La
guerra de Cataluña
En
1996 Editorial Castalia publicó una de la joyas literarias más
preciadas, y desconocidas, del barroco: Historia de los movimientos,
separación y guerra de Cataluña, de Francisco Manuel de Melo, a juicio
de Menéndez Pelayo “el hombre de más ingenio que produjo la Península
en el siglo XVII, a excepción de Quevedo”. Nació
y murió en Lisboa (1608-1666), viajó muchísimo, se desempeñó
como diplomático y militar, estuvo encarcelado, fue admirado en los círculos
cortesanos más exquisitos y fue uno de los pocos escritores que más
intensa e indistintamente utilizó las dos principales lenguas
peninsulares. Decidido a obtener el nombramiento de caballero, para lo que
se exigían cinco temporadas de servicio en la flota de la costa, se enroló
en una galera española que protegía el puerto lisboeta. Después pasó a
la armada portuguesa donde sirvió a las órdenes de Manuel Meneses,
ilustre militar con aficiones literarias, por el que Melo sintió
verdadera devoción. En un pasaje de su Epanáfora trágica, nuestro autor
nos hace un puntual relato de la suerte que corrieron ambos en dicha
armada cuando, estando en el puerto de La Coruña, recibieron órdenes de
hacerse a la mar en dirección a Lisboa a pesar de las pésimas
previsiones meteorológicas. A los pocos días de partir, se desencadenó
una furiosa tempestad que arrastró las embarcaciones hasta las costas de
Francia. Melo se hallaba a bordo de la nave capitana junto a Meneses,
quien en medio de la tormenta, se entretuvo toda la noche en comentarle
las características estilísticas de un soneto de Lope de Vega
(1562-1635). Es posible que se trate del numerado como 126:
Desmayarse,
atreverse, estar furioso,
Áspero,
tierno, liberal, esquivo,
Alertado,
mortal, difunto, vivo,
Leal,
traidor, cobarde y animoso;
No
hallar fuera del bien centro y reposo,
Mostrarse
alegre, triste, humilde, altivo,
Enojado,
valiente, fugitivo,
Satisfecho,
ofendido, receloso;
Huir
el rostro al claro desengaño,
Beber
veneno por licor süave,
Olvidar
el provecho, amar el daño;
Creer
que un cielo en un infierno cabe,
Dar
la vida y el alma a un desengaño:
Esto
es amor: quien lo probó lo sabe.
El
tema es el eterno, los sufrimientos del amor; en la estructura destacan
las construcciones de infinitivo, tan caras a los escritores tardolatinos
como Claudiano, Ausonio, Boecio, y la unidad de los contrarios que no dan
reposo ni al alma ni a la razón del lector; todo el soneto rezuma
desasosiego, miedo a caer en el abismo y al enfrentamiento con los bajos
instintos; todos, sentimientos inseparables del hombre. Melo en La guerra
de Cataluña toca esta cuestión con la delicadeza propia de un
intelectual y la experiencia poderosa del aventurero: “El natural
aprieto a que nos reduce la miseria humana casi no hay acción que nos
evite; empero de tal suerte nos debemos valer de esta infelicísima
libertad, que no nos hagan parecer brutos esas mismas pasiones que nos
hacen parecer hombres”. Los hombres de armas y letras del siglo XVII
eran más reflexivos, más valientes, más piadosos con sus semejantes y
con sí mismos que los sátrapas del XXI que con verdadera sed de guerra
matan, desgarran y destruyen invocando el nombre de Dios.
P:S:
La nave de Melo y Meneses naufragó frente a las costas de San Juan de Luz
el 14 de enero de 1627. Ellos, y parte de la tripulación, pudieron
salvarse. La literatura, agradecida.
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Nuestra corresponsal en España
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