. Muchos llevan piercing. Y, cuando en la prisión de Bolzaneto, a una joven le arrancaron el aro de su nariz, eso fue horrible, tan horrible, simbólicamente, como el asesinato de Carlo Giulani. La consigna de la mayoría de los manifestantes en Génova fue, así, la de sustraerse a la violencia: traducción del deseo del proletariado social y precario de sustraerse a la explotación. Una consigna de éxodo: no a la violencia, no al trabajo. Alejémonos, vayámonos de esta mefítica atmósfera de violencia en la que se deleitan los fascistas, los policías, el G8, los diplomáticos y periodistas cínicos... Así han caído los Imperios. Es necesario leer a Gregorovius, pero antes que él a Montesquieu y Gibbon.

Había muchos frailes, monjas, jóvenes católicos, protestantes e incluso musulmanes. ¿Génova movimiento religioso? ¿Movimiento organizado por la compasión? Así les ha parecido a los patronos capitalistas, que saben ser ateos y francmasones cuando temen el deseo y la utopía.? ¡Idiotas! Existe, ciertamente, una religión que asciende a las alturas, hacia las delicias místicas y las neblinas new-age? todos estos compasivos señores no estaban en Génova, por cierto. Pero hay también una religión que se alza desde abajo, que no es compasión sino fraternidad, pasión vivida con los otros, con los pobres, con los afligidos, con los explotados, con los precarios y los deprimidos, con las gentes solas y desatendidas, con los prisioneros, y, tal y como dicen frecuentemente la Torá y los Evangelios, con las viudas... Es una religión de los cuerpos, una religión de la compasión bíblica vuelta hacia la mujer que ha perdido el hombre con el que gozaba. Este tipo de religión verdaderamente estaba presente en Génova. Era muy hermoso ver a don Ciotti (3) y a don Gallo (4) bailar el rito de los Indios de la pradera y del deseo. Es en esos momentos cuando la compasión deviene construcción de un deseo común, cuando la generosidad y el don se oponen a la razón de cambio mercantil; es en esos momentos que la religiosidad se revela: no en la penumbra hipócrita de las iglesias, sino en la claridad de una contestación global y misionera, gritada a nivel mundial. Ella hace parte, necesariamente, de ese gran movimiento de éxodo del capitalismo que las multitudes de Génova dibujan.

En torno a Génova hemos visto agitarse los fantasmas del pasado. Los Zombis. Partido de lucha deviene partido de gobierno, el caso de los demócratas de izquierda (Democratici di Sinistra), ha sido muy desagradable. No hablo de la línea esquizofrénica mantenida frente al Genoa Social Forum, ni de las amanezas dirigidas contra militantes (sobre todo sindicalistas) que deseaban participar en las manifestaciones. El problema está en otra parte, y concierne al compromiso profundo (muy en su tradición) de esta fuerza política con las instituciones estáticas y sociales de la disciplina y del control. Los DS (al igual que sus ancestros del PCI, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial) jamás han considerado la respuesta popular como una fuerza de oposición autónoma con respecto de las instituciones capitalistas, ni como la expresión de una potencia que de manera autónoma manifiesta su propia ética y su proyecto de civilización. Al contrario: la respuesta debería y debe estar siempre contenida dentro de los límites de un compromiso político con el Estado. Esto podía comprenderse (que no justificarse) cuando el PCI se colocaba en un contexto internacional en el seno del cual, justamente, el compromiso representaba la regla adecuada a la "contención" recíproca de los bloques... en el contexto histórico actual, cuando no hay ya armada roja, ni victoria de Stalingrado para mantener una posición estratégica, cuando la caída del muro de Berlín ha sancionado la naturaleza cancerígena de los compromisos burocráticos en la evolución del "socialismo real", retomar, tal y como lo han hecho y lo seguirán haciendo, este esquema del compromiso histórico, supone, hoy día, simplemente estar corrompido. Génova ha revelado la corrupción de las fuerzas políticas de oposición cuando han empleado el chantaje del orden público, la propaganda mistificadora sobre la violencia, e incluso la defensa de la globalización capitalista, así como otros tantos criterios, para desvalorizar el movimiento.

Pero el movimiento de Génova, que viene de Seattle y de los bosques de Chiapas, de los barrios de Los Angeles y de los bantúes del apartheid, es la caballería roja de Boudienny...

