
La despsiquiatrización de la locura
por Mario
Coppolillo*
Primera parte

|
Desde
la perspectiva actual en el sector de la salud mental la prioridad
consiste en la despsiquiatrización de la "enfermedad
mental" y como pasa con todos los grandes temas sociales es
algo que está estrechamente ligado a la apertura de la política y
a una profunda toma de conciencia colectiva.
Es
absolutamente necesario poner en debate público las hondas
contradicciones que encierran a los individuos en una dramática
en la que las víctimas carecen de poder para reivindicar sus derechos a
la salud y a la vida. Se
percibe claramente, mediante un breve análisis que la enfermedad mental
también es la enfermedad de clases opresoras que sostienen y recrean esas
mismas contradicciones generadoras de una situación que compromete
seriamente a todo el sector de la salud pública.
Hemos
visto como se han ido planteando diversas formas de ruptura con el modelo
tradicional de abordar la salud mental teniendo en cuenta las
condiciones de padecimiento pese a que se han derribado los muros de los
asilos y las arbitrariedades del profesionalismo.
Todo
el conjunto de las campañas y trabajos de los grupos más progresistas de
la sociedad aún no han sido suficientes para revertir un modelo de
asistencia preso del interjuego de fuerzas e intereses, políticos y económicos.
Las nuevas alianzas interdisciplinarias apuntan a movilizar y a
concientizar a la opinión pública y a los poderes gubernamentales
con el objetivo de revertir las condiciones en que se encuentra el
sector de la salud.
Al
menor análisis percibimos que las respuestas pasan más por la política
que por el debate de las técnicas. Lo que queda muy claro es que no
podemos pensar en las metodologías si no tenemos asegurado un marco político
que nos dé sostén como para emprender una acción verdaderamente
transformadora.
Todos
sabemos que la psiquiatría tradicional ha estado funcionando
manejada desde el poder y manipulando la enfermedad mental de manera
violenta, injusta y autoritaria, por haber dependido de la superestructura
política ha identificado enfermedad mental con marginación y
exclusión. El enfermo mental constituye un peligro para la sociedad
abriendo así una brecha entre individuos de una misma comunidad,
"el muro"
La
propuesta de una psiquiatría alternativa con base democrática implica
revertir una larga serie de conceptos y creencias que nos mantienen
ocupados en falsos problemas. Si no se modifica la concepción
psiquiátrica de la enfermedad mental seguiremos ocupándonos de falsos
problemas, como si seguimos preguntándonos eternamente cuales son
las mejores técnicas para tratar la enfermedad mental, esto es un falso
problema. No obstante, hemos comprobado que, cuanto más abierta es una
institución asistencial y cuanto más dueño de su cuerpo y de sí mismo
es el sujeto, mayores son sus posibilidades de reinserción en su
comunidad, pero es preciso que antes pierda su categoría de exclusión a
la que ha sido relegado por un poder opresor y marginante. Necesitamos
una superación drástica de éstos modelos que reducen al sujeto a
puro objeto de intereses políticos y falsas
concepciones de salud y enfermedad.
La
transformación de este modelo en salud mental debe apuntar a imprimir
en nuestra sociedad una actitud participativa en la que los individuos se
sientan agentes activos en la construcción de un estado de
bienestar en el que los problemas de uno son problemas de todos.
Tengamos
siempre presente que la propuesta democrática para el sector de la
salud mental implica participación y acción comunitaria, lo que
significa que en los barrios se organicen y constituyan
consejos vecinales, verdaderos foros de discusión en los que se
puedan debatir todos los problemas y conflictos del barrio,
sociales, políticos, económicos y culturales. Espacios de decisión que
permitan tramitar y resolver las dificultades de la comunidad en todas las
formas de su existencia.
No
obstante, hemos comprobado que, cuanto más abierta es una institución
asistencial y cuanto más dueño de su cuerpo y de sí mismo es el sujeto,
mayores son sus posibilidades de reinserción en su comunidad, pero es
preciso que antes pierda su categoría de exclusión a la que ha sido
relegado por un poder opresor y marginante. Necesitamos una superación
drástica de éstos modelos que reducen al sujeto a puro objeto
de intereses políticos y falsas concepciones de salud y
enfermedad.
