Jean Baudrillard define a la transpolítica como
"la
transparencia y la obscenidad de todas las estructuras de un universo
desestructurado,
la
transparencia y la obscenidad del cambio en un universo deshistorizado,
la
transparencia y la obscenidad de la información en un universo
deseventualizado,
la
transparencia y la obscenidad del espacio en la promiscuidad de las redes,
la
transparencia y la obscenidad de lo social en las masas, de la política
en el terror, del cuerpo en la obesidad y el clonismo genético...(...) el
paso del crecimiento a la excrescencia, de la finalidad a la hipertelia,
de los equilibrios orgánicos a las metástasis cancerosas.
Es el
lugar de una catástrofe y no ya de una crisis. (...)
La era de
la política fue la de las anomias (lo que escapa a la jurisdicción de la
ley; infracción a sistema determinado): crisis, violencia, locura y
revolución.
La era de
la transpolítica es la de la anomalía (lo que escapa a la jurisdicción
de la norma; carece de incidencia crítica en el sistema): aberración sin
consecuencia, contemporánea al evento sin consecuencia".
Describiremos una de las tres figuras de la transpolítica, de
las tres formas de la anomalía: el rehén.
El rehén
La violencia es anómica,
el terror es anómalo.
Ni muerto ni vivo, el rehén esta pendiente de un vencimiento
incalculable. No le acecha su destino, ni su propia muerte sino
un azar anónimo que solo puede presentársele como una arbitrariedad
absoluta. Está en un estado de exterminación virtual.
Ya no es una víctima, puesto que no es él quien muere, y
no hace más que responder a la muerte de otro. Su soberanía ni
siquiera está alienada, está congelada.
Todos somos unos rehenes. Todos servimos ahora de lamento
disuasorio.
El
terrorismo es el verdugo de un sistema que busca el anonimato total y la
responsabilidad total en cada uno de nosotros.
El principio del exterminio no es la muerte: es la indiferencia
estadística.
El terrorismo es el operador de un concepto que se niega al
realizarse: el de la responsabilidad ilimitada e indeterminada. Como ya
no existe un sujeto responsable, cualquier evento debe desesperadamente
ser imputado a algo o a alguien: todo el mundo es responsable.
El
problema de la seguridad ha sustituido al de la libertad.
Libertad, seguridad, terror. Responsabilidad personal, luego control (asunción de la
responsabilidad por una instancia objetiva), después terror
(responsabilidad generalizada y chantaje a la responsabilidad).
Libertad.
(Del lat. libertas –ãtis) Facultad natural que tiene el
hombre de obrar de una manera u otra y de no obrar. //2. Estado y
condición del que no es esclavo. //3. Estado del que no está preso. //4.
Falta de sujeción y subordinación. //5. Facultad que se disfuta en las
naciones bien gobernadas, de hacer y decir cuanto no se oponga a las leyes
ni a las buenas costumbres.
Seguridad.
(Del lat. securǐtas –ãtis) Calidad de seguro. //2. Se
aplica también a ciertos mecanismos que aseguran un buen funcionamiento,
precaviendo que éste falle, se frustre o se violente.
Terror. (Del
lat. terror –ŏris) Miedo, espanto, pavor de un mal que
amenaza o de un peligro que se teme. Terrorismo. Dominación por
el terror //2. sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir
terror.
Responsable.
(Del lat. responsum supino de responděre, responder) Obligado
a responder de alguna cosa o por alguna persona.
Control (Del
fr. contróle) Inspección, fiscalización, intervención.
// 2. Dominio, mando, preponderancia.
Si
consideramos que la libertad es la facultad del hombre de elegir haciéndose
responsable de las consecuencias de su libre elección, y le anexamos los
conceptos de seguridad y control (precaución que asegura un buen
funcionamiento y inspección, fiscalización e intervención,
respectivamente) y sumamos la alusión al terror (actos de violencia
ejecutados para infundir terror); podemos advertir la sutileza de la
conclusión que afirma que la libertad se presenta limitada por un
autocontrol, o un control externo que, dominando por el terror, fuerza la
responsabilidad inherente a la libertad, desconociendo la responsabilidad
de un agente determinado y específico para diluirla en lo colectivo.
Nadie en particular es culpable de un acto negativo específico. Todos
somos responsables y debemos asumir por fuerza las consecuencias de este
acto negativo llevado a cabo por “nadie”.
Rehén.
(Del ár. rahn, prenda) Persona de estimación y calidad, que
como prenda queda en poder del enemigo o parcialidad enemistada, mientras
está pendiente un ajuste o tratado.
Hemos
entrado en la constelación del chantaje. En todas partes esa
desmultiplicación insensata de la responsabilidad interviene como disuasión.
Somos el rehén afectivo del otro (Si no me das eso serás responsable
de mi depresión; si no me amas serás responsable de mi muerte; si no te
dejas amar serás responsable de tu propia muerte).
Somos rehenes de lo social (Si no participa, si no gestiona su propio capital, dinero,
salud, deseo... Si no es social, se destruye a sí mismo).
El
chantaje es peor que la prohibición. La disuasión es peor que la sanción.
Chantaje.
(Del fr. chantage, de chanter, y éste del lat. cantǎre,
cantar) Amenaza de pública difamación o daño semejante que se hace
contra alguno, a fin de obtener de él dinero u otro provecho.
Prohibir.
(Del lat. prohibĕre) Vedar o impedir el uso o ejecución
de una cosa.
Disuadir.
(Del lat. dissuaděre.) Inducir, mover a uno con razones
a mudar de dictamen o a desistir de un propósito.
Sanción.
(Del lat. sanctĭo, -ŏnis.) //3. Pena que la ley establece
para el que la infringe.
Esto instituye otro tipo de relación y de poder que el que se
basaba en la violencia de la prohibición. Ésta tenía una referencia y
un objeto determinado, y por consiguiente, la trasgresión era posible.
El chantaje es alusivo, ya no se basa en un imperativo ni en el
enunciado de una ley (es un modo disuasivo,
descansa en el no-enunciado de una ley), juega con la forma enigmática
del terror.
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