Se han venido abajo ante la foto. El control social posmoderno quiere ser sutil y continuo, simula transparencia. Aquí, por el contrario, los cuerpos tumefactos y las porras desatadas se colocan en una unión causal directa y horrible que lleva la imagen del control a la pesadilla del suplicio. Berlusconi es verdaderamente un ignorante: antes ganaba dinero en el sector de la construcción, cuando los diarios y las televisiones norteamericanas trataban en vano de bloquear la difusión de las imágenes de Vietnam y el derrotismo revolucionario al que inducían...

Debería, por tanto, recordar la extraordinaria estrategia mediática puesta en funcionamiento, durante la "Tormenta del Desierto", por Schwarzkopf, el Pentágono y la CNN. La visión, la imagen, el sufrimiento y la muerte fueron evacuados mediante una censura rígida y estática. En Génova, las técnicas más sofisticadas del control mediático han estallado en pedazos: cada joven tenía una cámara. Inflación de fotos, inflación de cuerpos y de singularidades, inflación de crueldad y de estupidez. De un lado los Black Block y la policía, del otro, ni una sola mirada sobre la enorme prestancia del cortejo. Pero la multitud es singular, y cada ser singular tenía una cámara: la multitud de fotos revela ser un arma más peligrosa que una porra transformada en instrumento de tortura. En Génova, Big Brother se libera de sus amos, de sus espejos, del narcisismo y de la perversión. Mirar se convertía en resistir, era producir una imagen contra el control, una palabra contra el lenguaje del poder. Lo reconozco: tuve una sonrisa amarga cuando vi en directo el progrom policial de la escuela Diaz ? Pertini... Al día siguiente, hablando con un camarada que ha cumplido veinte años de prisión, tuvimos juntos una sonrisa amarga cuando nos enteramos de lo ocurrido en Bolzaneto. Estas carnicerías no son frecuentes, pero tampoco son raras en las prisiones italianas: son, por decirlo así, normales en caso de necesidad. En lo que a mí respecta, puedo dar testimonio de al menos tres masacres en prisión, durante mis largos años de retención en Rebibbia, en San Vittore y en la "superprisión" de Trani... Cada prisionero y cada militante, sea cura o laico, puede dar testimonio, a favor de los prisioneros, de decenas, sino de centenares de casos de torturas y de violencia ciega. Sassari, el pasado año, es el último caso. La documentación de la Asociación Antígona es, a este respecto, impresionante. Todo el mundo ha podido ver cuánta violencia pueden expresar grupos de jóvenes policías excitados. En Trani, la sangre se extendía de manera homogénea sobre los muros de los pasillos, y había más gente con los dedos rotos por intentar protegerse las cabezas de los porrazos que cabezas indemnes. Con este camarada de prisión teníamos ganas de echarnos a reir: aquí, en la escuela Diaz, en Bolzaneto, al menos pararon médicos y te cuidaron; en nuestro caso, en aquella época, permanecimos tres días y tres noches sin un médico. ¡Fueron unas navidades espantosas, pero diferentes! ¡Eso fue todo! Génova estaba llena de gente con cámaras de vídeo: esperamos sus producciones. Las películas americanas nos muestran a brutos policías en acción; esperemos que el cine italiano, en un día no muy lejano, sea tan veraz como el cine americano. Y, tras mi amarga sonrisa, hay sobre todo un deseo: que nuestros gentiles intelectuales, nuestra izquierda inteligente, nuestros soñadores tercermundistas vengan un día a echar un vistazo a nuestras prisiones. I care. La escuela Diaz y Bolzaneto no son excepciones... si en adelante algún cienasta quisiera ocuparse del infierno de manera seria, mi camarada y yo, con una ironía frustrada, podríamos desde ahora ofrecerle dos escenarios: un primer escenario sobre las masacres ciegas y los traslados turbulentos de una prisión a otra; un segundo sobre los locos (gentes que estaban locas o que han enloquecido en prisión) encerrados en las prisiones... Escenarios gratuitos. Cosas quizá aún más horribles que Díaz y Bolzaneto... ¿Por qué hay necesidad de cosas así de monstruosas para que un movimiento pierda su virginidad?