La
transformación de este modelo en salud mental debe apuntar a imprimir
en nuestra sociedad una actitud participativa en la que los individuos se
sientan agentes activos en la construcción de un estado de
bienestar en el que los problemas de uno son problemas de todos.
¿Te
gustaría hacer un comentario sobre este artículo?
* Psicólogo argentino
|
 |
La despsiquiatrización de la locura
por Mario
Coppolillo
|
Segunda parte

|
Tenemos
que admitir la inclusión de otro tipo de organizaciones
sociales y culturales y demostrar que es posible penetrar
en las realidades sociales, algo que sistemáticamente los políticos
han evitado, precisamente el compromiso con la
comunidad y sus agentes. Se trata de que en nuestro sector los
políticos, los líderes sindicales y demás dirigentes pierdan
el miedo a contactarse con los temas de la enfermedad
mental y más precisamente con la locura. Los psiquiatrizados
nunca fueron convovados por las instituciones sociales y mucho
menos por los dirigentes partidarios y políticos en general,
pues los "enfermos mentales" forman parte de una
creciente masa de marginados. En este aspecto hemos de volver a
cuestionar el lugar del marginado. Hemos comprobado que, desde
el momento en que el marginado deja de estar excluído y
siente que es integrado como un miembro activo en una acción
conjunta y democrática recupera su valor y su autoestima,
se muestra colaborador y más comprometido con su propia
existencia, se torna más movilizable, más involucrado con la
realidad y los otros, es preciso arrancarlo del aislamiento para
que surjan acciones participativas que aporten sentido a su
existencia.
Es tarea de los equipos que las familias de los
psiquiatrizados se acerquen a los lugares de debate, que
intervengan en las reuniones, que hablen de las problemáticas
del pariente afectado que digan lo que les pasa a ellos mismos
en relación a la enfermedad mental y cuales medidas creen ellos
que hay que tomar, que cosas hay que modificar.
Estas fases del trabajo social con los miembros de la comunidad
constituyen para la gente verdaderos momentos terapéuticos en
los que reducen considerablemente los miedos generados por
el abandono, la soledad y la marginación, en especial cuando se
trata de familiares de pacientes psiquiatrizados.
Una vez cumplidas las primeras etapas de participación
y debate de los grandes temas se pensará en la siguiente etapa
que comprende una búsqueda de soluciones contando ya con
la participación de distintas agrupaciones políticas y
sindicales, sus delegados, además de otras organizaciones
barriales, clubes, escuelas, etc. Debemos trasmitir la convicción
de que el conjunto de los problemas en el sector de la salud
mental no es sólo un "problema de especialistas" y
que es una búsqueda de conjunto de una alternativa en el
contexto de las propias acciones de la gente, en su misma
comunidad barrial, tratando con sus propios problemas específicos,
sólo de esta forma se reconstruye una verddera red
social. En este contexto los agentes de salud juegan un rol muy
específico y es fundamental cuestionar de
modo permanente el saber y las técnicas, ya que, durante largo
tiempo han contribuído a la opresión y al aislamiento. Esta
alternativa democrática, en cambio, está orientada a
promover todo tipo de acciones que despierten en en el
psiquiatrizado la conciencia de la importancia de su
papel activo en el proceso de reconstrucción de sus lazos
sociales.En gran medida de lo que se trata es de volver a formar
parte de una realidad formada por vínculos atravesados
por una realidad que nos es común a todos.Vemos que lo
primero de lo que se ve privado el enfermo mental al
ingresar a la institución psiquiátrica son sus lazos
afectivos, sus parientes, sus amigos, etc.
En que medida podemos intervenir como trabajadores de la salud
mental en situaciones en que hay sufrimiento.Y aquí deber´çiamos
plantearnos definitivamente terminar con todos aquellos esquemas
explicativos atribuyendo el sufrimiento a cuestiones
intrapsíquicas, organicistas o relacionales dentro del
contexto familiar, lo que no implica de ninguna manera descartar
estas variables en nuestras intervenciones, se nos hace
necesario cada vez más orientarnos hacia la integración
de todos estos elementos de análisis, familiares,
sociales, políticos y culturales.
