
Los mal llamados "malos hábitos"
por Mario
Coppolillo*
Primera parte

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Una mirada
general y pormenorizada a la situación del vínculo con el
niño incluye por supuesto colocar en el mismo plano el
comportamiento de ambos padres.
La búsqueda
de placer se visualiza muy temprano, la boca constituye la
zona erógena donde se despliega intensamente ésta búsqueda,
una vez que se descubre el erotismo que conlleva la
succión se concentra la actividad del niño en
la ejercitación casi permanente de esta zona acompañando
con movimientos rítmicos de los labios, aún sin
objeto utilitario alguno.La succión representa la
actividad más importante y vital para él, posee un
carácter autoerótico y es la primera manifestación
sexual. La succión del pecho materno, o de sus
subrogados, apenas nacido le ha hecho conocer este placer.
Más tarde, la necesidad de reencontrar la
satisfacción sexual succionando se separa de la necesidad
de satisfacer el apetito, inevitable al aparecer los
dientes, ya no hay que succionar el alimento sino
mascarlo. Freud señala las diferencias individuales y las
concecuencias evolutivas que marcan a cada individuo en
esta fase del desarrollo.La sensibilidad erógena de la
zona labial está, en algunos de ellos congénitamente muy
desarrollada, en concecuencia queda esta fijada como una
fuente importante de placeres sexuales e incluso explican
el posible orígen de variadas adicciones de carácter
oral.La primera manifestación de la sexualidad se apoya
en una función fisiológica fundamental para la vida, la
alimentación, carece de objeto sexual en ese memento, es
autoerótica y su fin es alcanzado a través de las
actividades rítmicas de una zona erógena
particular, la boca.
Por los motivos ya expresados, el término sexual no se
reduce exclusivamente a lo genital, sino que abarca a todo
el conjunto de la dotación instintiva que desde el
primer momento se encuentran presentes en su
comportamiento. La libido es algo comparable a la
correinte de un río que no cesa de fluir, si se lo impidiéramos
buscaría un desvío pero no detendría su marcha.
Vemos que la aparición de los dientes marcan el fin del
placer en la succión, ahora el placer se obtiene al
morder más que al succionar.
En un segundo momento y siguiendo la dirección a que
apunta el desarrollo de la libido, la región anal y
perianal se torna propicia para impulsar una nueva
actividad.El contenido intestinal juega como un contenido
excitante, es considerado por él como una parte del
cuerpo y aumenta su importancia.Reviste la categoría de
un valioso regalo que, al darlo o negarlo pone a prueba su
obstinación y su obediencia, "hace o no hace",
obedece o se niega.Esta fase pone en juego su poder, su
autoridad.
Hay que
admitir que la sexualidad infantil posee como finalidad
lograr satisfacciones por medio de la excitación
apropiada de una u otra zona erógena, es preciso
que el niño haya experimentado previamente la satisfacción
para luego proveérsela nuevamente
La
sensibilización del glande y del clítoris abre el paso a
un tercer momento del desarrollo libidinal. Vemos como las
pulsiones parciales del niño tienen un carácter
independiente entre sí en la búsqueda del placer para
integrarse más tarde bajo la primacía de de esta nueva
zona erógena formando parte de una organización
capáz de alcanzar el papel principal en la constitución
de un objeto sexual. A la creciente primacía de la
organización genital de la vida sexual corresponde
el pasaje del autoerotismo de la fase oral y anal a la
etapa objetal, es decir, a la elección sexual del
objeto.
El psicoanálisis nos describe diferentes fases de la
masturbación en el desarollo de la vida sexual La
primera pertenece a una etapa pregenital, en momentos del
desarrollo de la actividad oral. La segunda aparece en los
años posteriores, la tercera es característica del
onanismo de la pubertad, curiosamente la más atendida,
cuando en realidad la masturbación está ya visible en
los dos períodos pregenitales, oral y anal.
Después de un breve período de onanismo en el lactante y
un poco anterior al cuarto año de vida vemos
emerger la primacía de la zona genital y mantenerse hasta
una nueva regresión marcada por una fase de latencia, y
finalmente resurgir como una componente más de la vida
sexual del adulto.
La masturbación infantil, también entra dentro de los
considerados "malos hábitos" que en el cerco
educativo los adultos intentan reprimir,junto con aquellas
dramatizaciones expresadas por medio de los juegos
sexuales que sirven a la finalidad de tramitar los miedos,
las dudas y el conjunto de creencias acerca de la cuestión
sexual, la anatomía y sus diferencias.
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Los mal llamados "malos hábitos"
por Mario
Coppolillo*
Segunda parte

