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 "Casi siempre se
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cielo." William Shakespeare
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La adopción
por Mario
Coppolillo*
Primera parte

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Consideraciones generales
En el transcurso de la historia, la adopción ha experimentado
profundos cambios en sus finalidades. Hubo casos en los que
representaba un recurso para evadir la excesiva onerosidad
de los impuestos de herencia, también se sirvieron de ella
otros que deseaban evitar la desaparición de un apellido.
En el Derecho Romano se buscó perpetuar a las grandes
familias, el caso de Fabios, Césares y Escipiones. Hay
historias de familias romanas que son verdaderas historias
de adopciones. Otro motivo de adopción hizo posible desheredar
a los ascendientes buscando como recurso la aparición de un
hijo adoptivo.
Actualmente las estadísticas revelan un marcado incremento del número
de parejas privadas de descendencia que buscan este recurso
respondiendo al natural deseo de tener un hijo y que
permite restituirle al niño deshijado el marco constitutivo
de las relaciones familiares que ha perdido a causa del
abandono.
Para que haya padres adoptantes es necesario que haya padres
abandonantes, el abandono es el fundamento de la adopción,
el adoptante necesita de un otro para realizar su deseo de
tener un hijo, el deseo imposible de un hijo propio se
sustituye por el deseo de tener uno ajeno. Lo que no pudimos
tener, lo tenemos (adoptantes), lo que se pudo tener, no se
tuvo (abandonantes).La pareja infértil se enfrenta con la
opción de renunciar a la descendencia o decidirse por la
institución adoptiva. La gran mayoría de parejas que
eligen adoptar lo hacen movidos por una imposibilidad biológica,
su infertilidad y es aquí donde hay que prestar una
cuidadosa atención, es muy importante considerar las
consecuencias emocionales que se han instalado en la vida de
la pareja. Es éste el motivo por el que hoy se sugiere una
cuidadosa preparación previa al emplazamiento del hijo
adoptivo.
Las mujeres infértiles, en general, han vivido una larga y
penosa historia ginecológica, resistiendo ante los
reiterados fracasos terapéuticos hasta llegar a ser
diagnosticadas como infértiles, lo mismo ocurre cuando el
causante de la imposibilidad de procrear es el varón. La
angustia y la frustración asumen formas veladas y muy
sutiles con relación al "hijo-soñado-deseado-que-no-vino
". La relación con el hijo propio no nacido puede
permanecer tanto en uno como en el otro miembro de la
pareja, el hijo no nacido es el
"hijo-del-deseo-que-no-vino", en consecuencia, el
hijo ajeno recibe las proyecciones del propio por haber sido
instalado en su lugar.
La esterilidad coloca a la pareja en una situación muy
particular, especialmente cuando pensamos en la especial
valoración existente en nuestra cultura con relación a la
maternidad y la paternidad. La esterilidad sigue
representando en nuestra sociedad una "rareza", a
veces, se la considera un estigma, una falta, y hasta una
cierta "anormalidad” que denuncia la imposibilidad de
gratificación, justamente, en el espacio destinado a
procrear. El sentimiento de renuncia generado por esta
imposibilidad se constituye como una vivencia dolorosa que
asume diferentes matices y adoptar representa una
"salida" de esta situación, pero al mismo tiempo
el ingreso a una problemática compleja que impregna la
totalidad de la vida de los adoptantes. A veces se ve en la
adopción una forma de reasegurar la continuidad del vínculo
matrimonial, también una manera de restaurar el daño
ocasionado al narcisismo por la imposibilidad de engendrar
un hijo, en consecuencia, cuando se ha tomado la decisión
de adoptar es necesario plantearse un profundo y cuidadoso
esclarecimiento de sus causas. Una vez producida la llegada
del hijo adoptivo los adoptantes comienzan a plantearse
innumerables interrogantes que suelen generar situaciones de
extrema ansiedad y temor. No es extraño el reclamo de
ciertas seguridades con respecto al adoptado. Esto nos
conduce a una reflexión más profunda. Nos deberíamos
preguntar ¿para quién la seguridad?,¿para los adoptantes,
si reciben un niño sano, sin riesgos de un desarrollo
conflictivo?, ¿con determinadas características físicas y
un potencial de inteligencia que asegure una feliz adaptación
al medio que ellos ofrecen? Todos estos y muchos otros son
los motivos que inducen a una cuidadosa y responsable
preparación, sólo si se reúnen las condiciones
emocionales es posible recomendar esta alternativa y se podrá
asegurar al adoptivo un marco familiar estable que ofrezca
un desarrollo adecuado y saludable, al mismo tiempo que
representa un beneficio a la comunidad seriamente afectada
por el abandono de niños. Partimos del supuesto de que los
organismos destinados a controlar la adopción son
responsables en las situaciones que están en juego, ya se
trate del adoptado como de los adoptantes, El objetivo
es evitar nuevas y penosas frustraciones. La institución
adoptiva es el medio más idóneo para restituir al
abandonado aquello que no tuvo, mientras que a la pareja infértil
le otorga la posibilidad de lo imposible, prohijar a un hijo
ajeno. Es evidente que la figura de la adopción beneficia
tanto a unos como a otros y a la sociedad en conjunto porque
resuelve en gran parte la trágica experiencia del abandono
infantil.
Las alternativas que ofrece nuestra sociedad en cuanto al
abordaje del abandono son penosas e insuficientes. Los
riesgos a que se expone al niño abandonado por sus padres
son innumerables y en un alto porcentaje irreversibles.
