
El pianista y la posmodernidad
Ricardo Sánchez Beiroa*
Moderno y postmoderno en España*

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"Deconstrucción, alternativas, perspectivas, indeterminación,
descentralización, disolución, diferencia" (1);
éstos son algunos de los términos que definen la posmodernidad, esa
corriente de pensamiento que Jean François Lyotard describe en La
condición posmoderna como el producto de la crisis de los objetivos de
la modernidad: la incredulidad generalizada respecto de los grandes
metarrelatos sobre los que aquélla se funda, es decir, la idea ilustrada
del progreso indefinido que tendería a una emancipación colectiva; o, para
decirlo con otras palabras, la muerte de las
utopías. "(...) Lo posmoderno -según Lyotard-
sería aquello que alega lo impresentable en lo moderno y en la
representación misma; aquello que se niega a la consolación de las formas
bellas, al consenso de un gusto que permitiría experimentar en común la
nostalgia de un imposible" (2), y para Eco "(...) la respuesta posmoderna a lo moderno consiste en
reconocer que, puesto que el pasado no puede destruirse, lo que hay que
hacer es volver a visitarlo con ironía, sin ingenuidad" (3).
La pérdida de fe en las ideologías duras, que Gianni Vattimo ha dado en
llamar "blanduras de pensamiento" (4),
"el fin de la modernidad, del estilo metafísico, revolucionario, católico,
(...), la liberación a través de la confusión" (5),
producen más que una negación sistemática de lo anterior, una
simultaneidad de presencias que constituye una de las características más
sobresalientes de nuestra época. (...)
"El pianista" o la crítica a la
posmodernidad "Marsé, Vázquez Montalbán poco
tienen que ver con la movida. Ellos no tienen ninguna posibilidad de
serlo, para empezar, por edad. Pero Vázquez Montalbán, como poeta primero,
antes que como novelista, ha abierto muchos horizontes. Introduce el
humor, cosa que parecía que en España no existía, o que la dictadura
impedía que se expresase. Pero estos escritores ni son reivindicados como
padres ni están integrados en ese movimiento" (6),. Estas palabras de [Pedro] Molina Temboury muestran con
claridad la relación de la última camada de narradores con el escritor
barcelonés y permiten intuir algunas vinculaciones que podrían
establecerse entre Ballenas [de Molina Temboury] (7)
y El pianista. Paralelamente, declaraciones de Manuel Vázquez
Montalbán dan cuenta de su posición respecto del grupo:
"La intelectualidad se dividió. Un sector se convirtó en
proveedor de ideología para el gobierno, otro sector se volvió hacia
la pasividad o la indiferencia acaso cínica acerca de lo político, y
un tercer sector, numéricamente minoritario, siguió manteniéndose
fiel a la tradición crítica y activa de la izquierda" (8). |
Obviamente, en el segundo grupo incluye a
escritores como Jesús Ferrero, y en el último a sí mismo, con lo cual su
militancia contra la posmodernidad queda indudablemente
explicitada. El pianista se nos presenta
dividida en tres partes. La anacronía narrativa se manifiesta a través de
un mecanismo proléptico: la parte I transcurre en 1983; la II, en 1946; y
la III, en 1936. En la parte primera hay
protagonismo colectivo —la intelectualidad española desencantada—, un
personaje representativo o personaje-clase en la terminología de Gil
Casado representado por un enfermo terminal, Ventura (recordemos que el
nombre de guerra de Pepe Carvalho cuando militaba en la izquierda era el
mismo) (9), y una parodia del triunfador posmoderno encarnada en Toni
Fisas, el yuppie que vive en Nueva York. La narración es lineal,
hay condensación temporal y abundancia de diálogos. Observamos, pues, un
predominio de las técnicas propias del realismo social. En la narración
cunde la desesperanza. Uno de los actantes resume las perspectivas que
tienen los más jóvenes y alude tangencialmente al mundo desarrollado en
Ballenas: "O se enchufan con la Generalitat los de Convergència o
en los ayuntamientos socialistas y comunistas. Y todo lo demás paro,
subempleo y vida contemplativa en las casas rurales semiabandonadas de las
familias (...)" (10). Asimismo, enuncia ácidamente sus códigos de
conducta: "Todos nosotros somos socialdemócratas profundos. Convivimos
socialdemócratamente. Pactamos cada mañana el turno del cuarto de baño y
el polvo por las noches y tratamos de inculcar en la gente la tesis del
mal menor" (10). En la segunda parte,
persisten las técnicas del realismo social. No obstante, la aparición de
lo simbólico —el viaje demencial por los terrados; el arriba y el abajo;
la exclusiva presencia del proletariado antifranquista— determina una
aproximación hacia el cambio operado en 1962 con la publicación de
Tiempo de silencio. La esperanza es el motor fundamental de esta
zona de la novela. La última parte despliega las técnicas propias del
realismo dialéctico y la novela experimental: desorden cronológico,
retorno de personajes individuales, disgresiones, intercalación de cartas.
Ahora, la fe en el triunfo de los ideales de la República es el tema
central. (11). El pianista
constituye una honda reflexión ética sobre el papel del artista en la
sociedad y una respuesta a la avanzada posmoderna. Fiel a la tradición
crítica, su autor pretende desde la construcción y el sentido de su novela
mantener vigente y actualizada una corriente literaria ligada al concepto
sartreano de "compromiso". Manuel Vázquez
Montalbán sintetiza su postura en el prólogo de su Historias de
política ficción:
"No oculto mi creencia, tan evidenciada en El pianista,
de que las promociones que vivieron la guerra civil española
alcanzaron una estatura polisémica de imposible equivalencia en
estos tiempos de supervivientes sin esperanza" (12). |
(...)