¡Es extraño cómo de deprisa marcha todo! Al día siguiente de la masacre de Génova, un camarada me llama para contarme lo que él personalmente ha vivido. Concluye su discurso diciéndome de repente: es necesario regresar a lo social... ¡en otoño debemos de estar preparados para resistir, para responder, para luchar! ¡Extraño cómo marcha todo de deprisa! Este mismo camarada, hace tan solo un mes, me hubiera hecho un discurso casi pesimista, cargado de un agudo sentimiento de dificultad o de imposibilidad... Ahora me habla de los contratos de los obreros metalúrgicos: cosas que yo creía de otra época, dignos tiempos heroicos; pues no: añade que los sindicalistas han comprendido ya que no se trata simplemente de defenderse, sino sobre todo de construir un frente común con las gentes de Génova, con los precarios móviles, flexibles, pobres, inteligentes, aleatorios, radicales... Reacciono expresando algunas dudas. Me responde: si los metalúrgicos no se alían con los precarios, en unos años serán todos precarios... El silogismo encaja: la patronal empuja a la clase obrera a la precariedad, la vía de la resistencia sugerida por los sindicatos (la fuga corporativista, la construcción de una aristocracia obrera) ya no se mantiene; es más, la derrota está definitivamente por sancionarse en otoño, en la globalización. ¿Qué hacer entonces, sino anticipar un frente fuerte de todos los precarios (metalúrgicos incluidos)? Le ruego a mi camarada que no simplifique. Sin embargo, tengo la impresión de que esta solución es la más lógica, y que, de todos modos, vista la velocidad tomada por nuestra historia, esta paradójica anticipación del destino de los obreros de la old economy no constituye solamente una solución lógica, sino más bien una posibilidad concreta... ¿No has visto ?añade mi camarada metalúrgico? cuán numerosos eran los jóvenes trabajadores de la old economy, los "nuevos contratados", entre las gentes de Génova? Por supuesto, no puedes haberlos visto: eran como los demás. Estaban subsumidos por los precarios, la clase obrera volvía a estar entre la multitud. La recomposición de las luchas se hace, así, bajo el signo de la multitud, y cuando se habla (tal y como Génova nos obliga a hacer) de un nuevo "ciclo de luchas", éste se encuentra bajo la hegemonía de la multitud.

Durante las jornadas de Génova, unos camaradas decían en broma: "si la izquierda quiere reconquistar Bolonia debe aliarse con los Wu Ming (5), mientras que otros rebatían: "¡es más fácil para un camello que para la izquierda pasar por el ojo de la aguja!"

En efecto, el ojo de la aguja lo constuyeron los Wu Ming... Qué sabiduría en estas jornadas de Génova: viejos camaradas comunistas reconocían no solamente que el compromiso democrático ya no satisface, sino que buscarlo constituye, con la globalización, una operación masoquista; concluían que debemos abrirnos al movimiento de los movimientos, que debemos de aprender de él y comenzar a respirar un poco de aire fresco. ¿Pero por qué el movimiento debería de aceptar esta alianza, incluso si fuera honesta y se lo propusiera de veras? El movimiento actúa ya sobre un terreno global, sus tiempos y sus luchas están definidos en la globalización.

Este movimiento es nómada, su estrategia es la del éxodo de las prisiones nacionales, es una gran serpentina que agrega, que hibrida y transforma los espacios y los tiempos de la Tierra. Reconoce el Sur en el Norte, y el tiempo de la revolución en el interior de las metamorfosis del modo de producción. Este movimiento es hegemónico: se encuentra, sin contradicciones, en el centro de Europa y en los bosques de Chiapas; en los Estados Unidos, en los desiertos y en las megalópolis africanas; en las revueltas de los estudiantes indonesios y en la creciente resistencia e indignación de los intelectuales rusos... La izquierda italiana tan solo tiene una posibilidad: ponerse al servicio de este movimiento hegemónico (por otra parte, esta reconfiguración de los poderes entre izquierda y movimiento de movimientos estaba ya en marcha antes de Génova). En Génova podían ya verse diputados y administradores locales, para quienes la referencia política no está ya constituida por los viejos partidos parlamentarios, sino más bien por el movimiento. La legitimación de la acción administrativa es dada por los deseos que los movimientos interpretan, se pliega y se conforma con las exigencias del movimiento y con la generosidad de los operadores de base... En la mundialización, la "/traslatio/", la transferencia de poderes se realiza en dos direcciones: de un lado, el poder imperial; del otro, el movimiento de reapropiación de la riqueza y de la libertad. ¿Qué viene entonces a hacer aquí la izquierda y su lúgubre tradición? El comunismo es una cosa demasiado seria para dejársela a los pajarracos. ¡Viva los Wu Ming!