Hay que insistir en nuevas búsquedas de intervención que
faciliten y promuevan la participación activa en conjunto
sobre las problemáticas que son comunes, familiares, vecinos, técnicos
de la salud, todos deben contribuir a crear una verdadera red de
salud, lo que no sería posible sin la efectiva inserción
de la gente.Esta acción conjunta nos haría posible la
creación de un marco en el que se podría reproducir una
microcumunidad que haga emerger una serie de situaciones que nos
exponga con total nitidez el porqué de los fracasos al
intentar la solución de los problemas sociales que hoy tenemos
en el sector de la asistencia sanitaria.
Hace muchos años que los psicólogos venimos pensando en la
posibilidad de una ruptura definitiva con los viejos métodos ya
desgastados por los fracasos y la apertura a una psiquiatría
que centra hoy la noción de alternativa.Tampoco
debemos caer en la valoración de que se trata exclusivamente de
un problema político, con la finalidad de liberarse de esto por
ser algo difícil y complicado de abordar o bien pensar en
un reemplazo de técnicas y generalizaciones abstractas
que no ofrecen respuesta a la comunidad en situaciones
concretas de sufrimiento y desamparo.
La experiencia muestra que necesitamos un código
para operar sobre la realidad social, un código político
para una situación muy puntual, la salud mental.Un marco político
que nos oriente en una acción de conjunto capáz
de operar una verdadera transformación social en el sector
de la salud.
Somos concientes
de la existencia de muchos que trabajan de forma aislada,
dispersa, y desprovistos de todo tipo de apoyo y de medios
que aceptarían con interés emprender la búsqueda de una nueva
alternativa de lucha conjunta para redefinir los medios y
los objetivos de una nueva política en salud .
Una postura alternativa en el sector se tendrá que
enfrentar con situaciones que se encuentran dominadas por
el sistema oficial donde imperan las trabas burocráticas,
un modelo psicologizante que no ofrece respuesta a los
problemas, algo que no resulta nada fácil al conjunto de los
profesionales.
Si optamos por una alternativa democrática para el sector hemos
de olvidar la defensa de las técnicas y de los modelos académicos
como el levantamiento de reglas o consignas, más bien se
trata de catalizar nuevas acciones,nuevos proyectos que
involucren a aquellos que padecen los problemas con la clara y
profunda comprensión de que su destino debe estar en sus
propias manos con el sostén y la ayuda del interés
colectivo.
¿Te
gustaría hacer un comentario sobre este artículo?
|
 |
La despsiquiatrización de la locura
por Mario
Coppolillo
|
Tercera parte

|
Este
tipo de práctica a la que la comunidad no está habituada debería
abrirse a los demás sectores problemáticos del
barrio, se ha de incluir a los niños, para que tengan sus
espacios y arraiguen la conciencia democrática, a las
mujeres a los hombres y a todos aquellos que cuenten con la
convicción de que es posible emprender una acción transformadora
si se suma la activa participación de todos. Las acciones
conjuntas coherentemente orientadas despiertan el interés de
la comunidad por participar, se pasa de ser un ente manipulado por
poderes gubernamentales, frecuentemente irracionales, a ser un
sujeto activo en la acción y en la decisión de orientar su
propio proyecto y dar solución a los problemas que son comunes a
todos.