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Notas
(1) Díaz, Esther. "Qué es la posmodernidad" en
¿Posmodernidad? de Esther Díaz y otros, Buenos Aires, Editorial
Biblos, 1988, pág. 20.
(2) Lyotard,
Jean Francois. La posmodernidad (explicada a los niños), Barcelona,
Gedisa, 1987, pág. 25.
(3) Eco,
Umberto. Apostillas a "El nombre de la rosa", Buenos Aires,
Ediciones de la Flor, 1987, pág. 74.
(4) Vattimo,
Gianni. "La posmodernidad", entrevista realizada por Fermín Fèvre, Buenos
Aires, Clarín, 15-X-87.
(5) Vattimo,
Gianni. "¿Romántico o gastrónomo?", entrevista realizada por Antoni
Batista, Madrid, El Urogallo, Nº 2, junio de 1986, pág. 34.
(6) Molina
Temboury, Pedro. "España está movida", Buenos Aires, Página 12,
18-X-87.
(7) Molina
Temboury, Pedro. Ballenas, Madrid, Ediciones Alfaguara, 1987.
(8) Vázquez
Montalbán, Manuel. "Qué se hizo de los infantes de la izquierda?",
entrevista realizada por Alberto Szpunberg, Buenos Aires, Página
12, 18-X-87.
(9) Vázquez
Montalbán, Manuel. La soledad del manager, Barcelona, Planeta,
Serie Negra, 1985, pág. 34.
(10) Vázquez
Montalbán, Manuel. El pianista, Barcelona, Seix Barral, 4ª edic.,
1985, pág. 27.
(11) Sánchez
Beiroa, Ricardo. "Las técnicas narrativas de la novela española de
posguerra en El pianista de Manuel Vázquez Montalbán", Santa Rosa,
Segundas Jornadas de Investigación de la Facultad de Ciencias Humanas,
Universidad Nacional de La Pampa, 1988. (Desarrolla la técnica
constructiva de la novela).
(12) Vázquez
Montalbán, Manuel. Historias de política flcción, Barcelona,
Planeta, Serie Carvalho, 1987, pág. 6.
*Ricardo Sánchez
Beiroa, cuando publicó este estudio, era profesor en la Universidad
Nacional de La Pampa en Argentina. Este artículo es un extracto del
estudio publicado en el libro Moderno y postmoderno en España,
editado por el Consulado General de España en Rosario, Argentina.

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