La masacre de Génova no es casual, no es azarosa; no resulta un "inconveniente": fue una decisión. Hipótesis: las cosas se decidieron por Fini contra Berlusconi, por los Carabinieri contra la Policía... Estupideces. En el fondo de esta decisión, como tantas otras veces, no existe una voluntad clara, sino intenciones que oscilan. ¿Cuál es el gobierno mundial que nosotros queremos? se preguntan políticos y policías. La acción represiva proviene de la respuesta que ellos dan a esta cuestión. Dos soluciones se presentan (al menos en apariencia). De un lado está el modelo que hasta hoy parecía imponerse, que es el de un imperio aristocrático, es decir el de la finanza internacional y las multinacionales productivas. En este modelo, la aristocracia juega un papel de intermediación entre un poder monárquico central (actualmente representado grosso modo por la capacidad militar, monetaria y comunicacional de la presidencia norteamericana, por las tres Romas que la constituyen: los militares de Washington, los financieros de New York, los actores de Los Angeles) y una democracia que, a través de la ONU, de las ONG, de los movimientos, se expresa a lo largo y ancho del mundo. Existe, así, una fuerza que modera el poder imperial: es fundamental hacerle sitio a este movimiento. Pero hay otra hipótesis un poco más reaccionaria. No son Fini ni Baget-Bozzo quienes la producen, ni sus acólitos dentro de la policía y de la iglesia, sino que ocurre que se encuentran bien ahí? por tradición ideológica o teológica. Es la hipótesis del Imperio bizantino. Aquí, el equilibrio y el carácter subsidiario de los tres poderes, monárquico, aristocrático y democrático desaparecen. El poder monárquico lo acapara todo, su definición es la defensa espacial. Las redes internacionales mediante las cuales se ha producido el valor a partir del trabajo y de la tierra, se cierran de manera mística. En los grandes relieves absidales que circundan los mosaicos bizantinos, el soberano está rodeado de doce apóstoles y de doce signos del Apocalipsis. En otros términos: hay gentes en el poder que piensan que la libertad de producir y de apropiarse de la riqueza por parte de los patronos, no tiene límites, y que esta libertad debe ser protegida de manera absoluta. En el presente y en el futuro, la defensa espacial significa esto: un investimento contra el futuro, contra toda resistencia por venir.

Pero regresemos al presente. En Génova, del lado del poder están los bizantinos, los fascistas, los clericales que han triunfado, y no los pequeños bedeles que vienen a exhibirse a Palazzo Chigi y Motecitorio (6). La cosa es bastante más peligrosa, puesto que es en el centro del Imperio en donde estas alternativas se piensan. Pero Génova responde de manera anticipada: es una cascada de bárbaros, una erupción volcánica, la única innovación posible.

La muerte de Carlo Giuliani: eso también es Génova. Un chaval sencillo que responde a las provocaciones de la policía, del poder bizantino, armándose con lo que encuentra en la calle, palos y piedras. Está muerto. Fue asesinado. Se le acusa de ser violento: ¿pero es violento indignarse? Spinoza define la indignación como el odio hacia alguien que ha hecho mal a otra persona. Y añade que la indignación parece presentarse como una suerte de equidad. Pero hoy día, más allá de Spinoza, hay una redundancia, un excedente de amor que circula en la sociedad de los jóvenes, en la nueva forma de producir, en la nueva composición de clase, entre estas gentes precarias pobres inteligentes que son la innovación del mundo hay, así, un excedente de amor que va más allá de la equidad de la indignación. En el sacrificio extremo de Carlo Giuliani nosotros leemos una violencia transfigurada por el amor. Hemos afirmado un poco más arriba que el movimiento tejía su subjetividad en torno* al trabajo femenino; mejor, sobre un trabajo que ha devenido mujer. Hasta en la tragedia de Carlo Giuliani leemos este amor desbordante y desmesurado: la pobreza que está próxima a la muerte, reorganiza muriendo su amor por el mundo, por la transformación, por el futuro.

 

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Notas

(1) Valle Giulia fue el escenario de uno de los primeros enfrentamientos entre estudiantes y las fuerzas del orden en 1968.

2) Piero Ottone dirigió el diario Corriere Della Sera en los años 70.

(3) Don Ciotti es un cura muy conprometido con las luchas sociales. Milita del lado de los inmigrantes, de los presos y de los toxicómanos.

(4) Don Gallo es un cura con un gran compromiso con el movimiento NO Global.

(5) Wu Ming es un taller de producción de servicios narrativos, animado por un colectivo de agitadores de la escritura. En chino, Wu Ming significa "anónimo". Entre los miembros fundadores de Wu Ming se encuentra Roberto Bui.

(6) Palazzo Chigi y Montecitorio son, respectivamente, los edificios de la presidencia del Consejo de Ministros y de la Asamblea nacional.

 Gentileza de http://www.lavaca.org

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