Nuestra sociedad se muestra impotente y no sabe organizar
los recursos para aplicar una verdadera y adecuada
asistencia. Tampoco se cuenta con una filosofía que permita
un marco referencial y operativo. Una gran cantidad de
chicos abandonados se convierte en "protegidos del
Estado” lo que rara vez pone a salvo al niño de los
riesgos que implica el abandono, permanecen largos años
institucionalizados en casas maternales, orfanatos u
hospitales. También existen otras categorías de chicos
abandonados, hijos de padres encarcelados, o de padres
divorciados, huérfanos que son criados por otros que no son
sus padres y otros cuyas familias se han desintegrado. La
adopción y la tutela son opciones con las que contamos para
responder en parte a esta problemática. La tutela moral
reviste un aspecto de participación social en la que se
ofrece asistencia y educación, además de un marco
institucional que no suele ser siempre suficiente como para
contener la angustia producida por la renuncia de los padres
a criar y amar a sus hijos. Son conocidos los resultados de
investigaciones en el tema del abandono y la
institucionalización del abandonado, los efectos más
visibles son los referentes al retraso del lenguaje, las
dificultades para establecer vínculos afectivos, el déficit
emocional e intelectual, etc.
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La adopción
por Mario
Coppolillo*
Segunda parte
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En
efecto, es la institución adoptiva la medida más
adecuada para ofrecer a un chico sin familia la
posibilidad de recrear los vínculos familiares
perdidos y restablecer al mismo tiempo las
condiciones fundamentales de un desarrollo pleno
de sus potencialidades.
Desde
la perspectiva jurídica es preciso admitir
que no todos los niños abandonados pueden ser
acogidos dentro de la normativa que regula la
adopción, se consideran ciertos requisitos que,
tienen como finalidad preservar, no sólo los
derechos del niño y los de los adoptantes sino
también los de los padres de orígen con respecto
del niño. En concecuencia no pueden ser adoptados
todos los niños que se encuentren en situación
de abandono. Los nuevos ordenamientos jurídicos
que regulan la institución adoptiva abrieron
nuevas posibilidades en los últimos años, tanto
a los abandonados como a los adoptantes. Se
atenuaron ciertas exigencias y se incrementó la
posibilidad de acceder a la adopción. Se
robusteció el vínculo adoptivo al mismo tiempo
que se logró la equiparación del adoptado con el
hijo legítimo y en muchos países el plazo de
espera se ha reducido considerablemente.
Sin
embargo, la problemática del abandono no ha
llegado a ser objeto de un abordaje
consciente y amplio, además de no contar con
presupuestos estatales para llevar a la
práctica los conocimientos alcanzados en el tema.
La existencia de niños abandonados
debería ser una responsabilidad colectiva, de lo
contrario nos encontraremos con lo que nos ocurre
hoy, un amplio sector social que vemos
absolutamente desatendido y con un futuro incierto
sin soluciones posibles.La experiencia nos ha
mostrado que en un contexto social apropiado, las
madres solteras, pueden conservar a sus hijos,
darles la educación necesaria y criarlos junto a
ellas. Una asistencia educativa, orientadora y
planificada, que tienda a desculpabilizar a estas
madres, y más aún, si esta tarea se lleva a cabo
dentro de una relación de neutralidad y respeto
podría aportar a estas mujeres la ayuda apropiada
para emprender la búsqueda de los más
conveniente, para ellas y para sus hijos. Entonces
deberíamos plantear justamente lo contrario, no
el abandono sino la aceptación, pero dada la
situación de nuestra realidad, la perspectiva de
la aceptación movilizaría todo el andamiaje de
nuestros valores sociales. En nuestro país, por
ejemplo,esta practica basada en una nueva filosofía
sería algo imposible de aplicar. En algunas
comunidades escandinavas las madres solteras
cuentan con un sistema de asistencia dotado con
personal especializado, cuya tarea consiste en
brindar información y asesoramiento a todas las
madres que lo requieran y el objetivo
de estos servicios es que estas madres
consultantes lleven a buen término la solución a´estos
problemas. En caso de necesidad, incluso la madre
puede requerir el ingreso a un centro o institución
con el fin de recibir protección y solución a
este tipo de dificultades, ya que de lo que se
trata es de evitar el abandono del niño, los
problemas hay que resolverlos en sus causas y no
en sus efectos, es mucho más aficaz evitar el
abandono que buscar soluciones a la infancia
abandonada que tiene mayores costos en materia de
sufrimiento y más riesgos en cuanto a la búsqueda
de un contexto para el abandonado.
Problemática
de los adoptantes
La
adopción, en cuanto empresa educativa, proveedora
de afecto y protección representa la mejor solución
para la problemática de la infancia
abandonada,aunque en algunos casos la peor, si
tenemos en cuenta que este recurso que nos ofrece
la cultura, es un hecho determinado por una
voluntaria elección de la pareja biológicamente
infértil ( o no ), pero al mismo tiempo la adopción
constituye un hecho que es producto de una
historia triste, angustiosa y lamentable, tanto
para el
niño como para sus padres biológicos.
En
tiempos pasados, el emplazamiento de un niño en
la familia adoptiva no implicaba un análisis
pormenorizado y profundo de las condiciones de
aquella familia. Era sólo suficiente con
verificar la situación económica de los
adoptantes y la posición social que ocupaban.
Sin
embargo hoy, y como resultado de nuestro progreso
social y teniendo en cuenta los derechos del niño,
se pretende ir más lejos de los límites
impuestos en otros tiempos, los candidatos que
aspiran a la adopción se hallan más axigidos
en cuanto a requisitos que deben reunir para
materializar su aspiración. No sólo se explora
el nivel económico de los adoptantes, también se
consideran las motivaciones que los impulsan a
prohijar, sus capacidades afectivas, el vínculo
entre ellos, sus cualidades educativas,etc.
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