Las
luchas comunitarias por lograr un mayor bienestar en salud
mental no deben actuarse solo contra las instancias limitantes a
que somete el poder, los patrones, los políticos o la
burocracia sindical, es preciso también dirigirse contra
aquellos segmentos opositores al cambio, ganarles espacios,
demostrarles que los problemas se resuelven con racionalidad. Hay
segmentos de poder, por supuesto menos visibles que las
instancias gubernamentales y que ejercen una presión
determinante. Donde se disimula la represión es donde hay que
orientar muchas veces la acción transformadora; en las relaciones
hombre-mujer, padres-hijos, maestro-alumno, sanos-enfermos,
cuerdos-locos, etc. No debería de haber prioridad en estas
instancias y si privilegiamos alguna jerarquía de niveles estaríamos
entrando de nuevo en la misma trampa que nos lleva a perder de
vista el objeto primordial de nuestra acción. Todas
las formas de operar orientadas a lograr un mayor incremento
del bienestar en salud mental, deben, por pequeñas que sean,
apoyarse unas con otras. Se trata de desplegar la acción dentro
de las familias, en las mismas escuelas, en los medios de
comunicación, sin lugar a duda, y aún, con mayor énfasis en los
mismos individuos a través de un esclarecimiento generado
por las campañas de sensibilización. Hemos visto a través de
nuestra historia que las instancias críticas del individuo, sea
cual fuera su clase social, forman parte del contexto sociopolítico
de esa organización social y pone en movimiento una multiplicidad
de complejas relaciones entre los miembros de la comunidad. Sería
ingenuo pensar que podremos transformas las instituciones psiquiátricas
si no nos replanteamos la propuesta en función de los
demás problemas sociales y políticos que ayudan a la
aparición de las patologías individuales, mal llamadas
individuales. Todo lo que se haga en el campo de la "acción
pequeña" puede presionar de manera decisiva a la hora
de impulsar la acción conjunta a escala del barrio.
No
es difícil movilizar a la gente cuando se presentan los grandes
temas comunes y se exponen al debate.
Reflexionar
sobre las diversas formas de acción comunitaria contribuye, sin
duda, a poner en movimiento una serie de sentimientos y
vivencias de distinta índole, especialmente si nos vinculamos a
otros sectores de la comunidad barrial que comparte esta visión
alternativa, no un modelo, una práctica alternativa. Se hace
necesario crear una relación de fuerzas contra los frecuentes
prejuicios que destruyen toda posibilidad de
iniciativas conjuntas de la gente. Hay muchísimos sectores de la
sociedad que se ocupan de los grandes y pequeños problemas de
la gente, aquellos que se ocupan de las consecuencias de la
violencia familiar,, los grupos solidarios con los drogadictos,
los que atienden a los que no tienen trabajo o alimentación, los
que luchan por los derechos humanos, y una larga lista de tantos
otros. Pero todas estas acciones comunitarias deben ir
gestando una relación de fuerzas desde el logro más pequeño
hasta el más trascendente. Por identificación con los objetivos
comunes se irán sumando los esfuerzos de otros grupos de otros
sectores de la sociedad y desde el interior mismo de éstos
se neutraliza el ya clásico aislamiento promovido desde
las instancias gubernamentales con el objetivo de evitar todo tipo
de transformaciones que cuestionen lo ya hecho.
DESCENTRALIZAR
Recordemos
que, tanto en salud, como en los demás sectores de la vida social,
se trata de no sostener afirmaciones o conceptos y principios
inspirados en posiciones apriorísticas o de corte ideológico,
opuestamente hoy necesitamos generar una organización que enlace a
todos los intentos de transformación y se vincule a las
fuerzas políticas y sociales que muestren el deseo común de
recuperar los derechos a la salud. Insistamos en que el problema
individual es el emergente de una problemática general de la
comunidad, no vemos más que el reflejo de la existencia de
determinadas condiciones socioeconómicas, de injusticia, de
violencia, de opresión, vivienda, empleo, desnutrición, corrupción
gubernamental, despilfarro del dinero público, son en totalidad
problemas políticos, socioculturales y no problemas psicopatológicos
que ha de atender la psiquiatría, la responsabilidad está
del lado de las políticas antipopulares, antidemocráticas
destinadas a sostener determinadas condiciones de existencia a los
sectores poderosos. Las patologías actuales reflejan la
vigencia de un sistema socioeconómico en que los individuos
experimentan la incertidumbre de que van a perder sus
trabajos, o los ahorristas sus dineros de los bancos, o las
viviendas, sienten que se debilitan las bases de su seguridad
lo que crea un cuadro de incertidumbre y de angustia
generalizada, es obvio no podemos quedarnos en la mera interpretación
como suelen hacer los políticos, los dirigentes en general, tenemos
que privilegiar una intervención que se apoye sobre el contexto
social por todo lo que esto implica en el momento de actuar
para contener.