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A
partir de los dos años aproximadamente, la presencia del padre
crece en importancia, la estrecha dependencia con la madre se ve
sucedida por una etapa en que la figura del padre adquiere un rol
particular.
Durante
el tercer año aparece una actitud que con frecuencia es muy
rechazada por los adultos, es la etapa del "no", una
marcada tendencia al negativismo, que, al mismo tiempo revela una
clara iniciativa de autoafirmación. Los padres suelen rechazar
esta actitud, sin saber lo que se está expresando, surge en el niño
una firme oposición a todo. En general, los adultos se inquietan
ignorándo que se trata de una incipiente voluntad de poder. Se
muestra difícil, irascible ante la prohibición, rechaza los
mandatos, se muestra rebelde y hasta agresivo, rompe, tira objetos
y pueden aparecer episodios de cólera. Esta firme oposición y la
actitud negativista suelen mantenerse durante varios meses.Si
comprendemos que se trata de un estadío evolutivo inherente al
desarrollo nos puede ir mejor con el proceso educativo, se trata
de la manifestación más clara del deseo de independencia, de
actuar por sí mismo y de ejercer posiciones propias, de hacer las
cosas a su propio gusto.Desmoralizados por la desobediencia, el
descontrol y a veces la agresividad se apela a todo tipo de
recursos, castigos, prohibiciones, excesiva indulgencia,etc. En
algunos, por debilidad, se permite todo y se satisfacen sus
caprichos, pero se contribuye a la promoción de ciertos hábitos
que resultarán muy difíciles de modificar y se convierte así en
el tirano de la familia.
Hay
que insistir en que el comportamiento descripto no constituye un
cuadro preocupante ni mucho menos patológico. Le es necesario
mostrar su oposición para probarse así mismo, este conjunto de
conductas anuncian la eclosión del "yo".Prueba la
resistencia de los padres y construye su propia consistencia. Esta
etapa entraña ciertos riesgos, si la la autoridad se muestra débil
e incapáz de comprender y conducir la situación se desarrolla en él
una tendencia agresiva de la que sacará partido de inmediato, ya
que prueba la seguridad de los adultos,más tarde tendrá
que enfrentarse con las normas sociales, que evidentemente no
tienen la misma debilidad de los padres, surgirán conflictos con
el orden y la autoridad. Si se procede con demasiada severidad y
exigencia, se constriñe al niño, se interfiere el desarrollo
normal del "yo" y se socava el sentimiento de
autoconfianza.
En concecuencia,es importante medir
cual es la resistencia necesaria y justa que habrá de oponerse a
este comportamiento.Hemos de aceptar que él actúe por sí
mismo, pero sin llegar a permitirle absolutamente todo, hay que
decir que no cuando es necesario, en el momento adecuado. La
negativa debe ser firme pero serena y suministrando
explicaciones sobre aquello que se prohibe. En este momento del
desarrollo emocional el principal centro de referencia para el niño
es él mismo.
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Los mal llamados "malos hábitos"
por Mario
Coppolillo*
Tercera
parte

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Todo lo que
ocurre en él, en este momento evolutivo, y en el conjunto de su
entorno, es motivo de intensas reacciones afectivas y a esta
edad no da respuestas frías o pensadas intelectualmente, ante
un hecho se lo puede ver desinteresado o se puede agitar frente
a algo pero no hay reflexión, tampoco un criterio realista.Toda
su modalidad de acción es afectiva. Todo este universo mágico
se prolonga hasta,aproximadamente los seis años,
caracterizado por una intensa afectividad.
Nada tiene
existencia si no es en relación a su "yo". Todo
sucede y transcurre de manera misteriosa, lo real y lo
imaginario se entremezclan y se confunden. Habla con personajes
imaginarios que él mismo crea y todo se organiza en torno a la
figura de sus padres, especialmente en este momento el padre
tiene una imagen todopoderosa y personajes imaginarios poseen
existencia real. Los juguetes tienen vida y sienten como él.
Los objetos pueden ser hoy una cosa y mañana otra, pueden estar
ahora aquí y mañana allá, aquí y en otro lugar al mismo
tiempo.Esta etapa de magia y animismo está cargada de
supersticiones, de creencias y de irracionalidad.
Con estos
elementos hagamos algunas reflexiones sobre la mentira. Vemos
que predomina un universo mágico, la incapacidad de razonar lógicamente
y la imposibilidad de discriminar entre lo real y lo imaginario.
En concecuencia,en esta etapa no debería hablarse propiamente
de "mentiras", las narraciones que suelen hacer
describen hechos que son reales, para los niños de esta edad,
esos hechos existen, son el producto de su fantasmática.
Es importante
saber distinguir entre una mentira y lo que no lo es, para el
adulto es sencillo diferenciarlo, es afirmar o negar algo que
sabemos que no es verdad, pero el niño no es capaz aún de
poder discriminar entre verdad, mentira, fantasía y realidad.
Esta imposibilidad hace que él acepte y crea todo lo que
surge en su imaginario, lo que desea, lo que le gusta,lo que
ve y oye, todo le parece real e idéntico, es habitual que
cuente hechos que jamás presenció como también que
afirme haber hecho actos que no cometió. Lo que no implica
que ha mentido. Creemos que esto tiene una funcionalidad que
es la de compartir con los adultos que lo rodean un mundo
imaginario poblado de fantasías y de magia, lo que está muy
lejos de haber querido engañar.
Lenta y progresivamente se va despertando el juicio de
realidad. Expresa sus deseos y temores, la realidad de su
mundo interno, en concecuencia no se debe desmentir ni
censurar la veracidad de sus palabras, es frecuente que diga
que hay un hombre malo que se come a los niños porque
ha escuchado algo o habrá visto a un adulto castigar a un niño,
se imprimió en su sensibilidad y se agrandó en su fantasía
generando miedos; su fantasmagoría ha magnificado el suceso,
y maneja el mundo por medio de operaciones mágicas que, más
tarde serán reemplazadas por operaciones lógicas.
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