Una
propuesta de psiquiatría alternativa con base democrática tendrá
que desplegar y cumplir ciertas etapas operativas,
LA
ACCION EXTRAHOSPITALARIA
En
un primer momento de intervención los equipos interdisciplinarios
tendrán que organizar sus fuerzas para darse a conocer a la
comunidad barrial. Se ofrece a la gente la posibilidad de
reflexionar sobre las problemáticas que presenta el conjunto
social. Se ha de explicar el porqué de la demanda de participación
y se dan a conocer los objetivos de una acción comunitaria para
que desde el primer momento se instale el debate y la participación,
especialmente apuntando a los grandes temas comunes, los conflictos,
las carencias, las necesidades que no han sido resueltas
sin perder de vista las dificultades que atraviesan los servicios de
salud, y todo lo que hace a la atención.
La
gradual emergencia de la problemática va a orientar a los equipos
interdisciplinarios en las direcciones en las que habrá
de actuar y como se diseñarán las próximas acciones. Simultáneamente
se va a percibir muy pronto las diferentes ventajas de este tipo de
práctica.
Más
adelante se van a configurar las comisiones de trabajo que
actuarán con la gente sobre los puntos más críticos, donde
encontremos más conflictos más rápidamente actuaremos y con más
participación. Volvamos a la consigna de que el problema de uno es
también de todos.
Se
llega a un punto en el que los agentes participantes en los
encuentros se toman un tiempo para realizar una confrontación de
las estrategias desplegadas durante éstos. Estas estrategias diseñadas
en conjunto representan el producto de lo escuchado en los
debates y el objetivo de ellas es resolver problemas que
fueron planteados.
Cumplidos
estos primeros momentos del trabajo comunitario se advierte con
claridad que se recrea una micro sociedad en la que vemos repetir
todo el conjunto de contradicciones reinantes en la sociedad toda de
la que forma parte el barrio. . Nos enfrentamos a la misma alienación
pero dentro de un contexto mucho más manejable y por supuesto,
más operativo para el equipo del sector de salud. Los conflictos se
vuelven más tangibles y al ser expuestos y discutidos más fácilmente
abordables. Hemos visto, no con sorpresa para los que tenemos esta
visión que muchos de los problemas pueden ser revertidos en las fases
iniciales de la tarea pues se debilitan las resistencias al trabajo
grupal y como sabemos el hecho de que la gente tome la palabra tiene
como consecuencia de que los miembros de la comunidad
entienden que gran parte de los problemas que viven se resuelven
participando activamente. Es muy interesante observar como se van
desactivando situaciones críticas que parecían insolubles, lo
que hace fortalecer la red que se ha generado por la participación,
aquí se pone en evidencia que se ha establecido un marco de trabajo
de ayuda mutua, y como consecuencia la toma de conciencia se
amplia a otros sectores de la comunidad apareciendo nuevos miembros
dispuestos a promover el hecho participativo y demuestra
que funciona cuando el barrio se torna activo y conciente de lo que
quiere. Si bien se trata de priorizar una intervención
que recaiga sobre el contexto social no conviene descartar otro tipo
de estrategias provenientes de otras formas de intervenciones que
muestran a las claras una eficacia probada. Contamos con un enorme
arsenal de recursos que mantienen hoy una perfecta vigencia y
eficacia, la antropología cultural, el psicoanálisis, la teoría
de la comunicación y todo lo hecho en materia de temas sociales.
¿Te
gustaría hacer un comentario sobre este artículo? |
|
 |
La despsiquiatrización de la locura
por Mario
Coppolillo
|
Cuarta parte
|
Muchas veces
fueron cuestionadas las relaciones entre los operadores
psiquiátricos y los administradores políticos,
concretamente entre psiquiatría y política,las fuertes y
reiteradas demandas sociales fueron la caja de resonancia de
éstos problemas y se generaron profundas críticas en
contra de la función opresora de la psiquiatría y de su
enorme peso ideológico.
Tenemos que
insistir en que la descentralización nos lleva a
transformar a los viejos hospicios carcelarios y demás
instituciones psiquiátricas que sostuvieron éstas ideologías
en otras estructuras que no sean la de guardián del orden
con función de exclusión del
individuo.El sistema de poder central utiliza sus
instrumentos legislativos y financieros y es evidente que
impide la realización de programas de apertura para
desplegar una práctica psiquiátrica verdaderamente
democrática que respete en el sector de la salud los
derechos de la gente, el resultado está a la vista,
servicios ineficaces, costosos,injustos y una vergonzosa e
inhumana degradación de la salud de los pacientes.Todo este
conjunto de calamidades contribuyeron a agudizar las
crisis en vez de resolverlas. En concecuencia debemos seguir
insistiendo y proponer la creación de servicios sociales
que sean abiertos a toda la comunidad. Nuestra propuesta
reivindica a los servicios sociales
extrainstitucionales y alienta la creación de una red
de centros creciente en cantidad y calidad con la función
de filtros de los hospitales especializados en salud mental
que deben servir para otros niveles de intervención.
Pensemos en diseñar un proceso de
desinstitucionalización y deshospitalización para ir hacia
una estructura democrática que opere contra la lógica de
la exclusión que imponen los poderes políticos asociados a
la psiquiatría que todos conocemos y muchos tuvieron que
padecer.
Un movimiento descentralizador requiere la creación
paralela de servicios en el territorio, se articula la
instauración de centros barriales en medicina general.
Vimos a lo largo de la historia que el hospital psiquiátrico
en territorio resulta ineficiente, aún más,si permanece en
su estructura el alma del hospicio y los agentes que no han
transitado la crítica contra esas instituciones
represivas. La psiquiatría democrática se centra y opera
en la acción por esta transformación, optamos por el
territorio, y no por el psiquiátrico como centro,nos
planteamos ir hacia la prevención, tratamos de evitar la
psiquiatrización.
Hoy, una gran
parte de la demanda en salud mental deja ver una naturaleza
muy distinta a lo que codifican una buena parte de los
profesionales con el rótulo de "perturbación psiquiátrica".No
nos asombra ver que este tipo de demanda representa una
clara necesidad de relaciones sociales y humanas
contrarias a las que se se han instaurado como concecuencia
del avance de un sistema capitalista deshumanizado ,
salvaje,opresivo y excluyente.Parece que no se termina de
entender que las experiencias sociales constituyen un
patrimonio colectivo de todos los protagonistas sin distinción
de jerarquías. Es importante destacar que dentro de un
marco democrático de psiquiatría alternativa la
labor del psiquiatra está constantemente controlada y
verificada por la acción del equipo. Desde cierta
perspectiva los agentes de salud se hallan
supervisados por el mismo equipo y además operan con una
función pedagógica al tener que dar cuenta de lo que hacen
con los pacientes, lo que piensan , lo que aplican y lo que
planifican.El diagnóstico, el pronóstico y el tratamiento
deben ser dados a conocer al resto del equipo y
a los familiares y todas las alternativas
elaboradas para conducir al paciente hacia una integración
armónica con su medio.Esta dinámica interaccional nos
orienta en nuevos descubrimientos y a planificaciones de
estrategias nuevas de intervención, en la medida en
que podamos desarticular el monopolio del conocimiento todos
tendrán acceso a él. Una búsqueda constante de
estrategias de intervención resulta de los debates e
intercambios de experiencias en los lugares de trabajo
teniendo siempre presente la finalidad de gestar un
movimiento que apunte a la superación de las intervenciones
psiquiátricas clásicas, un objetivo que habrá que lograr
mediante una profunda sensibilización del personal técnico-sanitario,
incluyendo la participación comunitaria como factor
determinante en la reconstrucción del tejído social
perdido.No olvidemos que nuestras metas a cumplir
provienen de la realidad sobre la que actuamos y es
fundamental enfatizar la especificidad de las situaciones a
transformar sin correr el riesgo de producir teorizaciones,
la salud mental se construye sobre una política que
opere con las necesidades humanas y que surjan desde el
mismo territorio en el que actuamos.
Este camino nos conduce a un acercamiento con
otras estructuras, que tienen planteados otros fines pero
que comparten la misma perspectiva, la extensión del
movimiento basado en una acción sobre el territorio,
atendiendo a las trasformaciones que en él se producen
tanto en lo urbano como en lo extraurbano.
¿Te
gustaría hacer un comentario sobre este artículo?
|
 |
|
|
|
|